Nazarena Veléz se encuentra tomando un descanso y merecido viaje con su pareja, Santiago Caamaño. La vedette está a un mes de cumplir 2 años de amor y decidió festejarlo con una escapada solos en Villa Gesell.
Pero en su reencuentro con el mar, que tanto anhelaba ver, Nazarena eligió el traje de baño ideal, y en el intermedio terminó dando una lección completa sobre aceptación del cuerpo. La diferencia era entre dos enterizas, una roja con modelo de corte en el medio que mostraba mucho más, sobre todo con un underboob, y una negra más clásica.
“Claramente me queda chica. Primero porque me siento amatambrada, se me incrusta acá, se me mete. Soy el matambrito para darle a comer a toda la sociedad”, dijo la modelo mostrando el primer modelo, con el que no se sentía muy cómoda. “Pero las gomas es un montón”, después comprobó que el beneficio de que sujete en las partes mas “flojas”. Aunque al final admitió que no iría a la playa así, dijo que estaba más que bien “estar rellenita”. “Soy grande, soy una señora mayor, con tres hijos y está bien”. Después de pensar que “era un montón”, reconoció que al final, todos los cuerpos siempre están bien.
“La sociedad tiene que empezarse a educar, todos tenemos tenemos que empezara a abrir la cabeza” dijo para después aclarar que no importaba si tenía 20 o 40 y quería “salir con los dos gomones afuera”. “Igual no lo voy a usar”, dijo riéndose. En el video se leía por debajo: “El cuerpo ajeno es eso AJENO y no necesita opinión”.
Después se decidió por una enteriza negra con la que se sentía “más protegida”, con un modelo más clásico. “Es lo que hay y está bien”, escribió como leyenda. Tan segura estaba Nazarena con sus atuendos que incluso bromeo con su celulitis: “Creo que hay gente viviendo en mi celulitis”.
“Soy el combate de los pozos”, dijo resignada y feliz. “De verdad me parece que hay que contar esto, que en cuerpo somos todas iguales, normales. Que se nos cae el cu... “, dijo mientras hacía un primer plano a su retaguardia y hasta mostraba sus flotadores.
Al final, Nazarena se rio de todo su análisis tomando una cerveza “en pleno proceso de aceptación”. “Recién uno me puso: ‘Pero si no dejas de morfar...’; y no me quejo, me estoy aceptando”. Su día terminó con un tiempo de videojuegos, el reencuentro con el mar y una visita sorpresa a los tíos de Santiago.