Se llamaba Juan José del Pozo, pero todo el país lo conoció como Tusam -acrónimo de las palabras “técnica”, “unción”, “sabiduría”, “amor” y “mística”- el hombre que contaba con un talento único para dominar su cuerpo.
Fue consciente de sus habilidades cuando era muy chico y su padre lo llevó al médico porque hacía “cosas raras” con el cuerpo y descubrieron que podía manejar varios órganos a su antojo. Durante su adolescencia estudió hipnotismo y forjó el personaje que tiempo más tarde lo haría triunfar en los medios.
Su primera aparición en la pantalla chica llegó en 1966, en el programa Sábados continuados y tras batir un récord de permanencia bajo el agua, sin respirar, no paró. Se consideraba hipnólogo, mentalista y especialista en dominio orgánico y a lo largo de su carrera hizo infinidad de presentaciones en televisión y teatro en las que introducía en su boca, tragaba lámparas, masticaba vidrio y hasta hacía levitar a personas del público.
También popularizó frases como “duro, duro”, “tu puedes”, “no hay dolor” y “puede fallar”, que se convirtió en su sello característico y en el blanco de bromas e imitaciones.
Tusam y el truco que falló
Su único hijo, Leonardo -fruto de su matrimonio con María del Carmen Calandra- se sumó a sus espectáculos con solo 9 años y continúa su legado hasta la actualidad. Pero en 1990 en el programa Finalísima, conducido por Leonardo Simons, protagonizó una prueba en la que casi pierde la vida.
El joven fue encerrado en un tanque hermético lleno de agua, equipado con un martillo para pedir ayuda, pero la demostración no salió como esperaban y a los dos minutos el joven ilusionista comenzó a golpear con desesperación para que lo rescataran. Cuando lo sacaron del tanque, ya había aspirado agua y estaba a punto de ahogarse. Recién unos meses más tarde pudieron lograrlo.
A pesar del truco fallido, durante muchos años fue una figura recurrente en el programa de Susana Giménez, donde hizo pruebas con un cocodrilo y hasta sometió a Cris Miró a una regresión hipnótica y en el de Mirtha Legrand, pero con el tiempo perdió popularidad.
Decidido a continuar con su carrera, en julio de 1998 estaba trabajando para llevar su espectáculo a Estados Unidos, cuando sufrió un grave accidente automovilístico en Olivos que casi le cuesta la vida y que desencadenó una enfermedad cardiovascular.
En abril del año siguiente sufrió un ataque cardíaco y días más tarde murió en la Clínica Olivos, porque más allá del dominio que tuvo sobre su cuerpo desde temprano edad, no pudo cambiar el rumbo de su destino.