Cuyo y la utopía sanmartiniana

La relación entre San Martín y su ínsula cuyana fue clave para la libertad de medio continente. Más allá de esa histórica misión, el afecto que se forjó entre Mendoza y el General selló para siempre nuestra identidad.

Cuyo y la utopía sanmartiniana

Si bien el acercamiento a Cuyo del General José de San Martín se debió a razones geopolíticas y estratégicas relacionadas con la guerra por la independencia y la necesidad de hallar un paso que permitiese obtener la victoria en la liberación del resto de América del Sur, lo cierto es que el ilustre patriota encontró en esta zona, particularmente en Mendoza, donde asumió como primer mandatario, una tierra promisoria y una comunidad de personas que lo marcaron para toda la vida.

De mero paso entre dos países, el oeste cuyano devino para San Martín el lugar donde no sólo descubrió una identidad argentina y continental alejada del centralismo porteño, sino un oasis construido por el trabajo laborioso y colectivo donde en el futuro próximo, cuando la libertad de América fuera ya una realidad plena, podría considerar a esta tierra como un magnífico sitio donde vivir en fecunda paz y concordia.

Una doble impronta cultural se verificó en aquellos tiempos heroicos: la ínsula cuyana influyó drásticamente en San Martín, quien aparte de encontrar un paso geográfico halló un hogar, mientras que Mendoza forjó a partir de entonces su identidad no desde la persona de un caudillo fundador, como la mayoría del resto de las provincias, sino de un estadista de trascendencia continental y mundial que signaría para siempre el modo de ser de los mendocinos y del resto de los cuyanos.

De esa fusión entre hombre y territorio, entre hombre y comunidad surgió la utopía cuyana, ese horizonte que forjó una provincia y una región que se fue inspirando a lo largo de su devenir en el legado de haber sido el lugar donde la historia de la libertad se expandió a medio continente. Mendoza fue la puerta que se abrió generosamente a través del sacrificio de todos sus habitantes, para que las huestes del General cumplieran su histórica misión.

Recordar aquellos fundamentales momentos, cuando la patria recién nacía, puede servirnos hoy no solamente como ejercicio de la memoria, sino también para vislumbrar cuál es el futuro de Mendoza ya entrado el siglo XXI, porque ello tiene que ver, sin lugar a dudas, con la modalidad cultural con que la provincia y la región se conformaron en sus inicios.

Ya no para los objetivos libertarios de aquel entonces, pero sí para otros, también de integración continental, Mendoza sigue siendo la puerta de entrada y de salida entre Argentina, Chile y el mundo del Pacífico, donde se están forjando los mayores aportes presentes para el progreso de la humanidad.

Por eso, recordar a José Francisco de San Martín y la utopía cuyana debe servirnos en estos tiempos modernos para fortalecer la cultura republicana del país, donde las instituciones predominan sobre los personalismos, para que con ello, lo mejor de nuestra identidad nacional, nos abramos al mundo a fin de que sigamos honrando la ilustre memoria de aquel gran prócer que tanto afecto sintió por nosotros.

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