Recientemente se cumplieron 100 años del inicio de la Primera Guerra Mundial, por lo que le dedicaremos este espacio, rescatando algunas curiosidades que hacen al lado B de su historia y de sus actores principales.
Esta guerra fue muy imaginada y anunciada. Abundan los escritos y la literatura al respecto, desde 1880 aproximadamente. Sin embargo, pocos la presagiaron tan bien como el millonario polaco Iván Bloch, quien escribió hacia 1897: "Al principio habrá una masacre tan horrible que hará imposible la empresa de llevar a cabo las tropas hacia un punto decisivo en la batalla [...] En la próxima guerra todos estarán atrincherados, la pala será tan necesaria para el soldado como el fusil".
Observando fotos de algunos de sus protagonistas notamos un impresionante parecido entre Nicolás II, último zar de Rusia, conocido por muchos como el "padre de Anastasia" y Jorge V de Inglaterra, monarca del Reino Unido. La similitud física entre ambos responde al parentesco que compartían junto a Guillermo II, káiser de Alemania: los tres eran primos hermanos.
Formaban parte del plan ambicioso de su abuela en común: la reina Victoria de Inglaterra, cuyo fin era colocar a su descendencia en la cabeza de las principales dinastías. Aparentemente, buscaba así garantizar la paz en Europa. Lamentablemente sucedió todo lo contrario.
Por esto, muchos contemporáneos vieron a este enfrentamiento como una disputa familiar. Aunque, el zar enfrentando a su primo inglés le escribió: "Para tratar de evitar la calamidad de una guerra en toda Europa, te ruego, en nombre de nuestra vieja amistad, que hagas lo posible para evitar que tus aliados vayan demasiado lejos" y tras el estallido de la Revolución Rusa solicitó asilo al inglés. Pero, a pesar de los lazos sanguíneos y de la gran amistad que habían tenido durante sus años de infancia y juventud, Jorge V se negó a ayudarlo sellando así el destino trágico de los Romanov. Como sabemos, el ruso terminó siendo ejecutado junto a su familia en Ekaterinburgo, en julio de 1918
Pero no solamente los reyes fueron protagonistas de esta historia. Además de los civiles y sus innumerables anécdotas, dentro de las filas del ejército italiano nos encontramos con el general Cadorna. Un gran aficionado a la lírica, que acostumbraba a redactar los partes de guerra en un tono poético, heroico y épico, causando furor en las clases populares. El fervor patriótico y la admiración por sus relatos llevó a muchos italianos a bautizar a sus hijos como Firmato, pues pensaban que así se llamaba, al terminar todos sus partes con "Firmato Cadorna" (firmado: Cadorna).
En realidad, Luigi Cadorna fue un pésimo estratega y muy cruel con sus subordinados, incluso envió a fusilar a muchos de manera caprichosa. Por esto el uso de "Cadorna" en el lunfardo, para referirse a "cosas de mala calidad", está inspirado en este sanguinario e incompetente militar italiano.
La guerra acabó el 11 del 11 de 1918 a las 11.00, haciéndose efectivo el alto el fuego definitivo. Algo que lamentó mucho un soldado, Harry S. Truman, quien luego sería presidente de Estados Unidos, pues ese mismo día escribió una carta desde Francia a su novia diciendo:
"Es una vergüenza que no podamos entrar y arrasar Alemania y cortar algunas manos y pies de niños alemanes y arrancar la cabellera a algunos ancianos, pero supongo que será mejor hacerlos trabajar para Francia y Bélgica durante cincuenta años."
La misiva puede leerse en el sitio web del museo Truman, ingresando a http://www.trumanlibrary.org/.
Pero no todos los combatientes lamentaron el fin de la guerra, muy por el contrario. De esto dio cuenta, en muchas entrevistas, el británico Harry Patch (último soldado de la Gran Guerra). En su mirada centenaria se materializaba el abatimiento de revivir día tras día aquel abismo; aún noventa años después, sus ojos seguían viendo el horror.
Patch murió el 25 de julio de 2009, a los 111 años. Ya nadie en este mundo recuerda el frío, las enfermedades, el barro y el infierno de sangre que se vivió en las trincheras. Según quienes lo acompañaron en sus últimos días Harry encontró paz, aquella paz que el tratado de Versalles jamás hizo posible, pues las secuelas de una guerra atraviesan vidas y generaciones, más allá de lo que establezca un papel.
Sobre la autora
Luciana Sabina, docente, finalizando estudios del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional de Cuyo. Autora del blog de Historia http://kalipolis.wordpress.com/ Conocida en twitter como @kalipolis con 23.000 seguidores de todo el país.