El lema que aún se inscribe en su escudo y figura en el estatuto de fundación, “Salus popoli suprema lex” (salud popular suprema ley), y que le dio vida a Huracán de San Rafael, aún hoy se pregona como hace 90 años en el glorioso “Globo” de Pueblo Diamante, ubicado en Mitre 2461.
Hablar de Huracán en el sur provincial genera un sinnúmero de situaciones encontradas, como son el amor por los colores azul y oro y el rechazo que despierta por la “rivalidad” con otros clubes. Esas sensaciones se producen desde hace nueve décadas, cuando su cancha se enclavó en la misma manzana donde hoy está el Colegio Normal en las cercanías de la cancha de Pedal, el club que había nacido apenas un año y medio antes.
Este 2015, que lo encuentra de festejo y lo tiene a Huracán lleno de regocijo y alegría por su clasificación a la 3° fase del Federal B, lo remonta obligatoriamente a la expectativa que tuvo cuando se transformó en uno de los lugares más populares e importantes del sur mendocino.
Cuentan los relatos de época que Huracán nació en algunas reuniones en avenida Mitre, en juntadas de amigos. Ahí surgió la idea de armar un club para jugar al fútbol y contener a los jóvenes del entonces pueblo.
El “Globo del Sur” formalmente se fundó el 15 de noviembre de 1925 por iniciativa de un grupo de jóvenes que asistía a la escuela 25 de Mayo, quienes luego de reunirse en una casa de avenida Mitre al 564, domicilio de Juan Bustos, decidieron fundar el Club Sportivo Huracán bajo la presidencia de Urbano Peralta.
Las crónicas de entonces dicen que sus fundadores fueron Francisco Abbona, David Ambrosini, Manuel Asens, Feliciano Benavídez, Antonio Bernal, Antonio Bittar, Edmundo Bombín, Lucio y Rogelio Bondino, Humberto Bravo, Juan Bustos, Raúl Darcet, Félix Domínguez, Gabino Fernández, Fortunato Gattás, Guillermo Herrera, Ángel, Antonio y Rodolfo Martínez, Osvaldo Martino, Urbano Peralta, Juan Tenconi y Juan Vittone.
El mismo año el club se afilió a la Liga Sanrafaelina de Fútbol. En esa época jugaba en avenida Mitre y Edison y tiempo después habilitaron otra cancha en calle Edison y las vías del ferrocarril. Se iban alejando del centro urbano para acercarse al sitio que ocupa hoy, en terrenos que donó la familia Pretel en la década del 40 y donde se construyó el estadio “Pretel Hermanos”.
Función social
Huracán -o el “Azul y oro”, como se conoce en el país, hoy viste la camiseta similar a la de Boca, pero su primera identificación fue como la alternativa de Vélez Sársfield, con bastones rojos, verdes y blancos. Su época de gloria se remonta al ‘74 y ‘81, cuando participó de los torneos nacionales.
“El estadio como hoy se conoce se construyó entre 90 y 120 días bajo la intendencia de Chafí Félix y con 14 años manejábamos camiones, con permisos especiales, del río al estadio para poder llenar al gigante de Pueblo Diamante”, narró Sergio Boschin, ex dirigente e hincha desde que tiene memoria.
Al remontarse en el tiempo e imaginar los bailes con más de 2.000 personas al ritmo de orquestas como la de Juan D’Arienzo o escuchar a cantores como Argentino Ledesma, entre otros, a algunos memoriosos se les cae un lagrimón y recuerdan épocas cuando éste y otros clubes cumplían una función social importante y contenían a miles de personas que trabajaban en más de 10 fábricas, que generaban un polo industrial en la zona noreste de la ciudad, con establecimientos como La Colina, Valle de Oro, Pretel Hermanos, El Diamante, entre otras. En ese entonces las madres enviaban a sus hijos a la pileta o a otras actividades al club.
Boschin vivió de cerca y desde adentro el crecimiento de Huracán por estar ligado a familias que pasaron por la institución: “Voy al club desde los 14 años porque mi abuelo, Juan Domingo Pretel, fue cinco veces presidente”, contó.
“En 1974 el club tenía más de 4.000 grupos familiares como socios. En el Nacional del ‘81 llegamos a 5.000. A la pileta, que vista desde arriba es un (número) 1 por ser entonces la primera y la más grande, albergaba por día a más de 2.000 personas.
Tiene una capacidad de 6 millones de litros y una profundidad de 7 metros”, señala este socio con un dejo de nostalgia aunque con esperanzas de verla otra vez habilitada de la mano de la comisión que encabeza por José Musale.
La pileta funcionó entre 1964, cuando se inauguró durante la presidencia de Milo Sat, y 2011. Ese año, por los costos operativos no se pudo seguir abriendo, aunque el sueño de la dirigencia es en algún momento que vuelva a funcionar. Ya cuenta con equipos de purificación y circulación de agua de 20.000 litros/hora, pileta para niños y un gimnasio cubierto. Todo ubicado en el predio de 4 hectáreas que fue donado por doña Encarnación Pretel.
Los testimonios de gente de Huracán, y también de quienes no son hinchas del club, son muchos a lo largo y ancho del departamento y de otros lugares del país, entre ellos el de Verónica (40), que recuerda: “Cuando tenía 15 años, con mi hermana nos cruzábamos la ciudad para ir a la pileta de Huracán en una Aurorita con galletas y agua solamente, y pasábamos toda la tarde.
Se nos hacía la noche y volvíamos a casa pero no había problema porque no teníamos inseguridad y disfrutábamos del club sin ser hinchas”.
Y como el amor por Huracán no tiene edades ni fronteras, Candela -una chica de 15- también es partícipe del club por su fervor hacia el fútbol desde pequeña y por ser jugadora de hándbol. “Huracán despierta mucha pasión, es inexplicable lo que uno siente por los colores del club”, señala la jovencita mientras se prepara con otras compañeras para entrenarse en el club de sus amores.
