Lionel Messi descansa en el Caribe, ajeno al ruido que se produce a su alrededor. Se toma fotos con Antonela Roccuzzo y sus tres hijos, Thiago, Mateo y Ciro en las playas de arena blanca de Antigua y Barbuda. Disfruta la vida, mientras las versiones se entrecruzan en la AFA, la Casa Rosada y la Conmebol. El martes, en definitiva, habrá un cónclave que resultará clave en este sentido: Claudio Tapia viajará a Asunción convocado por el Consejo del organismo continental y volverá a verse cara a cara con Alejandro Domínguez. Hay tensión entre la casa madre de la pelota en la Argentina y la Confederación Sudamericana de Fútbol. En el medio está el crack rosarino, expulsado ante Chile y apuntando a las altas esferas de favorecer a Brasil. Con una palabra que no ofrece dobles lecturas: "corrupción".
Lejos de la postura conciliadora del Gobierno Nacional, que a través de allegados deslizó que habría un ofrecimiento de disculpas de parte de Messi, la AFA sigue en pie de guerra. No cambió un ápice de la carta que el 3 de julio Tapia le envió a Domínguez. El mandamás de la AFA puso en duda "los principios de ética, lealtad y transparencia" del dirigente paraguayo. Por eso Conmebol quiere explicaciones.
En la Casa Rosada no desean cortocircuitos con la entidad de Luque. En especial, después de la cumbre del Mercosur, desarrollada en Santa Fe, donde Mauricio Macri, Tabaré Vázquez, Mario Abdo y Sebastián Piñera firmaron un acuerdo de postulación conjunta para el Mundial de 2030.
Chiqui no está alineado a Balcarce 50. Hay discrepancias por la Superliga, impulsada por el Gobierno, el recorte del decreto 12/12 y creen que Macri le allanó el camino a Iván Duque, presidente de Colombia, para que la final de la Copa América 2020 sea en tierra cafetera. Algo que desmienten cerca del líder de Juntos por el Cambio. Tapia, entonces, no mira más allá del horizonte que le proponen las Eliminatorias.
Tiene, además, una relación que excede la de presidente-jugador con Messi y considera que la tarjeta roja por el incidente con Gary Medel no corresponde y debe ser anulada. Hasta ahora, la AFA sólo respondió ante el corrimiento de vista por la expulsión, un procedimiento normal ante cualquier sanción disciplinaria. Y no piensa avanzar hasta que el Comité de Ética de la Conmebol se expida. Según el Reglamento disciplinario, el capitán argentino podría recibir hasta dos años de suspensión por violar el inciso d) del artículo 20 y una multa económica de 50 mil dólares.
En el caso de que la sangre llegue al río, la AFA tiene un as bajo la manga: dirá que el jugador estaba "caliente" por el arbitraje y que jamás se refirió a "Conmebol" pegado a la palabra "corrupción". ¿Alcanzará para que atenuar una sanción? Mínimamente, se expone a dos fechas de suspensión en partidos oficiales producto de la roja directa.
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En la carta que envió Tapia enumeró críticas respecto a los arbitrajes, VAR, seguridad y estado de los campos de juego. Según AFA, no es la única federación molesta con estas cuestiones, pero no hubo otros dirigentes que lo hayan expresado públicamente.
Del mano a mano entre Tapia, Domínguez y el resto de los titulares de las federaciones dependerá el futuro de Messi. A fin de cuentas, todo es política en el fútbol como en la vida.