Si bien la tecnología moderna está pensada para que “cualquiera pueda usarla”, es sabido que ciertos detalles del funcionamiento de los productos o dispositivos corre por cuenta de la experiencia de uso, y no tanto por seguir el manual al pie de la letra.
En Internet especialmente las instrucciones son vagas. Podemos enseñarle a alguien que son los resultados de Google y de que cosas debería tener cuidado, pero inevitablemente no podemos incluir en un tutorial a todas las posibles amenazas que aparezcan en una página.
Algo de esto sucede con las redes sociales, y especialmente Facebook, donde miles de personas suelen ser engañadas con publicaciones falsificadas que operan bajo métodos macabros para incitar a los usuarios a hacer clic en vínculos, infectando así sus navegadores, sus cuentas y los muros de sus amigos. ¿Cómo podemos aprender a identificar esto?