Cuestiones que el debate no resuelve

El sciolismo considera que el mano a mano entre los candidatos puede variar la tendencia desfavorable que marcan las encuestas. El macrismo, en cambio, cree que no será decisivo.

Cuestiones que el debate no resuelve

Carlos Sacchetto - csacchetto@losandes.com.ar - Corresponsalía Buenos Aires

Convencidos de que el debate presidencial de este domingo tendrá una fuerte influencia en el electorado, los estrategas de la campaña de Daniel Scioli creen haber descubierto la llave para dar vuelta la tendencia que marcan las encuestas y vencer a Mauricio Macri. La fórmula es hablarle a los bolsillos de los ciudadanos y llenarlos de miedo, anticipando que el pasado económico se volvería futuro.

En realidad, nada hay de nuevo en esas ideas. Ya el general Perón solía decir que “el órgano más sensible del hombre es el bolsillo”, concepto que comprobó con dolor en 1988 Juan Carlos Pugliese, el ex ministro de Economía de Raúl Alfonsín, quien en plena hiperinflación pronunció aquella recordada frase: “Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo”.

La estrategia de Scioli, que ganó fuerza durante la semana que pasó, motivó a la vez un detallado análisis en el campamento de Macri comandado por Marcos Peña. Una de las primeras conclusiones que trascendieron fue que como un debate presidencial de estas características no tiene antecedentes en el país, no puede asegurarse que será decisivo en la elección de la semana siguiente. “Nosotros hemos debatido siempre porque es una manera de reafirmar lo que pensamos, pero los que valen son los votos en las urnas”, se escuchó decir.

La diferencia

Otro de los puntos que en el macrismo le critican a Scioli es que asegura cosas que todavía no han sucedido en base a supuestos engañosos. “Hoy hay herramientas económicas diferentes y una realidad mundial muy distinta para enfrentar problemas como los que tuvo Argentina en el pasado”, asegura un economista con orígenes peronistas que está subido a la caravana de Cambiemos. Pero quizás lo más importante que se ha cuestionado en ese análisis macrista es que Scioli pone el énfasis en la temática económica sin reparar que fue la política la que le impidió ganar en la primera vuelta, como el kirchnerismo daba por descontado. Apuntan a que la clase media, como también grandes sectores populares y de trabajadores, se cansaron de la distancia que estos años separó a la realidad de un relato ficcional sobre lo que ocurría en el país.

Estos ejes temáticos, más los que derivan de una conflictiva interna del oficialismo por las diferencias entre el kirchnerismo duro y el peronismo tradicional, serán los que Macri intentará abordar como mensaje en el debate, junto al consabido optimismo hacia el futuro. Si Scioli enfatiza en el ataque, dándole continuidad al estilo presidencial, no hará otra cosa que reafirmar una de las razones por las cuales Macri está hoy donde está.

A una semana de la definición por las urnas, el sciolismo sigue luchando contra el fuego amigo. Los gobernadores peronistas que apoyan al candidato oficial ya no tienen a quién quejarse para que alguien pare la catarata de exabruptos de kirchneristas desbocados que ponen palos en la rueda. Axel Kicillof, Hebe de Bonafini, José Pablo Feinmann y el actor Gerardo Romano integraron ese elenco en los últimos días.

“Damos dos pasos adelante y uno para atrás”, se lamentó hace unas horas en privado el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey, quien ya está anotado en la carrera por reorganizar el peronismo si Scioli pierde. Hay quienes le han escuchado decir también que si Macri resulta presidente, la responsabilidad primera será de Cristina Fernández.

Ausencia

En el comando sciolista afirman que la Presidenta se ausentó estos días de las declaraciones públicas porque está preocupada por la salud de su hijo Máximo Kirchner, quien fue dado de alta ayer luego de ser intervenido por un absceso hepático. Pero temen que los últimos días de campaña vuelva a poner la cuota de personalismo que no ayuda en nada al candidato.

La idea de Cristina es que el kirchnerismo ocupe la mayor cantidad de espacios de poder ante el nuevo gobierno, cualquiera sea. De allí el impulso de varios proyectos que entrarán al Congreso hasta el 10 de diciembre y el aliento a un número importante de decisiones judiciales por parte de magistrados amigos. Esa estrategia encuentra, sin embargo, algunos límites que a la Presidenta la irritan.

En el Congreso ya hay legisladores oficialistas -como la senadora salteña Cristina Fiore- que no quieren seguir votando a libro cerrado los proyectos que envíe el Ejecutivo. En la Justicia, el límite es la Corte Suprema, cuyas sentencias sobre causas que le interesan al Gobierno siempre alcanzan un saludable equilibrio. Por eso la Corte es otro dolor que Cristina se llevará al dejar el poder.

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