La imagen del ex secretario de Obras Públicas del kirchnerismo, José López, apresado tras intentar esconder 9 millones de dólares en un convento, vino a acelerar más la deskirchnerización del Congreso.
Mientras José Luis Gioja, presidente del PJ nacional y miembro del bloque de diputados del Frente para la Victoria (FpV), ya no oculta su plan por reunificar a todos los sectores del “pejotismo” y reducir lo máximo posible el poder del cristinismo, en el Senado los gobernadores demostraron que a través de su “gerente”, Miguel Pichetto, ya doblegaron al kirchnerismo duro.
La semana que pasó puso signos de interrogación sobre el futuro del kirchnerismo tal como se lo conoció hasta ahora. Cristina Kirchner contaba con que sus soldados en el parlamento fueran su principal activo político una vez que ella dejara el poder. Cuando armó las listas en 2015, se aseguró que al menos 62 diputados del bloque fueran de su estricta confianza. Pero el caso López abrió un debate intenso en la bancada.
Las dudas y la necesidad de sobrevivir en el poskirchnerismo están haciendo estragos entre los leales a la ex presidenta. Ya no son 62. Sólo estarían firmes los 25 legisladores de La Cámpora -que tienen diferencias internas- y el grupo de los históricos como Recalde, Juliana Di Tulio, Diana Conti y Carlos Kunkel.
Aunque el bloque se apuró a condenar públicamente a López el mismo día en que éste fue apresado, también decidió “preservar” a Julio De Vido, el superior directo del detenido durante doce años y el ex ministro K que la Justicia mira con mayor avidez.
De Vido es hoy por hoy la piedra de la discordia entre los diputados que integran el FpV. El martes, en la reunión de emergencia que tuvo el bloque, los seis legisladores del Movimiento Evita pidieron tener una respuesta política más contundente. Sugirieron plantear el desafuero de toda la Cámara de Diputados (algo impracticable jurídicamente) para demostrar que son más los que están “limpios”. Pero no encontraron eco en una mayoría en estado de shock.
De Vido no asistió la semana pasada al Congreso, pero puso a varios interlocutores a hablar con referentes territoriales del PJ para desalentar el mayor de sus temores: que la Cámara lo desafuere -lo debe pedir un juez- o que directamente lo expulse, como pasó con Ángel Luque en 1991 por el “Caso María Soledad”.
El mensaje de los defensores de De Vido es que éste “ayudó” a decenas de gobernadores e intendentes durante doce años. Además, operan en contra de cualquier reforma a la Ley de Fueros.
Gioja maneja los tiempos
En este contexto, Gioja hace equilibrio. El miércoles dio a entender que votaría la ley de pago a los jubilados y el blanqueo de capitales, pero terminó alineándose con el grueso de la bancada K. Ese mismo día, les comentó a varios pesos pesado de su partido que apurará la reconfiguración de todo el PJ en Diputados, a pedido de los gobernadores.
Su plan es que a “más tardar en agosto” la principal bancada opositora pase a llamarse “PJ” y sacrifique la sigla “FpV”. No se trata de simple maquillaje. Gioja pretende que regresen los 16 legisladores que se fueron con Diego Bossio en febrero y además se sumen referentes provinciales del PJ anti-K, de modo de dejar al cristinismo en franca minoría, como está en el Senado.
Por eso, la cuestión a discernir es qué futuro tendrán allí los camporistas o los históricos K. Gioja aspira a “contenerlos” a cambio de que resignen todo el poder que hoy tienen. “El Flaco no quiere romper porque entiende que eso es funcional al macrismo”, explican en su entorno. Sin embargo, en ese esquema de “pejotización” del bloque, es poco probable que los legisladores del Movimiento Evita y los que no provienen del peronismo tradicional acepten las nuevas reglas.
La Cámpora, que tiene diferencias en la cúpula y hacia abajo, también es otra gran duda. Los que tienen mejor relación con el peronismo ven como ineludible la mimetización con el pejotismo. El resto, se siente incómodo.
El problema para Gioja es que Bossio no desea volver al mismo redil que La Cámpora. El sanjuanino sabe, además, que el kirchnerismo a ultranza es el mismo límite con el que choca Sergio Massa.
En el bloque de Héctor Recalde y Gioja conviven muchos sub-grupos. La votación de la ley de blanqueo, en la madrugada del jueves, puso de relieve que los gobernadores empiezan a ganar terreno.
Además, hay un grupo de dirigentes kirchneristas con incidencia en el PJ de sus provincias que han dejado de articular directamente con el “cristinismo” y miran con atención a Gioja. Allí están el formoseño Luis Basterra, la chaqueña Analía Rach Quiroga y el mendocino Guillermo Carmona. También el diputado neuquino que denunció a Mauricio Macri por los “Panama Papers”, Darío Martínez.
La semana que se inicia promete ser difícil para toda la bancada del FpV. El macrismo aspira a aprobar un paquete de leyes anti-corrupción (la figura del arrepentido y la extinción de dominio) y también autorizar el allanamiento a De Vido. Serán pruebas complejas que podrían desnudar aún más las grietas y apresurar nuevas rupturas.
Fernández Sagasti, fiel a Cristina
Los cuatro legisladores que provienen del peronismo mendocino están parados en lugares diferentes en este proceso de deskirchnerización del Congreso. Son los diputados Rubén Miranda, Guillermo Carmona y Alejandro Abraham y la senadora Anabel Fernández Sagasti.
Quien sigue firme dentro del “cristinismo” es la camporista Fernández Sagasti. La godoicruceña es una de las principales críticas del rol “dialoguista” de Miguel Pichetto y de los acuerdos de los gobernadores con la Casa Rosada.
Votó en contra del pago a los fondos buitres y de los pliegos para la Corte Suprema de Justicia, pero apoyó la ley de reintegro del IVA de la canasta de alimentos a los sectores más vulnerables.