Cubanos, autorizados para entrar o salir por mar del país

El gobierno de Raúl Castro levantó una restricción de medio siglo para los viajes marítimos desde y hacia Estados Unidos. Se reanudarán los cruceros entre ambas naciones.

Cubanos, autorizados para entrar o salir por mar del país

Las medidas, que entrarán en vigor el martes próximo, permitirán el ingreso y salida de cubanos como pasajeros y tripulantes de buques mercantes y cruceros, según una nota oficial.

El gobierno decidió “autorizar la entrada y salida de ciudadanos cubanos, con independencia de su condición migratoria, en calidad de pasajeros y tripulantes en cruceros”, precisa el mensaje divulgado por los medios estatales.

Cuba accedió a liberar los viajes marítimos de sus ciudadanos como parte del proceso de normalización de relaciones con Estados Unidos iniciado en diciembre de 2014, y que alcanzó su punto máximo con la histórica visita, en marzo, del presidente Barack Obama a La Habana.

El comunicado no menciona a los ferrys, pese a que Estados Unidos ya emitió licencias a media decena de empresas para operar esos servicios de pasajeros.

En principio, el fin de las prohibiciones beneficiará los viajes de la diáspora cubana, mientras la mayoría de los habitantes de la isla -castigados por los bajos ingresos- esperan ver la llegada de más turistas.

“Hoy en día tal vez sea un poco difícil, pero creo que en el futuro va a ser posible viajar en un crucero”, dijo Angel Merencio, un estudiante de inglés e italiano de 25 años.

Las restricciones a los cubanos fueron impuestas después del triunfo de la revolución en 1959, a raíz del desembarco y ataque de grupos anticastristas ayudados por Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría.

Las autoridades cubanas también anunciaron que prevén “autorizar de forma gradual y una vez creadas las condiciones”, la entrada y salida de cubanos en yates, aunque no adelantaron una fecha.

El paso dado por Cuba es especialmente sensible teniendo en cuenta que muchos cubanos todavía intentan migrar hacia Estados Unidos por vía marítima, en precarias embarcaciones arriesgando sus vidas.

Las autoridades estadounidenses, que mantienen en vigor el embargo económico contra la isla pese a la flexibilización de algunos puntos, conceden beneficios migratorios a los cubanos que logren pisar tierra norteamericana, pero deportan a los isleños que son interceptados en el mar (política de “pies secos, pies mojados”).

La Habana ha insistido en la derogación de las ventajas migratorias, que han propiciado en los últimos meses oleadas de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos a través de Centroamérica.

El anunciado fin de las restricciones -que se suma a la próxima reanudación de los vuelos comerciales entre los dos países- destrabó los planes para la reiniciar los cruceros.

Desde Miami, Carnival, la empresa más grande de cruceros de Estados Unidos, saludó la decisión y confirmó en un comunicado que “partirá como estaba planeado desde Estados Unidos a Cuba con todos los pasajeros, incluidos los nacidos en Cuba”.

La compañía recibió autorización de realizar los cruceros, pero mantenía en suspenso el inicio de sus operaciones el 1 de mayo desde el puerto de Miami, ciudad que alberga a la mitad de la diáspora de dos millones de cubanos en Estados Unidos.

Por su parte, el gobierno de Castro aclaró que los cubanos que quieran trabajar como tripulantes de cruceros o buques mercantes deberán hacerlo a través de las instituciones empleadoras del Estado cubano.

Al mismo tiempo hizo notar que sus anuncios “contrastan” con la prohibición a los estadounidenses de viajar libremente a Cuba, como consecuencia del embargo. Los norteamericanos no pueden hacer turismo abiertamente y viajan bajo condiciones -aunque cada vez más flexibles.

A la par con la liberación de los viajes marítimos, las autoridades cubanas exhortaron a EEUU a concertar mecanismos para “prevenir y enfrentar la realización de acciones terroristas contra Cuba, que fueron las que dieron origen a la regulación”.

Supermercados llenos por la primera rebaja de alimentos en décadas

Los cubanos, algunos con más curiosidad que dinero, se volcaron a los supermercados ayer atraídos por la primera rebaja de precios de alimentos dispuesta por el gobierno en décadas ante el creciente reclamo de una población castigada por los bajos salarios.

“¡Era lo que estábamos pidiendo desde hace años, que bajaran un poco los alimentos! Porque comer en Cuba es un lujo que pocos se pueden dar”, declaró el electricista Rafael González, de 42 años, en la Plaza Carlos III, uno de los supermercados más populares de La Habana.

Aprovechando la rebaja y que la Plaza estaba abastecida “como hacía rato no la veía”, González se gastó 25 dólares -equivalentes a su salario mensual- en productos cárnicos, pero lamentó que “otros productos como el queso y el yogur no se beneficiaron con la rebaja”.

La reducción de hasta el 20% en los precios controlados de 71 rubros alimenticios, entre ellos algunos de amplia demanda nacional como el pollo, carne molida, el aceite y el arroz, fue anunciada la noche del jueves por la televisión estatal y explicada detalladamente ayer por la prensa local, bajo control del Estado.

El gobierno de Raúl Castro adujo la pérdida adquisitiva de los salarios de la población para forzar esta reducción de precios, que si bien había sido dispuesta antes para algunos productos, es la primera vez en décadas que incluye a un alto número de ellos.

La afluencia a las tiendas era más alta de la usual. Las autoridades, que no publican cifras de inflación, reconocieron las dificultades que enfrentan los cubanos por la diferencia de precios e ingresos, y se comprometieron a adoptar medidas de alivio al término del pasado Congreso del gobernante Partido Comunista.

El anuncio de la rebaja corrió el jueves como pólvora entre los cubanos y era motivo de cotilleo ayer. Algunos consideraban la rebaja muy limitada, mientras otros se preguntaban por cuánto tiempo el gobierno podrá mantener las tiendas abastecidas, como estaban ayer.

El Estado cubano, que controla un 80% de la economía, arrastra viejos problemas de abastecimiento a consecuencia de un sistema deficiente de producción - reconocido por el gobierno - y trabas en la importación vinculadas con el embargo estadounidense.

Los cubanos, con un salario promedio de 24 dólares el mes, reciben una canasta básica subsidiada pero insuficiente a través de la libreta de abastecimiento, que deben completar en una red de tiendas, abiertas a comienzos de los 90 en el marco de la tímidas reformas económicas emprendidas por Fidel Castro. Pero desde la creación de estos mercados, que operaron solo en divisas hasta el año pasado, los cubanos le reclamaban al gobierno una rebaja en los precios, sobre todo de los comestibles, inalcanzables para sus deprimidos bolsillos.

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