Cuba somete hoy a referéndum la primera reforma que obró en su Constitución en más de 40 años, para adaptar la redacción soviética, con modestos pero significativos avances, al rumbo que el Gobierno de Miguel Díaz-Canel pretende imprimir a la isla caribeña tras la partida de los hermanos Castro
La elaboración de una nueva Norma Fundamental fue la principal tarea pendiente que Raúl Castro dejó a Díaz-Canel al cederle la vara de mando después de diez años de Gobierno que siguieron a los casi 50 de su hermano Fidel, líder histórico de la Revolución Cubana.
En su discurso del 19 de abril de 2018, su despedida como presidente de los consejos de Estado y de Ministros, Raúl ya apuntó a la reforma de la Constitución como la principal labor a acometer por Díaz-Canel, aunque sin alterar el "objetivo estratégico" del país, subrayó.
El pequeño de los Castro se aseguró de que así sea al erigirse como jefe de la comisión parlamentaria que se ocupó del borrador del nuevo texto junto a una treintena de representantes "de los más diversos sectores de la sociedad", incluido el histórico comandante José Ramón Machado Ventura, de 87 años.
La versión vigente se forjó al calor del triunfo revolucionario de 1959 con la Constitución soviética como modelo. Desde entonces, 1976, se enmendó tres veces. La primera fue ese mismo año para renombrar la Isla de Pinos como Isla de la Juventud; la segunda, en 1992, para abrir las relaciones internacionales a Occidente ante el desmoronamiento de la URSS; y la última, en 2002, para hacer irreversible el "carácter socialista" del país.
Las motivaciones ahora son similares a las de los años 90. Cuba, dijo el propio Díaz-Canel al presentar el primer borrador, el pasado mes de julio, está "obligada" a adaptar su Constitución a los nuevos tiempos a través de una "profunda" reforma que refleje "el presente y el futuro de la nación".
La propuesta inicial fue aprobada por unanimidad por los 605 miembros de la Asamblea Nacional en julio, tras lo cual se sometió a un proceso de "consulta popular" que se desarrolló entre agosto y noviembre y arrojó como resultado el texto a votar este 24 de febrero Lo que más ha llamado la atención a nivel político fue la renuncia tácita a la "sociedad comunista" a la que aspiraba el artículo 5 de la vieja versión. Ahora, se encomienda al Partido Comunista de Cuba (PCC) "organizar y orientar los esfuerzos comunes hacia la construcción del socialismo".
Sin embargo, el PCC, definido como "martiano, fidelista y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, sustentado en su carácter democrático", sigue siendo "la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado" y el "único" partido posible.
En tanto, la comunidad internacional esperaba con gran expectación la parte relativa a los Derechos Humanos. Amnistía Internacional (AI) ha lamentado que, si bien "a primera vista parece fortalecer los Derechos Humanos", un análisis más detallado revela que los limita a las leyes cubanas.
Los verdaderos cambios se aprecian en materia económica, dando forma jurídica a la tímida apertura impulsada por Raúl Castro a su llegada al Gobierno, en 2008, con la que florecieron los "cuentapropistas", aunque se vio frenada por la crisis mundial.
Se reconoce la propiedad privada y "el rol del mercado" y la inversión extranjera pasa de ser secundaria a "fundamental".
El presidente cubano hizo una intensa campaña por el sí "porque defiende la soberanía, la independencia y la dignidad de las cubanas y los cubanos" En contrapartida, organizaciones opositoras dicen "no" "a una Constitución que es antidemocrática" porque "desconoce la pluralidad de la sociedad" y no resuelve los problemas económicos de los cubanos".