Cuando la simple compra de arroz comporta un cálculo “bimonetario” y riesgo de confusión, aun si se habla el mismo idioma, es porque esa operación se está realizando en un mercado de Cuba, el país con la dualidad monetaria más singular del mundo.
Desde hace 12 años circulan dos monedas y ninguna de ellas es divisa extranjera, como en otros países. El peso cubano (CUP) y el peso convertible (CUC) son de cuño local y provocan dolor de cabeza y confusiones a los extranjeros, y son fuente de distorsiones macroeconómicas y desigualdades sociales en la isla.
Un peso convertible equivale a un dólar o 24 pesos cubanos. Si alguien quiere comprar una unidad convertible deberá pagar 25 CUP, pero al venderlo solo recibirá 24.
“Al principio fue difícil, porque hasta nosotros nos confundíamos, pero nos adaptamos”, afirma María Emilia Sánchez, propietaria de un pequeño puesto de frutas y granos en La Habana. Con “una sola moneda tendríamos menos dificultades porque hay personas, por ejemplo a las que les compramos o a los camioneros, que no quieren el CUC”, comentó esta mujer de 53 años.
Hace dos años los comercios de la isla, en su mayoría estatales, aceptan las dos monedas como parte de un experimento que en teoría debía llevar a la unificación monetaria. La eliminación del bimonetarismo fue acordada en 2011 durante el Congreso del Partido Comunista de Cuba, el acontecimiento político más importante en esta nación de sistema de partido único.
El Séptimo Congreso del Partido Comunista se instalará mañana y los cubanos esperan que se retome la compleja reforma hacia la adopción de una sola moneda.
¿Y el dólar? Ninguna transacción puede realizarse en divisa norteamericana, incluso antes de la crisis económica que estalló en los noventa por la caída de la Unión Soviética, la portación de dólares -la moneda del otrora enemigo- se pagaba con cárcel.
La crisis obligó al régimen comunista a flexibilizar su economía centralizada y despenalizar, en 1993, el uso del dólar a raíz de la entrada de turistas y de remesas.