Las divisas de la región se depreciaron frente el dólar y esto genera más presión sobre una moneda doméstica ya atrasada. Cepo mediante, está claro que el movimiento del peso no es libre, sin embargo, el Banco Central (BCRA) permitió desde el último mes un ritmo más acelerado de devaluación, en línea con lo que sucedía a nivel internacional.
Si bien los expertos saben que el atraso cambiario existe, la duda central es cuánta voluntad de corregir este desfasaje tiene el BCRA, además de cuánto es el margen de maniobra real existe para hacerlo. La propagación del coronavirus hizo que los inversores temieran por las consecuencias de una pandemia en la economía mundial y se refugiaran en activos más conservadores.
En este marco es que las monedas de la región se hundieron ante la divisa estadounidense. El real brasileño se hunde en lo que va del año poco más de 10%, mientras que el peso chileno y el colombiano pierden un 7,5% y un 6,2%, cada uno.
En la lista de las monedas de Latinoamérica más golpeadas, el peso argentino se ubica en cuarto lugar, con el 3,8%. El sol peruano y el peso mexicano también ceden, promedian una baja de 3,5%.
El tipo de cambio se acomoda según el gusto del BCRA, que en prácticamente todas las ruedas determina el techo del precio para cada día con una ficha de u$s 50 millones. No obstante, como la entidad no quiere que se atrase el peso en relación a la inflación ni a la demás monedas latinoamericanas, lo deja ir.
El costo es una presión sobre los precios. "El tipo de cambio se atrasó mucho desde el cepo hard, eso obliga a que empiece a subir; de hecho el mayorista ya está en $ 62, lo que demuestra que lo están dejando ir", señaló Matías Rajnerman, economista jefe de la consultora Ecolatina.
Para el experto, el peso "se tiene que acomodar"; como debe pagar deuda en dólares hay solo dos caminos para obtenerlos: por medio de la inversión, sea financiera o productivas, o por exportación. El escenario actual no permite pensar en posibles inversiones, por lo que la exportación es la clave, y esto lo sabe el presidente Alberto Fernández. "La salida que queda es mejorar la exportaciones de la mano una mayor la competitividad; eso se logra devaluando", explicó Rajnerman.
Los especialistas consideran difícil calcular de cuánto podría ser una depreciación adicional. Martín Saud, senior trader de Balanz, indicó: "Me parece que el peso viene tradeando bastante disociado del resto de las monedas. Todo el movimiento es más que nada por flujos.
Al no pagar el bono AF20, no liberaron pesos para que los clientes del exterior puedan dolarizarse y la demanda se corrió. Y los corporativos locales, que siguen bastante dolarizados, son los que hicieron bajar el dólar de $ 85 a $ 82". Según Miguel Zielonka, director de Econviews, "el peso oficial no flota libremente, por lo que es difícil pronosticar su comportamiento".
En sintonía, añadió: "La clave es ver cómo sigue el cisne negro de coronavirus. Dado que, aún sin flotar libremente, somos la moneda con mayor sensibilidad, si la corrección de mercado sigue, lo más probable es que el acomodamiento no haya terminado".