Luis Fermosel - la.fermosel@gmail.com
A pesar del silencio en que han caído los integrantes del triunvirato cegetista en los últimos días, todo lleva a indicar que el paro de actividades dispuesto para el 6 del actual puede resultar importante. Esencialmente porque han decidido adherir los gremios del transporte de corta, media y larga distancia nucleados en la Unión Tranviarios Automotor y en Mendoza en el Sindicato del Personal de Micros y Ómnibus. Si bien no lo dicen públicamente, los propios dirigentes sindicales consultados coinciden en señalar que se les habían cerrado los caminos y el paro resultó ser la "última" salida para enfrentar al malestar social.
Debemos partir de los hechos concretos. La central obrera nacional se encuentra actualmente carente de liderazgo. Sus tres secretarios generales fueron siempre las "segundas líneas" del movimiento obrero, detrás de las figuras de Hugo Moyano, del metalúrgico Antonio Caló o del gastronómico Luis Barrionuevo. A ello debe sumarse que ninguno de los triunviros (Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña) son propensos a discursos viscerales por la sencilla razón de que no sienten esa función y en segundo lugar porque los dos últimos (Daer y Acuña) responden políticamente a Sergio Massa y son diputados por esa agrupación política, lo que los lleva a morigerar sus expresiones públicas.
Y el tercer aspecto a considerar pasa por el hecho de que si bien la CGT intenta mantener la iniciativa, la realidad marca que "la calle" ha sido ganada por los gremios más combativos. Quedó demostrado en la última convocatoria realizada por la central obrera, que debió ser "suspendida" en los hechos a mitad de su realización como consecuencia de la presión de militantes de otras facciones políticas que reclamaban que en ese mismo momento la central obrera le pusiera fecha a un paro general de actividades. Paralelamente, los gremios más duros, como el de los docentes estatales que encabeza Roberto Baradel han demostrado una suficiente capacidad de movilización, como sucedió días pasados en la multitudinaria marcha hacia Plaza de Mayo reclamando la convocatoria a una paritaria nacional para la actividad.
Además de haber "perdido la calle" a manos de las organizaciones sociales y de los gremios más duros, el gremialismo tradicional se encuentra con un problema no menos inquietante: hay sindicatos que están siendo ganados en su interior por los dirigentes que responden a partidos de izquierda o que no están dispuestos a respetar la verticalidad sindical, como sucede con sindicalistas como el "Pollo" Sobrero o Roberto Baradel y, en el caso de Mendoza, con sectores internos de algunos gremios de trabajadores estatales.
Otra realidad
Otra de las realidades pasa por la relación entre el sindicalismo "tradicional" y el gobierno de turno. Debe recordarse que, a excepción del sector liderado por Antonio Caló, el resto del gremialismo mantuvo una dura tirantez con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Inclusive hubo dirigentes que manifestaron no entender cómo Caló se mantuvo en esa posición siendo que en una oportunidad la ex mandataria lo retó en público. El kircherismo no sólo no estuvo cerca de la dirigencia, sino que le abrió las puertas para que pudieran conformarse otras organizaciones sindicales de tercer grado (el primer grado son los sindicatos, el segundo las federaciones y el tercero las centrales obreras), como es el caso de las CTA, con las que el Gobierno anterior pareció sentirse más cercano, como fue el caso de Hugo Yaski.
Frente a ese panorama, ese sindicalismo "tradicional" se siente más a gusto con el actual gobierno y tuvo su premio, como la devolución del dinero de las obras sociales, entre otros aspectos. Paralelamente, muchos de los "gordos" conocen desde muy chico al actual ministro de Trabajo, Jorge Triacca, hijo del dirigente de los Plásticos, que fuera titular de la entonces CGT Azopardo, por lo que el diálogo fue y sigue siendo muy fluido. En ese mismo esquema, un dirigente nacional hizo alusión al acuerdo alcanzado por el gremio de Comercio, encabezado por uno de los "gordos", Armando Cavallieri, que acordó un incremento del 20 por ciento, actualizado de acuerdo con la inflación, lo que en los hechos pone un "techo" a otras organizaciones sindicales y hasta deja mal parados a los gremios docentes que no han aceptado el 19 por ciento ofrecido por el gobierno de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires. Y hablando de esos porcentajes, también cabría hacer alusión a lo que sucede en Mendoza, donde los docentes recibirán un 17 por ciento, establecido por decreto al no haber llegado a un acuerdo en paritarias.
El gobierno
Frente a los aspectos señalados, a algunos dirigentes sindicales "históricos" les llamó la atención la actitud del Gobierno, al salir a politizar la situación y calificar que el paro es impulsado por el kirchnerismo. "Nada más lejos de la realidad. Nosotros no vamos a trabajar por el retorno de Cristina porque con ella nos fue muy mal", dijo un dirigente que está enrolado en la CGT que conduce Luis Márquez, pero que no estuvo de acuerdo con que en el acto realizado en la explanada de la Casa de Gobierno se les diera micrófono a dirigentes de organizaciones sociales. "Si a mí me dan a elegir, me vuelco a favor de un peronista tradicional, como Juan Manuel Urtubey o bien con alguien como Sergio Massa, a quien le responden dos de los tres secretarios generales de la CGT", dijo la fuente consultada.
Así entonces, el gremialista no entiende la actitud de enfrentamiento del Gobierno para con el sindicalismo en general. "Creemos que responde a que nos encontramos en un año electoral y el Gobierno quiere polarizar con Cristina Fernández antes de hacerlo con Urtubey, Massa o Randazzo, como también esperamos que modifique su actitud después del paro y abra las puertas al diálogo. Caso contrario, se nos van a volver a cerrar todos los caminos", se sinceró el sindicalista.