Cuando la responsabilidad es de la gente

Sucede habitualmente para esta época del año en que se combinan las altas temperaturas con la irresponsabilidad de la gente, que suele utilizar los embalses, los ríos o los canales para refrescarse, sin tomar en cuenta el grave peligro que corren, tanto e

Cuando la responsabilidad es de la gente

Las noticias policiales se han hecho eco en los últimos días de gente que pereció ahogada en diferentes cauces de agua o en los grandes reservorios que se encuentran a lo largo de la provincia. En algunos casos pudo haber influido la mala fortuna, pero es sabido que los ríos mendocinos son extremadamente peligrosos por la velocidad con que circula el agua, como consecuencia del fuerte desnivel existente entre la montaña y el llano, mientras las represas y los diques también constituyen un peligro en razón de que han sido construidas sobre zonas que en algún momento fueron cultivos, como es el caso de El Carrizal.

Represas en las que los problemas se multiplican porque, por encontrarse en zonas de profundos cañadones, el viento suele jugar malas pasadas a quienes se internan a pescar en embarcaciones que no se encuentran en condiciones para enfrentar ese tipo de situaciones o no cuentan con elementos necesarios para afrontar un posible accidente.

Décadas atrás, el número de víctimas, tanto en Mendoza como en otras provincias era mucho más importante que en la actualidad. En el caso de San Luis o Córdoba, por ejemplo, la construcción de diques y represas generó que no se produzcan aquellos habituales incrementos sorpresivos en el caudal de los ríos cada vez que llovía aguas arriba y que solía arrastrar carpas y automóviles de quienes acampaban en las riberas. En Mendoza, el dique Potrerillos generó una situación similar y ha servido de contención para los caudales que cobran fuerza cuando se producen fuertes tormentas en la alta cordillera. De hecho, entonces, el peligro ha disminuido, pero de ninguna manera ha desaparecido.

Una situación también preocupante se produce con aquellos que utilizan, tanto los ríos como los canales de riego a modo de balnearios, poniendo en riesgo, en la gran mayoría de los casos, tanto su vida como la de sus familiares. Sucede que los caudales suelen ser engañosos, lo que provoca esa falta de cuidado o de necesario respeto que se le debe. Sólo debe recordarse que Mendoza, por contar con un clima desértico y con escasas precipitaciones hídricas, debe destinar una parte importante del agua de deshielo al regadío de las miles de fincas que se ubican en los alrededores de los centros poblados.

No se le puede achacar ningún tipo de responsabilidad a las autoridades por este tipo de situaciones. Sólo a modo de ejemplo puede señalarse que en los alrededores de los diques, como es el caso de El Carrizal y el Cipolletti, pululan los carteles advirtiendo sobre la peligrosidad de internarse en las aguas, mientras se han multiplicado las campañas oficiales para que la gente tome conciencia del problema. Paralelamente se adoptan medidas tales como cortar el agua de los canales en las festividades de fin de año, que solían ser los días en que mayor cantidad de situaciones se producían o, como ha sucedido ahora, se ha anunciado el cierre del lago del parque, tanto para evitar desmanes como también para que no se utilice el espejo de agua.

Sin embargo, pese a las advertencias, la gente sigue enfrentando a la naturaleza. De allí que surge la necesidad de que seamos los propios mendocinos los que tomemos verdadera conciencia de los peligros y adoptemos los recaudos necesarios.

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