Cuando la literatura ocupa corazones

Elsa Bornemann, la creadora de “Socorro” y “Un elefante ocupa mucho espacio” conmovió con sus cuentos a tres generaciones de argentinos.

Cuando la literatura ocupa corazones
Cuando la literatura ocupa corazones

“Que un elefante ocupa mucho espacio lo sabemos todos. Pero que Víctor, un elefante de circo, se decidió una vez a pensar 'en elefante', esto es, a tener una idea tan enorme como su cuerpo... ah... eso algunos no lo saben, y por eso se los cuento:

Verano. Los domadores dormían en sus carromatos, alineados a un costado de la gran carpa.

Los animales velaban desconcertados. No era para menos: cinco minutos antes el loro había volado de jaula en jaula comunicándoles la inquietante noticia. El elefante había declarado huelga general y proponía que ninguno actuara en la función del día siguiente”.

Así empieza “Un elefante ocupa mucho espacio”, el texto de Elsa Bornemann que, a su vez, tiene una historia particular. Durante la última dictadura militar, la que colocó en el poder al recientemente fallecido Videla, su libro  fue censurado y ella (profesora en Letras, escritora de canciones, obras de teatro y cuentos para niños y jóvenes) pasó a integrar la lista de autores prohibidos.

Aún así, ese mismo relato, escrito en el '75, fue galardonado al año siguiente con la Lista de Honor del Premio Internacional Hans Christian Andersen otorgado por IBBY (International Board on Books for Young People) por primera vez para un escritor argentino, al considerárselo un ejemplo de la literatura de importancia internacional.

“Ese texto es un estandarte de la libertad y un símbolo de la democracia”, consintió María Fernanda Maquieira, quien editó a Bornemann por más de 15 años. Y subrayó que “es una autora prolífica que escribe desde los 70, varias generaciones de lectores ya se han criado con sus libros. Escuelas, alumnos y maestros los eligen para leer en el colegio”.

Y sí: “Un elefante...” es una de las tantas razones por las que muchos narradores contemporáneos, en especial aquellos que la leyeron de niños, se sienten hoy marcadas por su obra y se quitan el sombrero para despedirla. Sobre todo, porque a partir de ella muchos pequeños lectores comenzaron a sentirse respetados: “¿Acaso, a veces, de tanto en tanto, los fantasmas también tengan miedo... y nos necesiten?”

Ella, doctora en Letras y políglota, eligió la literatura infantil y juvenil como campo fértil de ideas. En esa década políticamente convulsa, comenzó a publicar sus primeros libros, que dieron inicio a su extensa trayectoria como autora, y que contó con textos como “El libro de los chicos enamorados (poemas)”; “El último mago o Bilembambudín”; los cuentos “Socorro” y “El espejo distraído”, con el que fue reconocida con Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), entre otros.

Algunas de sus obras fueron utilizadas como libros de lectura en las escuelas primarias.

En 1977 recibió el galardón “San Francisco de Asís”, otorgado por la Sociedad Misionera de Escritores en reconocimiento a su obra en beneficio de la infancia, y en 1995 logró el premio Konex de Platino al ser elegida como la escritora más relevante en la década.

Desde el viernes, que un comunicado de Facebook vía Alfaguara anunció su partida, a los 61 años, no paran de sumarse en las redes comentarios como éste: “‘Mil grullas’, ‘Queridos monstruos’, ‘No somos irrompibles’... Qué recuerdos de esos exquisitos cuentos que alimentaron mis ganas de leer cuando era chico. Un placer, señora, haberla leído, y me queda en la retina una frase de su cuento : ‘hoy comparto contigo lo que tengo...hoy me separo de ti sin guardarme ninguna palabra para mañana...’”.

Y así, uno tras otros, los pasajes favoritos de sus lectores no dejan de homenajearla. Ahí, pues,  está una de las claves de una autora cuyas obras nunca dejaron de reeditarse. Ahí está “Manos”, uno de los cuentos del clásico ¡Socorro!, que es uno de los más recordados.

Esa historia en la que tres amiguitas están aterrorizadas en medio de una tormenta y que, para calmarse, se toman las manos, y el lector descubre en la última línea que en realidad agarraron manos fantasmales -también muertas de miedo- volvió a producir el escalofrío de varios que, con él, se asustaron más que con el filme “Los otros”.

“Fue la primera en publicar cuentos de terror para chicos en Argentina, abrió muchas puertas, fue una escritora muy innovadora, y eso la convirtió en alguien muy importante para la literatura infantil del país”, destacó Antonio Santa Ana, escritor y editor de Alfaguara, y subrayó que “siempre fue una escritora elegida por los lectores”.

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