Cuando la violencia se muda a la oficina

Estas situaciones en áreas laborales no distinguen por sexo, pero lastiman en lo más vulnerable del sistema: el mundo femenino. Aquí los profesionales nos ayudan a detectarla y buscar soluciones.

Cuando la violencia se muda a la oficina
Cuando la violencia se muda a la oficina

Nadie lo duda: el tema está en el tapete, en la calle, en la esquina, en tu casa...Y no se trata de que exista ahora, sólo es más visible, y estamos dispuestos a agudizar la vista en este sentido. Y eso es bueno, aunque aún falte mucho por hacer...Hablamos de la violencia de género. Algo que se empalma también al ámbito laboral arrastrando viejas deudas de equidad entre hombres y mujeres.

Es en este sentido que los aportes y las miradas profesionales continúan sumando voces para hacer visible una violencia, que sin ser de puño duele igual, generando trastornos físicos, mentales y de rendimiento.

La palabra de la socióloga Silvina Anfuso (jefa del departamento de Mujer y Equidad de la Municipalidad de Godoy Cruz) y la psicóloga laboral Viviana Imperiale (titular de la cátedra de Psicología Laboral en la Universidad del Aconcagua y disertante en diversos claustros académicos).

Maltratos que dejan huella

El mundo laboral para la mujer se abrió a través del tiempo ubicándola más allá del hogar o los quehaceres domésticos de otros tiempos, pero aún hay temas y limitaciones que la siguen dejando relegada, y que la vuelven una “presa” más vulnerable.

“El tema de la violencia en el lugar de trabajo implica varios conceptos. Por un lado está la violencia estructural, es decir, aquella que tiene que ver con las características esgrimidas por la organización y que a veces pueden generar que haya un cierto rechazo en los empleados provocando malestar en los mismos. También está la violencia vinculada a la discriminación (de razas, sexo, etc), el acoso sexual, el acoso psicológico (conocido como ‘mobbing’) y también el maltrato laboral”, enumera Imperiale.

- ¿Con qué se vincula el maltrato laboral?

- Tiene que ver con un aspecto de la violencia laboral que es generalizada, y es más común que se dé hacia las mujeres. 
Las diversas investigaciones desnudan que este tipo de acción suele verse que se da hacia mujeres de hogar, o en aquellas que tienen baja capacitación, e incluso, las que son muy jóvenes y están dando sus primeros pasos a nivel de trabajo.

- ¿Qué mecanismos de violencia suelen verse concretamente?

- Hay que entender que la violencia laboral no sólo se da hacia las mujeres, sino también en los hombres; por ejemplo en el exceso de trabajo en donde todos sin excepción, se ven recargados. Lo que sí es cierto es que en general, a ellas se les delegan tareas de menor importancia, entonces allí sí se estaría ejerciendo un tipo de violencia y discriminación. En muchos lugares se cree que el mundo femenino en un lugar de trabajo está para servir el café, o atender asuntos menores. Obviamente la mujer sabe trabajar muy bien y lo hace en otros roles de su vida, pero además puede ser muy valiosa y capacitada, y no estar para preparar el café y servirlo en la reunión de trabajo. Tiene habilidades y competencias para trabajar en esas reuniones a la par de los hombres. Cuando esto no se le permite, sí se está ejerciendo un modo de violencia.

- ¿En qué se diferencia esa violencia generalizada, con el mobbing?

- En el caso del mobbing es ejercido por una persona hacia otra elegida como víctima, porque opaca o le hace sombra al victimario. En cambio, la violencia laboral aparece generalizada. Generalmente también se da de manera descendente, es decir: es el jefe el que acosa o tiene este comportamiento agresivo hacia sus subalternos (es lo más común) y también puede darse entre compañeros.

- Una mujer en un alto cargo, con hombres como subalternos, ¿puede vivir también violencia?

- De hecho se observa mucho. Por ejemplo, en actitudes como los rumores o cuchicheos cada vez que se arrima a sus empleados, o tener que estar permanentemente cuidándose en estos ámbitos masculinos, incluso hasta en la ropa. Es decir: masculinizarse un poco, cuidarse de no mostrar demasiado, o limitar conductas como puede ser una reunión de trabajo al mediodía, respecto de una a la noche. Definitivamente tiene que preservarse de éstos y varios detalles, que entre hombres, no ocurre.

- ¿Cuál es el desafío desde las mujeres y la cultura misma?

- No se trata en realidad sólo de las mujeres y las empresas, sino también estaríamos discriminando. El tema pasa por todos como sociedad. Por un lado, las empresas deben cumplir con las leyes que hay, ya que esto está contemplado desde la Constitución Nacional, hasta las leyes específicas concernientes a la discriminación, la protección integral de las mujeres, y la declaración sociolaboral del Mercosur... Hay todo un contexto legal que intenta prevenir estas situaciones. En segundo lugar deben cumplir con las leyes, generando procedimientos para dar cauce a los reclamos y denuncias que hacen las mujeres. Cuando el mundo femenino es víctima de la violencia no sabe a quién y cómo denunciarlo. Lo real es que tienden sólo a contárselo a las personas más cercanas, o que están fuera de la organización. Esto hace que la causa no tenga un buen asidero. El desafío es buscar procedimientos de prevención y de sensibilización, fomentando la igualdad y trabajo en equipo, desde la organización.

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