Cuando la víctima se vuelve detective

En una práctica tan peligrosa como corriente, muchas víctimas de atracos persiguen y hasta se comunican con los ladrones y logran -mediante un acuerdo o con la ayuda policial- recuperar lo robado. Dos casos de este año. Qué dicen en Seguridad.

Cuando la víctima se vuelve detective
Cuando la víctima se vuelve detective

El 28 de marzo a las cuatro de la tarde, el periodista Julián (28) dejó estacionado su Chevy 75 en Perú y Videla Correa de Ciudad. A la media hora, cuando regresó, el auto no estaba. Como se trata de un vehículo prácticamente de colección (hay muy pocos) y de un color que llamaba la atención, Julián supuso que la Policía no iba a tener problemas en dar con él. Se equivocó.

"Hicimos la denuncia en la oficina fiscal correspondiente y después hablamos con autoridades policiales que nos dijeron: 'Por la zona donde fue robado, lo más probable es que esté en el barrio San Martín o en Las Heras; los ladrones no hacen grandes distancias con autos robados'.”

Julián se quedó con la denuncia en su mano pero se dio cuenta de que si no ponía algo de sí, la pesquisa iba a ir lenta. "Tras varios días sin novedades, comenzamos a hacer fotocopias con la foto del auto y pegarlas por todo el Centro con varios números de celulares y a hacer una campaña por redes sociales".

Rápidamente aparecieron los primeros interesados, "unos sujetos que por sms nos aseguraban dónde estaba el auto y nos pedían 5 mil pesos por el dato. Se identificaban como gente del ambiente. A todo esto, los policías de Automotores nos decían que no era conveniente acercarse a ellos porque por lo general son estafadores que se aprovechan de la situación y que cuando vas con la plata no sólo no te dan el auto, sino que te roban el dinero".

Hasta que la buena noticia llegó por medio de otros mensajes de texto: "Tu auto está en Maipú", decía uno; "Vi uno igual al tuyo en un barrio de Maipú", decía otro. Una tercera comunicación coincidente despejó las dudas de Julián.

"Con integrantes de mi familia empezamos a ir a ese barrio a diversas horas del día". En una de esas recorridas, al fondo de una casa, en una especie de taller clandestino, dieron con el Chevy, que ya no tenía las llantas originales. "Avisamos a la Policía y pusieron agentes de civil hasta que por fin allanaron el sitio y dieron con el auto", rememora, feliz, Julián.

Más allá de la alegría de haber recuperado su Chevy, Julián reconoce que gastó más de 2.000 pesos entre nafta, fotocopias y cargas a celulares para su pesquisa.

"El dueño del taller fue detenido y acusado de encubrimiento, un delito menor, por lo que pienso que debe estar en libertad. Pero lo que no deja de sorprenderme fue el hecho de asomar la cabeza a ese mundo delictivo donde todos saben todo: que los ladrones de autos de Luján no tienen códigos y que roban en sitios donde no les corresponde, porque parece que los de Godoy Cruz, los de Capital y los de Maipú, por dar un ejemplo, tienen sus zonas preestablecidas para cada uno robar sus vehículos".

Cinco mil por mi moto
El 13 de abril a las 19.30, Alberto (también periodista) tuvo la mala idea de dejar su moto Yamaha Súper Tenere en la puerta de su casa de La Carrodilla. Cuando salió, la moto no estaba. "Se la llevaron a pie porque estaba trabada", rememora ahora la víctima.

Alberto hizo la denuncia en la Oficina Fiscal de Carrodilla. "Allí me dijeron que era muy factible que la moto estuviera en el barrio que queda al lado del mío.

Entonces Alberto comenzó con su campaña por Facebook y con los carteles pegados en la zona con la foto de la moto y varios celulares para comunicarse. En el afiche color salía la moto y esta leyenda: ""Se la llevaron de la puerta de mi casa, hay recompensa", con un número de celular abajo.

Por Facebook, el joven posteó una foto acompañado de este texto: "Bueno... me robaron la moto de la puerta de mi casa, en el barrio Los Olivos. Es una Yamaha Super Tenere color verde oscuro. Le faltan los dos plásticos delanteros. Es modelo 94. Hay recompensa por la vuelta. Mi celu es 156XXXXXX"

Los mensajes no tardaron en llegar hasta que uno de ellos llamó la atención de la víctima, fue el domingo 15 de marzo: "¿Usted es el dueño de la moto robada?". Sin demoras, Alberto llamó al número que salía en el sms. "Me atendió un chico que se escuchaba muy joven".

-Hola, señor. Yo no tengo nada que ver con la moto robada, pero tengo una tía que conoce al chorro y si usted paga le podemos recuperar la moto. Déjeme que yo hable con mi tía y después le llamo.

Así, Alberto y el joven desconocido intercambiaron varios llamados en los que la víctima se dio cuenta de que, efectivamente, era su moto de la que hablaban. En una de las comunicaciones, el chico le dijo: "Los que mi tía conoce quieren cinco mil pesos de recompensa”.

La víctima se comunicó con la gente de Investigaciones y le contó que pensaba recuperar su moto mediante el pago. "La Policía me advirtió que tuviera cuidado, que muchas veces te sacan la plata y encima no te devuelven la moto."

Alberto acordó con los "secuestradores" de su Yamaha un punto de encuentro para que él viera si se trataba de su moto y entonces sí dejar el dinero.
Quienes tenían la Yamaha le explicaron a Beto los pasos a seguir: "Va a ir hoy (era domingo 15 de marzo) a las 11 de la noche hasta la puerta de la escuela Scalabrini Ortiz, y allí va a estar su moto estacionada. Al lado va a encontrar a una señora que va a estar hablando por un celular; bueno, a ella le da la plata".

Esa noche, a la hora señalada, el periodista fue con un amigo en auto a las 11 de la noche hasta la escuela que queda en el barrio Huarpes. En efecto, la Yamaha estaba allí, perfectamente estacionada; al lado de la moto estaba la mujer con el celular; "y no se veía a nadie más", recuerda Alberto.

-Hola, ¿usted es la tía de Matías?- preguntó la víctima

-Sí -dijo la mujer, y recibió los billetes sin hacer preguntas.

En la noche cerrada y empujando su amada moto (ya que le habían roto el tambor), Alberto dejó el barrio a paso de hombre con la compañía en auto de su amigo, que manejaba a paso de hombre.

"Luego fui a la Oficina Fiscal a avisar que la moto había aparecido".

Para la Policía, "es arriesgado"

Los efectivos de Investigaciones están al tanto de este tipo de prácticas que llevan a cabo algunas víctimas. "Nosotros no alentamos que la gente se comunique con los delincuentes y actúe por sí misma. Es muy arriesgado y muchas veces hemos conocido casos que han terminado muy mal: con las víctimas estafadas y hasta golpeadas", indica un alto jefe de Investigaciones.

En muchos casos, nosotros les decimos (a las víctimas) que no vayan a ciertos lugares que son peligrosos y que los traigan (a los delincuentes) a lugares donde nosotros podamos actuar, por ejemplo, con personal camuflado", cerró el policía consultado, quien volvió a poner énfasis en que no es lo más aconsejable pactar con delincuentes.

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