Cuando la mente nos hace engordar

En el mundo somos alrededor de 7.000 millones de personas. Casi un tercio -unos 2.300 millones- tienen sobrepeso o son obesos. Esta cifra va en aumento en diferentes partes del mundo y las causas son tan múltiples que involucran hasta a las emociones acum

Nuestro país ocupa el séptimo puesto en el ranking mundial de sobrepeso, según un estudio elaborado por la ONU: con un casi 30% de la población con esta condición, Argentina integra la lista de países con esta problemática que va en aumento, transformando a la obesidad en un problema de salud grave y que necesita medidas para controlarlo.

Además de políticas sanitarias para enfrentar la situación es importante tratar los temas emocionales que muchas veces conducen a comer en exceso, ocasionando dificultades en la salud de las personas. Y no solo nos referimos al sobrepeso u obesidad, sino a toda una serie de condiciones médicas serias como la hipertensión, enfermedades cardíacas y apoplejía, diabetes tipo 2, enfermedad de la vesícula biliar, fatiga crónica, asma, apnea obstructiva del sueño, problemas en el sistema reproductivo y algunas formas de cáncer.

Para hablar de obesidad, comencemos por definirla

Se podría decir que es una enfermedad bio-psico-social, crónica e incurable, y de origen multifactorial. La OMS la define como una acumulación excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud.

Desde Mendoza, opina la licenciada Patricia Sánchez, psicóloga especializada en obesidad y cirugías para bajar de peso (ella es obesa recuperada hace 5 años y con sostenimiento de 70 kg. bajados hasta la actualidad). La profesional afirma que la definición de la OMS es válida pero incompleta, “porque no hace mención alguna de los factores emocionales (acumulación de angustia, pérdidas de trabajo, de amor, de objetos significativos, duelos no elaborados, ansiedad, ira, aburrimiento, entre otros) que son las causas que llevan a las personas a comer en exceso”.

Según la especialista este es el origen del cual se debe partir. No se puede pensar sólo en la superficie, en “la cima del iceberg”, que son los kilos de más, “estos serían los efectos o consecuencias que con un plan alimentario saludable disminuirían; pero hay que ir al origen, a lo que subyace, a lo que no se ve, a la profundidad, a las causas psicológicas de la obesidad”, agrega Sánchez.

Esto nos hace pensar que las causas de la obesidad no hay que limitarlas a factores genéticos, a comer en exceso o a un estilo de vida sedentario, sino que hay que agregar todo aquello que hacemos, pensamos y sentimos: la tristeza, ansiedad o estrés puede alterar la forma de alimentarse.

Dice Sánchez que “detrás de un obeso, hay una persona que sufre” y es a partir “la angustia” donde se debe abordar dicha enfermedad, por eso es necesario el reconocimiento de las emociones, la aceptación y control de las mismas.

La angustia genera un vacío, un displacer, el cual necesita ser aliviado. Con la necesidad de calmar y evitar de forma inmediata el sufrimiento se utilizan los alimentos para compensar dicho vacío y/o pérdidas de distintos objetos amorosos, nos explica Sánchez y continúa explayándose: es ese el lugar simbólico que se le asigna a la comida lo cual implica que haya una relación directa entre la angustia y las excesivas ingestas.

Esto se produce porque las personas no pueden, o no saben, poner en palabras, ni manifestar aquello que sienten, es por eso que a la obesidad se la conoce como “Patología del Silencio”.

Esta idea de lo “simbólico” que plantea la especialista, podría explicarse como una forma de “protegerse” de las demás personas o de algún trauma o situación vivida con estrés y que quedó grabado en nuestro inconsciente.

La obesidad acumula, bajo la capa de la piel, una cantidad de grasa y se retiene una gran cantidad de líquido que el organismo no puede eliminar. Desde la perspectiva de esta profesional las emociones intervienen desde una perspectiva de “toxicidad”.

Agrega Sánchez que “detrás de la obesidad hay conflictos internos no resueltos: mientras más kilos carga el cuerpo, más se tapan dichos conflictos”, a partir de esto podemos afirmar que el tratamiento psicológico es el anclaje, es el medio para alcanzar dicho fin. Pero no solo lo psicológico, sino que los aspectos nutricionales y físicos también posibilitan el equilibrio entre cuerpo y mente.

Los tres pilares

Ya hablamos del pilar psicológico pero, según Sánchez, es recomendable enfrentar esta problemática desde dos pilares más: el nutricional y el físico. Es preciso profundizar en estos aspectos, logrando potenciar el equilibrio cuerpo-mente de los pacientes obesos. 
Destaquemos cada uno de ellos.

Desde el punto de vista nutricional

La licenciada Laura Mónaco (especializada en obesidad y cirugías bariátricas) dice que a partir de la  psico-educación alimentaria se produce un cambio de hábitos, por medio de los cuales se genera un orden en la ingesta de alimentos, permitiendo así la modificación de conductas adquiridas. Alimentación saludable, variada y placentera. Se insiste en la eliminación de “dietas” ya que las mismas conducen a la transgresión como todo lo que aparece como norma prohibitiva. En su lugar se propone un plan alimentario saludable, que implica la posibilidad del paciente de iniciar un proceso de aprendizaje para adquirir un nuevo estilo de vida.

Otro aspecto fundamental: el físico

Tatiana Cardozo, profesora de Educación Física, sostiene que la importancia radica en mantener, mejorar y recuperar la condición física, a través del movimiento placentero con conductas que mejoren la motivación, la adhesión y sobre todo estimular al paciente a que incorpore el ejercicio como un hábito permanente.

El paciente debe sentir y disfrutar la actividad física es por eso que se lo convoca a realizar algo original y distinto; como caminatas, actividades lúdicas y recreativas al aire libre, a liberar su cuerpo mediante el baile; entre otras.

También el aspecto estético es importante frente a la problemática de la obesidad. Al respecto, Claudia Carol, estilista, agrega que es de primordial importancia estimular al paciente a cuidar y respetar su cuerpo y su imagen.

Es por ello que las terapias ligadas a la masoterapia son buenas herramientas de complemento para ir acompañando el descenso del peso con cambios paulatinos en la imagen exterior para que puedan integrarse, al mismo tiempo, con los cambios internos.

Así, enfrentar problemas de control de peso requiere, por un lado, una  asistencia médica que incluya tanto dieta como ejercicio que permitan desarrollar un plan seguro para perder peso, adoptar nuevos hábitos que fomenten estilos de vida más saludables y, por otro lado, lo que no debe dejarse de lado: prestar atención a las actitudes y situaciones emocionales que pueden haber causado la obesidad y tener una contención psicológica que colabore con enfrentar diferentes aspectos psicológicos tales como el estrés, la depresión o las experiencias que podrían estar ligadas al aumento de peso.

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