Cuando la limosna es grande...

¿Qué hace que los hombres más ricos del mundo inviertan en el fútbol, una actividad que no es para nada rentable?

Cuando la limosna es grande...

Maxi Salgado -  msalgado@losandes.com.ar  / Twitter: @maxisalgado

Decir que el fútbol -desde hace tiempo- dejó de ser un deporte para convertirse en un negocio sería como creerse inventor por darse cuenta que el mate tiene un agujero.

Esta semana se dieron dos situaciones difíciles de entender, sobretodo porque uno está hablando de hombres de negocios.

Multimillonarios que no acumularon dinero por ser herederos, sino por su inteligencia a la hora de desarrollar el comercio.

La llegada del mendocino  Enzo Pérez a River fue la que disparó un sinfín de preguntas. ¿Por qué un club que hace un par de temporadas invirtió 24 millones en un jugador lo termina subastando en apenas 3 millones?

Para muchos, la explicación es fácil. Peter Lim el singapurense que es el dueño del Valencia, es un hombre que compró al club “Ché” con la única intención de comprar y vender jugadores que le dejaran rentabilidad. Para él, era como el intercambio de acciones en la Bolsa, actividad en la que es un campeón y que lo llevó a acumular más de 2.500 millones de dólares.

El hombre olvidó que, en este caso, estaba manejándose con seres humanos, los que, a diferencia de las acciones, tienen sentimientos, músculos que se cansan y situaciones psicológicas que afectan un rendimiento. A Pérez se lo acusa de haberse lesionado mucho. Si hasta le han sacado las cuentas de los partidos que se perdió por problemas físicos y/o suspensiones.

Lo que parece un capricho del singapurense, está terminando de la peor manera. Ya se habla de que habría puesto a la venta la institución y que hasta cambió a tres presidentes o gerentes generales.

Como contrapartida, más allá de que después se desmintió, durante varios días aseguraron que Boca iba a vender a Cristian Pavón por 24  millones, seis  más de lo que marca la cláusula de rescisión.

¿Cuál es el negocio?

A la luz de los fríos números, ninguno. Igual cuando uno se pone a hurgar se encuentra con que el Zenit es propiedad de Gazprom, una compañía que controla el 15% de las reservas mundiales de gas y de petróleo. El año pasado facturó 165.000 millones de dólares y está controlada por el Estado.

Es además sponsor del Schalke 04 de Alemania, del Chelsea de Inglaterra, y de la Champions League, y obviamente es uno de los principales auspiciantes de la FIFA con vistas al Mundial de 2018, que se celebrará en Rusia.

No hay que ser Einstein para darse cuenta que lo que buscan es crear una atención mundial de cara la gran cita del año próximo y más en un país que desde hace tiempo viene salpicado por el flagelo del doping en sus atletas.

“El fútbol no da ganancias, el Atlético no da dinero, lo quema”, lanzó este año en el Foro de Davos, Wang Jianlin, el dueño de Wanda y quien con 32.000 millones de dólares es el hombre más rico de China.

Pero fue más allá y aseguró que “me gusta más el dinero que el deporte, pero este último “se puede acceder a eventos y negocios a nivel global, en los que de otro modo es muy difícil entrar”. Ahí está el huevo y no lo pise.

Ese acceso que da el fútbol, ha sido usado fantásticamente por el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez. El español, dueño de la empresa ACS (Actividades de Construcción y Servicios) ha realizado negocios millonarios con Colombia entre los que se destacan la doble vía Pacífico Medellín y Bolombolo, una obra 49 kilómetros, 42 puentes y dos túneles con la que se pretende reducir a 7 horas la ruta Medellín-Buenaventura.

Las ganancias que el español recibirá por ello ascienden a 1.000 millones de dólares. Su gran jugada fue comprar a James Rodríguez por el que pagó 85 millones de dólares. La llegada del colombiano a los Merengues le dio al presidente de la Casa Blanca una visibilidad que antes no tenía entre los “cafeteros”.

Los periodistas colombianos cuentan que esta receta Pérez ya la había puesto en práctica en otros países. En el 2004, Real Madrid hizo una gira por Asia y la empresa ACS consiguió ganó una licitación en el puerto de Jingtang (China).

Le compró al Atlético de Bilbao a Asier Illaramendi y un tiempo después el estadio del club vasco fue remodelado... ¿Por quién? Por ACS.

Lo mismo sucedió cuando en el 2014 compró al mexicano Javier “Chicharito” Hernández y, casi instantáneamente consiguió un contrato en México con la petrolera estatal Pemex por un valor de 2.100 millones de dólares. En el 2009, meses después de contratar al chileno Manuel Pellegrini, ACS expandió sus tentáculos en Chile.

Los santos desconfían

Ya nadie debería preguntarse entonces porqué tantos millonarios se acercan al fútbol cuando no tienen la necesidad. En la lista podemos nombrar al mexicano Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo, quien tiene acciones en cuatro clubes, de los cuales tres son mexicanos y uno español o a George Soros, entre los 50 más ricos del planeta, tiene una pequeña participación en el Manchester United.

Muchas recuerdan que esa vidriera le permitió a Silvio Berlusconi, ex mandatario del Milan, llegar a la presidencia de Italia. También miran de reojo hacia a la Argentina, en donde cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.

Todo justo en una semana en la que la FIFA sacó a relucir que hubo corrupción en la elección de Rusia y Qatar como sedes de las próximas ediciones de la Copa del mundo.

En el famoso informe García, que le costó más de 8 millones de dólares y fue pedido por la propia FIFA, el dirigente argentino es nombrado 126 veces en 359 páginas del escrito... y la mayoría de las veces vinculado al poder.

Mientras tanto, la AFA no sabe como parar una catarata de juicios que se le han venido encima a Chiqui Tapia y compañía. Y cuando decimos compañía, hablamos de Daniel Angelici, presidente de Boca y hombre muy cercano a Mauricio Macri.

Es la herencia que dejó una dirigencia que se eternizó en el poder y sólo se ocupó de sus números. Menos mal que “Todo Pasa” decía JG, un pensador contemporáneo oriundo de Sarandí.

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