Cuando la altura del año pasa factura

Lo laboral suele sentirse más intenso y generar estrés, cuando la cercanía de los últimos meses del año se perciben como la carga acumulada. Claves profesionales para organizarse y vivir las responsabilidades más relajados.

Cuando la altura del año pasa factura
Cuando la altura del año pasa factura

Llega setiembre y además de ser el mes de la primavera, las flores y la adolescencia efervescente, también plantea para los adultos una maratón personal contra el estrés laboral, para afrontar el último tramo del año... Ese tirón cuyo paso es eterno para algunas cosas (las responsabilidades) y veloz para otras.

En lo que a trabajo concierne, el sueño, agotamiento y la irritabilidad que deviene de ellos forman un cóctel poderoso que por estos meses se traduce en una situación de estrés.

No es privativo de una sola persona. De hecho, en unas más, y en otras menos, todas experimentan el agotamiento natural que la altura del año supone.

Desde la palabra profesional acercamos pautas para vislumbrar lo que implica esta etapa, y las alternativas que pueden tenerse en cuenta para organizar y vivir las obligaciones laborales, de una manera beneficiosa.

¡Quiero vacaciones ya!

Por más que no se trate del último mes del año, muchos sienten el mes de setiembre como un tobogán cercano-lejano, hacia el brindis navideño. Como explica la psiquiatra Lola Gómez de Pérez: “Es natural que las personas sientan que esta altura del año les pasa factura. Presiones, exigencias, responsabilidades suman más en esta etapa. Por ello es importante que los sujetos vayan estableciendo metas a corto plazo. Es decir: tareas a realizar en el día a día, no sólo en el hogar y para el ocio, sino en el trabajo y las responsabilidades devenidas del mismo.

- Un día a la vez...

- Tal cual. Y tomarse el tiempo como para poder matizar lo laboral, con alguna actividad recreativa, creativa y con la implementación de las horas necesarias para descansar. Lo que es muy importante es focalizarse en el día a día, distribuyendo todo lo que se tiene y desea hacer, de manera equilibrada. Eso definitivamente nos armoniza en esta etapa del año más dura y agotadora.

- ¿Qué es lo que más le cuesta al individuo?

- Hay que entender que las cosas no son siempre a largo plazo, sino que el beneficio de ver estos aspectos de manera más cercana deviene en el camino constante que se va haciendo, desde que nos levantamos, hasta que nos acostamos. La constancia es la clave en este aspecto.

-¿Desgasta más estar pensando, lo que falta por hacer en el trabajo para los próximos días o semanas, que focalizarse en un plan organizativo día a día?

- Totalmente. Esta actitud se  transforma en pensamientos presionantes para las personas, que ya están estresadas y si se suman estas presiones, sólo consiguen angustiarse más. Hay que apostar a un pensamiento positivo: poder repasar los logros que se han llevado a cabo hasta el momento para que, de esa manera, surja una predisposición para que la perspectiva futura sea mejor. Es una cuestión de actitud que nosotros mismos generamos. Ese es el mensaje que uno debe darse todo el tiempo.

- ¿Cómo deberíamos reflexionar acerca de nuestras responsabilidades laborales para que no nos pasen factura?

- Primero hay que tomar conciencia que si se tiene una fuente laboral, en un contexto complejo en el que muchos buscan y no encuentran, es algo positivo por el que tenemos que dar gracias. Si la persona se coloca en perspectiva, y ve lo que tiene, lo que ha logrado por su esfuerzo, esto implica un primer gran punto a favor que se tiene para una nueva mirada. El segundo factor a tener en cuenta es que el trabajo y cómo se vive, deriva directamente de una actitud interna de la persona. Si empezamos el día sintiendo odio, fastidio, negatividad y alimentamos esa actitud, sin aceptación, obviamente el trabajo será una mochila no solamente pesada, sino terrible. En cambio si se piensa lo laboral como todo lo que implica en sí mismo: fuente de identidad, de pertenencia, de realización y creación entre otros elementos que lo forman, el individuo puede echar mano a esas herramientas para organizarse y vivirlo distinto.

- ¿Qué pautas ayudan en este sentido?

- Se tiene que tener en claro el trabajo puntual que se tiene que hacer en el día a día, para organizar el mismo. Es decir sería pensar y decidirse por llevar a cabo lo más importante, para que luego en lo semanal o mensual, vaya confluyendo a la realización de una meta más general. La organización es fundamental para vivir más tranquilos, desde horarios, hasta el discernimiento de lo importante y lo aleatorio. Hay que pensar que por más cansados que estemos a esta altura, si hemos conseguido llegar bien hasta acá, podremos seguirlo haciendo y concluir con éxito el año. De todas maneras es algo que en general les pasa a muchos, y es natural. Esta sensación comienza desde julio en adelante, sin distinción de género.

- ¿Por qué a partir de julio?

- Lo veo mucho en consultorio por dos aspectos: uno es que como se tienen las vacaciones invernales, cuando las mismas concluyen, la vuelta al trabajo implica un nuevo recomenzar, el duelo del fin del descanso y retornar a las obligaciones por parte de las personas. Y por el otro, también implica una situación de cambio en la que es normal ese bajón, o sensación de angustia o protesta, ante la adaptación del nuevo del ritmo laboral. Lo importante es que esa situación que tenemos que retomar, nos da la opción de hacerlo de la mejor manera: como un desafío incipiente, que si enfrentamos con actitud, aceptación y de un día a la vez, lograremos sacar lo mejor de nosotros mismos.

"Priorizar es la clave para organizarse"

Por Beatriz Goldberg (licenciada en Psicología)

El estrés es positivo cuando propulsa a la persona hacia la acción, mientras no sea algo extremo. Lo que puede hacer el sujeto a la hora de la organización laboral y hasta personal es tratar de priorizar lo que se tiene, quiere o debe hacerse, sin minimizar lo que resta, pero sí dándole el lugar que merece. Es la clave para organizarse.

A veces se tiene la tendencia a querer hacer todo el mismo día, porque “de paso lo dejo listo”, se dice el sujeto. Cuando en realidad (y sobre todo a una altura del año en que todos expresan su cansancio) discriminar lo importante y urgente, de lo que no lo es, genera más relajo en el sujeto. De lo contrario se vive en un eterno boicot que nos estresa el doble de manera innecesaria.

Decir “no puedo”, o decidir “este proyecto lo hago en otro momento porque puede esperar” es bajar el estrés innecesario que se vive en épocas como estas. Muchos pacientes experimentan el mes de setiembre con la sensación de que se está terminando el año, y que tienen que hacer todo ya; y eso no es así. Priorizar es priorizarse y apostar a la salud.

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