Las siempre sospechosas casualidades permiten que el (mal) recuerdo de aquel día vuelva a la memoria de los argentinos más fresco que nunca el próximo 25 de junio. A 20 años exactos del día en que a Maradona le dio positivo el control antidoping en el Mundial de Estados Unidos 1994, otra Selección Argentina se enfrentará en otra copa del mundo, Brasil 2014, contra el mismo rival: Nigeria.
Por supuesto, todos esperamos que el talento de Messi (y algo más) hagan olvidar aquel famoso día en que a Diego “le cortaron las piernas”, una historia que -dos décadas después- desempolvaron los periodistas Alejandro Wall y Ezequiel Burgo en “El último Maradona”.
Se trata de una impecable investigación que acaban de publicar y que viene a ponerle fin a varios mitos que se tejieron después del vergonzoso hecho que tuvo como protagonista al legendario 10 de la Selección, pero del que fueron cómplices -como revelan los autores del libro- tanto la AFA y el cuerpo técnico como el cuestionado “entorno” del mejor jugador argentino de la historia (hasta Messi).
“El fútbol vive en el silencio. Cuanto menos se sepa, mejor”, dice valiente Ezequiel Burgo en este diálogo con
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, hablando del libro con el que -junto a Wall- ponen luz a las sombras que quedaron tras aquel triunfo argentino 2-1 ante las “Águilas negras” y la caminata sonriente de Maradona de la mano de la enfermera hacia su patíbulo.
-Ustedes ponen fin al mito de la conspiración FIFA-EEUU. ¿Cómo hicieron para investigar un tema que no deja bien parado a Maradona en un país tan maradoniano?
-Es un tema que no deja bien parado a varios sectores del fútbol, no solo a Maradona. Diego cometió un error en forma de autoboicot: confió buena parte de su condición física y nutricional a un muchacho de 27 años (Daniel Cerrini, un ex fisicoculturista) que no tenía la experiencia ni el conocimiento necesario.
No olvidemos que Maradona no jugaba en ningún club en ese momento y que cuatro meses antes del Mundial todavía no había definido si jugaría la Copa. Maradona había conocido a Cerrini en 1993, se hizo amigo y desde entonces fue importante en su progreso físico: el problema es que esa evolución (además del esfuerzo del jugador y de su físico prodigioso) fue en base a un stock de pastillas diarias que hicieron desconfiar al resto de los colaboradores de Maradona (entre esas pastillas estaban las que, aunque nadie lo supiera hasta entonces, contenían efedrina).
Mucha gente cercana a él trató de convencerlo de que no confiara tanto en Cerrini. Ése fue su error. Pero el doping positivo no sólo se explica ahí, en los errores de Maradona, sino también en el uso y abuso de poder de la AFA y la FIFA.
-¿Por qué Grondona consiguió que no hubiera controles antidoping en los partidos contra Australia, en el repechaje para llegar al Mundial, y en cambio se negó a que se efectuara un control preventivo previo al comienzo de Estados Unidos '94?
-Fue un pedido de los médicos argentinos, una semana antes del Mundial: hacerle un control previo para determinar si la orina de Maradona tenía productos prohibidos, pero Grondona decidió que no.
La FIFA tampoco fue clara durante la contraprueba del positivo: hubo irregularidades en el procedimiento. Maradona -que efectivamente había jugado dopado con efedrina- no debería haber sido sancionado.
-Cerrini, a 20 años del hecho, parece un personaje olvidado a pesar del papel que tuvo…
-Es un personaje central, el joven que le hace tomar la efedrina prohibida por el reglamento de la FIFA y del COI. Cerrini no sabía mucho de fútbol. En verdad no sabía nada: era un ex fisicoculturista que tenía a cargo un gimnasio en Belgrano.
-¿Grondona dejó hacer o en realidad no pudo controlar a Maradona?
-La verdad es que era muy difícil controlar a Maradona, pero él también lo controló mal. Lo que sí está claro es que Grondona jugó más como un dirigente “internacional” que como uno “argentino”.
O, en todo caso, que actuó en función de la AFA como organismo afiliado a la FIFA y no como AFA en función de los jugadores argentinos. Seguramente habrá sido el gran dilema de la trayectoria de Grondona: ¿a quién deberle mayor fidelidad?, ¿a Maradona, el hombre que lo llevó a la vicepresidencia de la FIFA?, ¿o a la FIFA, la entidad que le permitiría hacer una carrera internacional como dirigente?
-La famosa frase "me cortaron la piernas" se resignifica con este libro, queda más relacionada con la victimización argentina que con la supuesta injusticia que se cometió…
-La verdad es dual: Diego se cortó las piernas pero también se las cortaron. El doping fue su error, o el error de uno de sus asesores (Cerrini), pero también una clara muestra de cómo el poder teje y desteje a las sombras.
Sacan los controles cuando les conviene (contra Australia) y los vuelven a poner cuando les conviene. Dicho eso, por supuesto también hubo victimización argentina: el doping, en realidad, existió.
Y supuestas “pruebas”" de una persecución de la FIFA no son más que malos entendidos: la enfermera que supuestamente fue a buscar a Maradona después del partido contra Nigeria (la rubia gordita) para “entregarlo” llegó hasta la mitad de cancha, en verdad, por el pedido del médico suplente de la delegación argentina, Roberto Peidro.
-¿Cómo es eso?
-La historia es curiosa: en el entretiempo, en la boca del túnel, Peidro había sacado las bolillas con el 10 y el 2 (la de Sergio Vázquez) y esperaba el final del partido.
En eso aparecieron las enfermeras (que fueron designadas para todos los partidos) que debían acompañar a los jugadores hacia el control. La enfermera rubia, que se llama Sue Carpenter, le comenta a Peidro que había estado casada con un argentino, pero que ya se había divorciado.
Entonces Peidro y Carpenter empiezan a hablar hasta el final del partido. Cuando termina el encuentro, Peidro le dice a Carpenter: “Le tocó el control a Maradona, vení y acompañame así salís en la tapa de los diarios”. Fue por eso, casi por cholula, que la enfermera apareció al lado de Maradona.
-¿Trataron de hablar con ella para el libro?
-No, no hablamos con ella. Sí con varios argentinos que estuvieron con ella durante ese Mundial.
A Carpenter le gustaban los argentinos: durante ese Mundial tuvo una relación muy estrecha con un argentino. Al comienzo pensábamos que sería una protagonista central en la historia, pero después nos dimos cuenta de que no, que su participación había sido accidental.
Este libro, más que un libro de fútbol, es una crónica de cómo se maneja el poder en el fútbol. Tal vez ni siquiera Maradona sea su protagonista central, sino la AFA y la FIFA.
Grondona no quiso hablar. Muchos dirigentes que estuvieron en ese Mundial tampoco. Lo mismo que algunos jugadores. El fútbol vive en el silencio. Es su hábitat. Cuanto menos se sepa, mejor.