La alianza entre el Pro, el radicalismo y la Coalición Cívica pasa por estas horas sus momentos más complicados. A nivel nacional, las diferencias giran en torno de la estrategia en la provincia de Buenos Aires. A nivel local, Julio Cobos no deja de ofuscar a Mauricio Macri y a sus socios con sus pretensiones de liderar la lista de senadores nacionales no sólo de los tres partidos en cuestión sino también de las fuerzas de centro-izquierda (el socialismo y Libres de Sur) y de centro-derecha (el Frente Renovador) que forman parte del Frente Cambia Mendoza y que no están dentro de la coalición del macrismo y el pan-radicalismo a nivel nacional.
La voluntad de Macri de imponer su parecer sin consensuar absolutamente nada con sus aliados radicales provocó en los últimos días señales de alarma y fastidio creciente en el Comité Nacional de la UCR. Recién este lunes último volvió el diálogo entre los armadores políticos del partido amarillo y los hombres de Ernesto Sanz. “La semana pasada cortamos relaciones por todo lo que está pasando”, dijo una alta fuente del radicalismo nacional. La decisión “irreversible” de Macri de no aliarse (al menos en provincia de Buenos Aires) con Sergio Massa, disparó todo tipo de interrogantes en el sanzismo, donde llegaron a preguntarse si realmente el jefe de Gobierno porteño quiere ganar las elecciones.
Sucede que Macri está convencido de que podrá trasladar su intención de voto a su candidata bonaerense María Eugenia Vidal (actual vicejefa de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) y, por lo tanto, cree que no necesita “contaminar” el espacio liderado por el Pro con nuevas incorporaciones. De allí que el ingeniero se resiste a abrir la puerta a Francisco De Narváez o al propio Massa -si éste se bajara de la candidatura nacional- en el distrito donde votan uno de cada cuatro argentinos y que desde 1987 elige gobernadores peronistas. “Hay que construir toda la fortaleza posible”, argumentó Sanz el lunes cuando en una conferencia de prensa presentó a su candidato a vicepresidente, el economista Lucas Llach. Con estas pocas palabras, el precandidato presidencial de la UCR desnudó las discrepancias que hay dentro de una sociedad que no está siendo pensada por ninguno de sus actores como una coalición de gobierno y que no es más que una “UTE” electoral.
Algo de oxígeno lograron las partes en pugna cuando Macri volvió a poner como interlocutor de los radicales a su ministro de Gobierno, Emilio Monzó, el artífice del acuerdo con la UCR a nivel nacional, que había sido corrido de la mesa de negociaciones por alentar una alianza con intendentes del massismo. El martes, Macri almorzó con Sanz y tuvo charlas con Elisa Carrió, con quien también hubo cortocircuitos.
Las discrepancias entre el radicalismo y el Pro por la crucial batalla bonaerense son totales ya que los hombres de Sanz entienden que la coalición opositora no puede darse el lujo de quedar muy lejos del Frente para la Victoria (FpV). Hoy las encuestas encargadas por el mismo macrismo indican que Macri, Sanz y Carrió están a 15 puntos de los dos candidatos del FpV, Daniel Scioli y Florencio Randazzo, en el principal distrito electoral del país. En tanto, Vidal tiene aún más distancia de Aníbal Fernández, Julián Domínguez y Fernando Espinoza, los candidatos K en la provincia. Si la brecha no se achica, el peronismo oficialista podría conseguir aquello que atemoriza a la oposición: ganar en primera vuelta, el 25 de octubre.
En los próximos días, se espera que Sanz y Ricardo Alfonsín, referente de la UCR bonaerense, tomen un café con Macri. El dato es positivo a priori. El problema es que nadie sabe si el jefe de Gobierno porteño, asesorado por especialistas en marketing que desprecian a los partidos tradicionales, aceptará articular una alianza con un sector del PJ disidente en el conurbano para garantizar un triunfo nacional o seguirá adelante con su estrategia purista. Todo hace prever que Macri se inclinará por esta segunda opción, la cual implica elegir como compañero de fórmula a alguien de su riñón: Marcos Peña, Rogelio Frigerio o hasta Gabriela Michetti (a quien ya le perdonó la rebeldía de haber enfrentado a Horacio Rodríguez Larreta en las PASO porteñas) y dejar de lado la posibilidad de hacerse secundar por algún dirigente de la partidocracia tradicional como Carlos Reutemann.
En las tensiones entre Sanz y Macri también repercuten los acuerdos suscriptos por ambos antes de que la UCR aprobara en febrero, en la Convención Nacional de Gualeguaychú, la alianza con el Pro. Uno de los puntos principales que el senador nacional enunció en Entre Ríos para lograr la adhesión de sus correligionarios fue que el partido amarillo se comprometía a respetar a la UCR todas las bancas que este 2015 pone en juego tanto en el Senado como en Diputados. Hoy, a dos semanas del cierre de listas, el compromiso asumido por Macri ante Sanz no se está cumpliendo. La UCR ya debió resignarse a no renovar una banca en el Senado que hoy tiene por la provincia de Córdoba ya que la dupla que peleará por entrar a la Cámara alta está conformada por Luis Juez -un hombre de la centroizquierda que dio un viraje rotundo olfateando la buena performance de Macri en su provincia- y una dirigente del Pro. Además, el macrismo decidió enfrentar en las primarias nacionales al radicalismo en La Pampa, donde también la UCR pone en juego una banca en el Senado.
“No le vamos a dar un senador en Mendoza”, aclaran en este contexto laderos de Sanz. Lo mismo sostiene Alfredo Cornejo, el candidato a gobernador del polo opositor mendocino. Sin embargo, la semana pasada, desde Luján, el propio Macri aseguró que pretende que la enóloga Susana Balbo (una extrapartidaria que hace un año empezó a coquetear con el Pro) encabece la lista para el Senado. En la UCR nadie duda de que ese puesto será para Cobos, pero además se aferran a aquello que Macri pactó con Sanz para hacer valer que la segunda banca, que hoy pertenece a la cobista Laura Montero, quede para una mujer del radicalismo. Balbo, en todo caso, podría ser candidata a diputada nacional, escoltando a Enrique Vaquié, el radical que renueva su escaño en la Cámara baja.
Pero las cosas están más complicadas aún porque Cobos quiere ser candidato a senador nacional de todos los partidos provinciales que integran el Frente Cambia Mendoza, los cuales tienen hasta ahora diferentes precandidatos presidenciales. Tres dentro de la alianza opositora nacional -Sanz, Macri y Carrió- y dos por afuera de la misma. Estos últimos son la centroizquierdista Margarita Stolbizer, que se candidatea por el espacio “Progresistas” (que en Mendoza tiene base en el socialismo y Libres del Sur), y Massa, del Frente Renovador. ¿El nombre de Cobos estará en cinco boletas diferentes en las PASO y en tres en las generales? Eso es lo que el ex gobernador está intentando. El martes, el congreso de la UCR mendocina le dio luz verde: autorizó a una mesa chica a hacer alianzas amplias, similares al frente provincial, para presentar candidaturas nacionales. La jugada obviamente irrita a Macri, que no quiere saber nada con que Cobos le sume votos a Massa o a Stolbizer en octubre.
El ex Vicepresidente y la propia Stolbizer saben que podrían chocar contra una pared legal. Por eso, más allá del éxito que tenga la alquimia que busca lograr Cobos, el lunes 25 de mayo, en la grabación de un programa especial del canal de TV norteamericano CNN, ambos dirigentes se prometieron trabajar juntos en Mendoza. Aun si la líder de Progresistas no puede llevar en su boleta a Cobos como senador, el mendocino le aseguró que militará por ella en Cuyo. Enterados de esto, en el sanzismo creen que “Julio aún no supera la derrota que sufrió en Gualeguaychú” y que por ello busca “lastimar a Ernesto”. Es que sin dudas no son buenas noticias para el precandidato presidencial de la UCR que en su propio terruño Cobos ponga en riesgo la armonía con el Pro que, como vimos, está agarrada con alfileres