Hace frío, tengo miedo, mucho miedo, lo veo y me quedo paralizada, mi bebé llora pero ya no puedo seguir así, no doy más, ya no voy a soportar un golpe más. Con todas estas ideas en la cabeza hace seis años, María (no es su nombre real para preservar su identidad) cerró para siempre la puerta de la casa que compartía con el hombre que la golpeó durante una década.
"Una no se separa, una se escapa cuando es víctima de violencia de género", dice ahora segura, con la mirada clara y la espalda erguida, apenas se descubren algunas sombras de esa mujer que fue hace años cuando se le nublan los ojos.
Desde ese día su vida cambió para siempre pero no fue un acto impulsivo, fue un proceso en el que la acompañaron dos mujeres también víctimas de violencia de género que conoció a través de su hija mayor (una mamá de la escuela y otra mamá de catequesis familiar). Con ellas fue con las únicas que pudo abrirse y contar en detalle lo que estaba viviendo, una historia que ni su familia conocía. Una de ellas la puso en contacto con la Fundación Sobran Motivos, en donde recibió asistencia psicológica, jurídica y social.
Dos vidas
María conoció a Juan (tampoco es su nombre real) cuando ella tenía 18 y el 23. A los dos años se fueron a vivir juntos y al siguiente nació la primera hija de la pareja. La violencia existió desde el primer momento pero fue creciendo con el paso del tiempo.
Ella trabajaba cuando él la autorizaba y a pesar de que estaba estudiando, sus empleos se reducían a ejercer labores domésticas en casas de familias. En el 2011 se separaron y estuvieron así un año. "Yo no conseguía trabajo y no pude contar todo lo que vivía, así que volvimos", explicó.
A los dos años nació el segundo hijo y finalmente, la decisión de alejarse del hombre que la golpeaba. A partir de allí, María empezó otra vida. Se fue a vivir con su mamá, terminó sus estudios. Hoy trabaja doble turno y terminó de cursar un posgrado. También publicó algunos de sus escritos en un libro con otros escritores.
María tiene un solo consejo para las mujeres que son víctimas de violencia: "Yo les diría que hablen, que cuenten lo que les está pasando. Con estar en silencio y no decir nada sólo empoderás al otro. Hay que hablar porque siempre hay personas que se solidarizan y te creen".
Peor fue el miedo que sintió hace un par de meses cuando su hija mayor manifestó que no quería ver más al papá. Tras tres informes psicológicos y la intervención de la OAL se suspendió el régimen de visitas. "Nunca le exigieron hacer una terapia y él ejercía violencia verbal con la nena. Me volvió a llamar y a amenazar. Ya hice la denuncia y ahora estoy esperando la pulsera antipánico", dijo.
El refugio
La Fundación Sobran Motivos nació en 2012 como un proyecto de tres amigas preocupadas y ocupadas por la problemática. Dos licenciadas en Ciencias Políticas: Clara Sánchez Egea y Soledad Benegas, una abogada María Belén Real (actual presidenta de la fundación). Estuvieron un año preparando toda la documentación hasta que pudieron abrir las puertas del hogar con la ayuda de donaciones y voluntarios.
"Tuvimos que alquilar un lugar, amoblarlo, pintarlo, comprar desde un tenedor hasta una cama", comentó Clara que actualmente es la que está con el teléfono abierto todo el día para la fundación.
La casa (tiene domicilio reservado por cuestiones de seguridad) tiene espacio para alojar a 15 personas. Las 24 horas del día, los 7 días de la semana cuenta con la presencia de una operadora social lo que se traduce en cinco sueldos. Esta tarea la llevan adelante trabajadoras sociales; se encargan de coordinar las tareas, de introducir a las mujeres que llegan al refugio, explicar las normas de convivencia, entre otras.
Reciben un subsidio del Estado provincial que alcanza para pagar los sueldos de las operadoras sociales y donaciones de empresas privadas: viandas para los almuerzos y cenas de una empresa privada, servicio de emergencia médica, alarma, botón antipánico. Además, aportes de particulares que van de los $ 50 a los $ 300 a través de Mercado Pago. Este dinero se usa para pagar medicamentos, traslados y otras necesidades de las personas que pasan por la casa.
Al refugio llegan mujeres con hijos, solas, jóvenes, adultas, con escasos recursos, de clase media, de otras provincias, derivadas de la Dirección de Género, de las Justicia y de las redes sociales. "A veces se alojan porque no tienen otro lugar a donde ir porque el agresor las alejó de todos sus círculos sociales y otras porque el riesgo de vida es muy alto y tienen que irse a un lugar en el que no las pueda encontrar", explicó Soledad.
"El que se debería ir es el agresor pero hasta que salen las medidas de protección como una exclusión del hogar, las mujeres deben estar en otra parte", agregó.
El tiempo óptimo de estadía es entre 7 y 10 días, pero depende de cada caso. “A veces pasan una noche o hasta cinco meses”, dijo la psicóloga de la Fundación, Ana Laura Roitman.
"La primera instancia tiene que ver con escuchar porque hay mucha angustia. Después con ayudarlas a pensar porque casi todas las situaciones son crónicas. Reconstruimos su historia para que puedan identificar las señales de alarma", añadió.
El segundo paso
En el refugio la psicóloga da la primera contención. Pero después hay que continuar con un proceso de búsqueda personal y de orden de la vida cotidiana. Las trabajadoras sociales les ayudan a hacer trámites porque algunas no tienen DNI, no saben usar el transporte público, ni interpretar los colores de un semáforo.
Después viene la búsqueda de un lugar para vivir, puede ser un familiar, un amigo o alquilar con un subsidio que se tramita con los municipios. A la par va la asistencia jurídica y psicológica. Para eso está el centro de día en el que las mujeres que pueden ir a buscar acompañamiento y hasta tienen la posibilidad de llevar a sus hijos para que los cuiden mientras ellas están en las actividades.
También está el tema del trabajo y los medios para conseguir dinero, que suele ser la principal causa por la que vuelven con el agresor. "Es muy difícil buscar un empleo cuando quizás hace años que no trabajás en otro lugar que no sea dentro del hogar", explicó Roitman.
"Muchas no saben ni que les gusta porque durante años no se los permitieron. El hogar también funciona como un espacio para ver otra realidades", dijo Belén.
Con el objetivo de completar el proceso, instalaron un taller de serigrafía y dan capacitaciones textiles. Todo depende de los más de 30 voluntarios que donan parte de su tiempo para enseñar inglés, tejido, costura, entre otras.
Más refugios
La directora de género y diversidad, Silvina Anfuso, comentó que actualmente en Mendoza hay 11 refugios que albergan en total a 160 personas en Las Heras, Godoy Cruz, Guaymallén, Ciudad, Malargüe, San Rafael, Santa Rosa, Tunuyán, San Carlos, General Alvear.
Hay dos líneas para conseguir ayuda económica para las víctimas de violencia de género: un subsidio provincial de la economía social para armar un microemprendimiento y "Hacemos Futuro", una ayuda económica de la Nación para capacitación laboral y terminalidad educativa. Además, están trabajando en un programa similar al Primer Empleo Joven pero para mujeres.
"Desde esta gestión se decidió que la provincia se hiciera cargo de la problemática y transferir dinero a los municipios y refugios. Es una trabajo coordinado con las direcciones de las comunas", dijo Anfuso.
Algunas señales de alarma
-Te exige libre acceso a tu celular, lo revisa
-Control sobre tu forma de vestir
-Elige tus amistades
-Te aleja de tu entorno
-Te busca sin avisar
-Restringen las relaciones por fuera de la pareja
-Controla el dinero
Donaciones
- Leche
- Pañales
- Elementos de limpieza (detergente, jabón para la ropa)
- Elementos de higiene: pasta de dientes, toallitas femeninas, jabón, shampoo
- alimentos no perecederos (fideos, arroz, lentejas)
El teléfono de la Fundación Sobran Motivos 0261-4282938
Reeducarán a agresores
El Ministerio de Salud, Desarrollo Social y Deportes, a través de la Dirección de Género y Diversidad; los municipios de Junín, San Martín, Santa Rosa y La Paz y la Dirección de Promoción del Liberado, firmaron un acta compromiso para el abordaje en la reeducación al agresor en violencia de género.
La iniciativa busca generar espacios terapéuticos para varones que ejercieron violencia de género, que asistan de forma voluntaria o por orden judicial. Así, la Dirección de Género y Diversidad cumple con la Ley Provincial 8.932, que establece el Programa de Centros de Abordaje del Agresor en el marco de la lucha contra la violencia de género. La creación de este programa se da en los términos de la Ley Nacional 26.485 de Protección integral de violencia contra las mujeres en sus relaciones personales.
El tratamiento considera aspectos que permiten orientar al agresor para comprender el daño que provocan sus actos y las consecuencias. Además, se trabaja sobre estereotipos patriarcales, roles sexuales, control de los impulsos y los celos, entre otros, haciendo hincapié en las nuevas masculinidades.
Estos espacios grupales ya se desarrollan de manera articulada entre la Dirección de Género y Diversidad y los municipios de Las Heras, Ciudad y Godoy Cruz. En esta oportunidad se suman los del Este. Los interesados pueden comunicarse con la Dirección de Género y Diversidad a los teléfonos 4242281/1862 o mail a abordajealvaron@gmail.com.