El COI comenzó una crucial reunión en Buenos Aires para definir la sede de los Juegos Olímpicos de 2020 entre Madrid, Tokio y Estambul y al sucesor del titular del organismo, Jacques Rogge.
La comisión ejecutiva del Comité Olímpico Internacional (COI) se enfrascó en un primer hermético encuentro en el exclusivo hotel Hilton con la participación de cinco de los seis candidatos a suceder a Rogge, mientras los lobbistas desplegaban en los pasillos una febril actividad en pos de la ciudades aspirantes.
Madrid, Estambul y Tokio compiten en “una elección con un final abierto y ninguna puede decir que tiene algo cerrado”, dijo a periodistas el presidente del Comité Olímpico Argentino, Gerardo Werthein, uno de los 103 miembros del Comité Olímpico Internacional (COI).
Según Werthein, por ese motivo “va a ser crucial la presentación de la propuesta de 45 minutos que harán el día 7, antes de la votación”.
El fantasma de Fukushima amenaza el regreso de los Juegos a Tokio
Las autoridades japonesas hacen lo imposible por garantizar que la crisis nuclear de Fukushima no arruinará la candidatura de Tokio para los Juegos Olímpicos de 2020, para los que compite con Madrid y Estambul, y que el Comité Olímpico Internacional (COI) elegirá el sábado en Buenos Aires.
La semana pasada una comisión de investigación parlamentaria sobre la reciente fuga de agua radiactiva informó de que su estudio estará listo a mediados de setiembre. Una fecha anunciada de forma discreta, según el diario Asahi Shimbun, para evitar interferir en la elección de la ciudad que acogerá los Juegos de 2020.
El primer ministro japonés Shinzo Abe estará en la capital argentina para defender la candidatura de Tokio - que sería la segunda vez que organiza los Juegos tras hacerlo en 1964- ante los miembros del COI.
Su función principal será tranquilizar y asegurar que el gobierno se ocupará de la gestión de la central de Fukushima, que ha sufrida numerosas fugas de agua altamente contaminada, con la irresponsabilidad añadida de la operadora Tepco al negarlo en un primer momento. “Bueno, no es demasiado pronto...
Pero parece que al final el gobierno se mueve, por fin siente la urgencia de la situación y la necesidad de no confiar la responsabilidad del trabajo a Tepco ¿La razón? El miedo por la candidatura de Tokio para los Juegos”, escribió en la red social Twitter un trabajador de Fukushima bajo el seudónimo de Happy.
Sin embargo los responsables de la candidatura de Tokio niegan que la situación del complejo nuclear suponga un problema para organizar los Juegos.
“Tokio es una ciudad segura. Todas las mediciones de radiactividad en el aire y en el agua no presentan ninguna anomalía. Además el gobierno va a tomar la responsabilidad de abordar el problema de la fuga de agua contaminada en el mar”, explicó en una carta al COI enviada a finales de agosto el presidente de la candidatura Tsunekazu Takeda.
Sin embargo la crisis del agua supone una evidente preocupación ya que nadie puede predecir la evolución de Fukushima, en peligro desde el terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011, hasta 2020.
Las instalaciones también son vulnerables ante una nueva catástrofe natural (terremotos, tsunamis, tifones...), posibles en cualquier momento en Japón y cuyas consecuencias son incalculables.
Al menor temblor que se siente en la región, como ocurrió este miércoles, todo el mundo mira a lo que pueda pasar en Fukushima.
Además, todavía quedan trabajos peligrosos por realizar de aquí a 2020, como la delicada operación de retirar el combustible usado de las piscinas de desactivación, operación que comenzará en octubre.
“Existe un verdadero riesgo de ocultación de información sobre Fukushima por los intereses del Estado, Tepco, las industrias y una parte de los medios masivos”, reconoce el periodista y ensayista Takashi Uesugi.
“Por supuesto que hay una posibilidad de que empeore la situación en la central, pero según la fecha de los Juegos se acerque, existirá la tentación de minimizarlo, como ya ocurrió en el pasado”, añadió sobre un sentimiento que comparte gran parte de la sociedad japonesa.
“Deseo que los Juegos se celebren en Tokio en 2020, pero entonces no creo que haya pasado la crisis de Fukushima”, lamentó el ex diputado de centro-izquierda Hiroshi Kawauchi.
Estambul sigue soñando con los Juegos a pesar de las protestas sociales
Después de cuatro fracasos, Turquía aspira a convertirse el sábado en el primer país de mayoría musulmana que organiza unos Juegos, a pesar de que la represión policial de junio en el Parque Gezi amenaza con afectar negativamente a la candidatura de Estambul para la cita olímpica de 2020.
A escasos días de que el Comité Olímpico Internacional (COI) elija, el sábado en Buenos Aires, la ciudad que acogerá a los Juegos-2020, el optimismo es más que necesario a las orillas del Bósforo para batir a las otras finalistas, Madrid y Tokio.
“Turquía y los países musulmanes nunca han organizado los Juegos Olímpicos de verano o invierno... Cuando Estambul se convierta en ciudad olímpica, una nueva paz recorrerá la región”, señaló el ministro de deportes turco Suat Kiliç en el diario Hurriyet.
“El movimiento olímpico tiene la oportunidad de hacer historia. Mira a nuestros vecinos... ¡400 millones de jóvenes! Estos juegos son fundamentales para su futuro y su vida”, declaró el presidente de la candidatura de Estambul Hasan Arat.
Hasta junio nada parecía perturbar el sueño olímpico de Estambul y Turquía: una ciudad entre dos continentes, Asia y Europa, la más grande de un país de 76 millones de habitantes, joven, con una economía en crecimiento y un modelo democrático para el mundo musulmán.
Pero hace dos meses las nubes aparecieron en el horizonte de Estambul-2020. La ola de protestas que vivió el país en junio supuso una sombra para el gobierno islámico-conservador de Recep Tayyip Erdogan.
La lucha de un grupo de ecologistas por una pequeña zona verde en el centro de Estambul se transformó en una enorme protesta contra el primer ministro, acusado de gobernar de forma autoritaria y de “islamizar” la sociedad turca.
Defensor de la mano dura, Erdogan reprimió sin piedad la protesta. Cientos de arrestos, cinco muertos y más de 8.000 heridos ofrecieron al mundo una imagen diferente del idílico país camino de convertirse en una potencia regional.
Teóricamente los asuntos políticos no pueden influir en la elección del COI, pero es obvio que las escenas retransmitidas en la plaza de Taksim, con el humo de los gases lacrimógenos y los cañones de agua, pesarán en la decisión de los 100 miembros de la federación olímpica. Como ejemplo reciente está la ola de protestas sociales que se levantó en Brasil coincidiendo con la Copa de las Confederaciones en junio.
Tanto la FIFA - Brasil también acoge el Mundial 2014-, como el COI -Río de Janeiro organiza los Juegos 2016- temen que los dos mayores acontecimientos deportivos mundiales se conviertan en los escenarios de las reivindicaciones de los brasileños.
“La crisis del Parque Gezi dio una mala imagen del país y preocupa a muchos dirigentes turcos”, confirmó Jean-François Polo, profesor de ciencias políticas de la universidad Galatasaray de Estambul.
“Los Juegos se inscriben en la estrategia de las autoridades de buscar el éxito económico y político. Un fracaso podría considerarse una humillación para un país que se esfuerza desde hace años en mejorar su imagen y desarrollarse de una forma moderna y compatible con el Islam”, añadió Polo.
Más radical se mostró Egemen Bagis, ministro turco de asuntos europeos: “A los que causaron el caos en Taksim, si pierde Estambul será su culpa”.
“Hubiéramos preferido no tener que pasar por todo esto”, reconoció el ministro de deportes sobre la crisis de junio. “Los Juegos no son una cuestión política. Son una causa nacional, tan importantes como nuestra adhesión a la Unión Europea”, añadió Suat Kiliç.
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