La montaña fue conquistada con un golpe de hacha de hielo pasado el medio día del 14 de enero de 1897. Tal era su cansancio, que el suizo Matthias Zurbriggen parecía no darle importancia al triunfo. El Aconcagua tenía por fin un primer campeón.
El coloso de América había despertado la admiración internacional tras el relato del intento fallido del alemán Paul Gussfeldt, quien en 1883 abandonó su ascenso al llegar hasta los 6.500 metros de altura.
Su aventura era una referencia para un reducido grupo que el 18 de diciembre de 1896, partió con el objeto de buscar un lugar apto para instalar un campamento intermedio desde la base emplazada en Puente de Inca.
Después de cinco horas de marcha, definieron cuál sería el lugar en el que prepararían su asalto a la montaña.
La expedición, al mando del británico Edward Fitz Gerald, la formaban nueve hombres, El equipo, que había llegado desde Chile, además transportaba aparatos científicos.
Buscaron ganar altura por la cara sur, pero debieron rodear la montaña en su primer intento en vísperas de la Navidad y descender al campamento base. Pero el 14 de enero, luego de semanas de descanso, Fitz Gerald y Zurbriggen atacaron una cumbre desconocida.
El asalto a la cima
"En la mañana del 14 de enero de 1897, los hombres estaban afuera de la tienda. no hacía frío, a las 7 salimos Zurbriggen, Pollinger, Lanti y yo, en dirección al peñón que señala el límite alcanzado por Gussfeldt, que en dos horas y media alcanzamos, pese al camino empinado y con cantos rodados (...) A las 10 reiniciamos la marcha hasta alcanzar 1.000 pies por debajo del pico mayor del Aconcagua (...) Ordené a Zurbrigger que siguiera solo, y los tres cuartos de hora ya lo vi 400 pies por encima de mi”, relató luego Fitz Gerald.