Todo empezó el 23 de junio de 2016, cuando los británicos se arrimaron a las urnas para decidir, mediante referéndum, la continuidad del Reino Unido en la Unión Europea. Contra las consultoras, estadísticas y analistas, 51,9% de los votantes decidió salir de la Unión Europea, contra la intención de continuar de un 48,1%.
Para interpretar los resultados, es importante repasar rápidamente cómo el Reino Unido se incorporó a la Unión Europea. Fue en 1973 cuando comenzó a integrar el organismo, 16 años después de su creación en 1957, mediante el Tratado de Roma. El contexto era complejo. Francia vetó dos solicitudes de ingreso, hasta que en 1969 una tercera presentación fue aceptada para así ingresar a la Unión Europea. Además, la difícil situación económica del Reino Unido contrastaba con la pujante realidad de los demás países europeos integrantes del acuerdo.
Varios analistas entienden que el Reino Unido nunca tuvo una vocación real de pertenecer al bloque. Ejemplos como no haber unificado nunca su moneda con el euro, que en 1975 se llegara a un referéndum para permanecer en la Unión ante el pedido de ciertos sectores nacionalistas, y el rechazo en 1985 a levantar los controles fronterizos, son algunos de los argumentos.
Fue el ex primer ministro Tony Blair, quien tuvo intenciones reales de que el bloque prosperara. Fue uno de los principales referentes que promovió la ampliación del bloque en 2004, junto a Alemania, cuando la cantidad de miembros pasó de 15 a 25. Según estudios británicos, dicha ampliación de miembros potenció la migración y, sumado a la crisis económica de 2008, el euroescepticismo creció aún más.
Con el triunfo en las elecciones de 2010 del conservador David Cameron, se allanó el camino para que en enero de 2013 se planteara la necesidad de una consulta popular sobre la salida del bloque. Con la consulta como bandera, fue reelecto en 2015 y un año después se llevó a cabo el conocido referéndum que abrió un largo proceso de idas y vueltas. Con la renuncia de David Cameron tras los resultados del referéndum, fue Theresa May quien intentó durante 3 años, sin éxito, generar un acuerdo para aplicar el Brexit o convocar a un nuevo plebiscito.
Boris Johnson, el actual primer ministro, fue el responsable de avanzar concretamente con el Brexit, lo que dio como resultado la salida del Reino Unido del bloque desde el pasado 31 de enero. Durante los próximos 11 meses deberán, en diálogo con Bruselas, buscar la salida del organismo de la forma menos invasiva para los intereses británicos.
Algunas especulaciones sostienen que los plazos son muy cortos, y que en materia de migración, educación, salud y trabajo le será difícil al Reino Unido asumir la pérdida de los beneficios de ser miembro del organismo europeo. También plantean que la situación de la frontera de Irlanda del Norte con la República de Irlanda no quedaría clara y podría reavivar antiguos conflictos entre ambos. Y, por otro lado, en el ámbito interno, en Escocia se han solicitado nuevos plebiscitos de independencia, que podrían darse en 2021. Los sondeos colocan como favoritos a los independentistas.
En relación a Malvinas se abren nuevos interrogantes. De darse un Brexit sin acuerdo, algunos interpretan que los reclamos argentinos pueden tomar mayor jerarquía, por la pérdida del apoyo incondicional en cuestiones de soberanía. El tratado de Lisboa, firmado en 2009, prevé que los miembros de la Unión Europea respalden los reclamos de soberanía ante terceros, o sea, países no miembros. De esta forma la situación puede ser estratégicamente distinta para los reclamos argentinos, donde el complejo acuerdo comercial entre Mercosur y Unión Europea puede abrir las negociaciones por el apoyo para la recuperación de las islas.
La mayoría de los británicos votaron con el objeto de tener una mayor determinación, autonomía y no resignar recursos propios ante intereses de otros países europeos. Potenciar acuerdos económicos bilaterales con EEUU, Canadá, México y Brasil entre otros, sin las limitaciones que la Unión Europea le planteaba.
En lo que queda de 2020, vamos a ver los primeros síntomas de la decisión más importante que ha tomado el Reino Unido en los últimos tiempos.