Con 91 años, Cristóbal Cardozo evidencia una lucidez abrumadora. En la misma charla comienza repasando el reciente descubrimiento científico que lo impactó desde lo personal -referido a que por medio de las lágrimas humanas se pueden detectar enfermedades de los ojos-, y culmina hablando de otra de sus especialidades: las nanopartículas.
No obstante, la charla con este médico clínico se centra en su vocación y en lo que hace que su historia, su vida y su trabajo sean dignos de ser destacados: preside una fundación y dirige unos consultorios en los que se brinda atención sanitaria sin costo a aquellas personas que no estén en condiciones de pagarla, o de contar con obra social.
Aquellos pacientes que pueden pagar por su atención, lo hacen -con costos muy por debajo de la media- Y quienes pueden hacer frente a una cuota social, también se inscriben y la pagan. "Eso me sirve para poder pagar a los médicos que trabajan conmigo y atender sin costo a quienes no tienen obra social", resume Cardozo en sus consultorios Teresa de Calcuta, ubicados en calle San Luis de Ciudad, donde funciona también la fundación que lleva su nombre.
"Esto era una utopía. Cuando la encaré, mucha gente me recomendaba no meterme en esto. Te diré que 90%. Pero yo me aferré al 10% que dijo que sí, y le di para adelante. Nadie se ha ido nunca de aquí sin ser atendido", afirma con orgullo el médico, a quien lo felicitó hasta el mismísimo René Favaloro.
Cristóbal se recibió de médico recién a los 50 años. Egresó de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo y concretó el sueño de la fundación hace apenas 5 años, aunque el costado social de su profesión ya era una realidad desde mucho tiempo antes.
"Empecé a atender a gente sin obra social y sin cobrarle nada -o cobrando lo que pudieran pagar- a principios de los 90. Fue una época en que creció notablemente la curva del desempleo, y me di cuenta de que había muchísima gente que, al quedarse sin empleo, se quedaba sin obra social también", destacó con humildad y parsimonia el solidario médico.
Trabajo en equipo
Los consultorios de Cristóbal Cardozo funcionan como cualquier otro consultorio médico. Trabajan con obras sociales y consultas particulares y son 25 los y las profesionales que brindan sus servicios en clínica médica, pediatría, cardiología, oftalmología, neurología y odontología, entre otros.
La función social entra en acción cuando algún paciente llega -suele hacerlo realmente desesperado- con alguna emergencia o necesidad, pero sin ninguna obra social o prepaga. "De toda la gente que se atiende acá, 5% no puede pagar. Y a eso se hace frente con la cuota social. En los últimos años creció bastante el número de pacientes que llegan sin obra social o sin recursos", se sinceró el hombre, acomodado en uno de los consultorios y con su infaltable chaqueta de médico.
Antes de convertir en realidad su sueño de la fundación, Cristóbal atendía en su consultorio, aunque ya iba esbozando su proyecto. Trabajó codo a codo con otros profesionales de la salud, con quienes fue tejiendo redes de trabajo y colaboración, las mismas que hoy permiten a la fundación tener vínculo con las principales instituciones de salud de la provincia. Entre otras cosas, actualmente trabajan con niños de las escuelas en prevención de glaucomas y controles de salud bucal. Además, llevan adelante otras campañas ginecológicas.
"Actualmente casi no se trabaja con la gente para darle asistencia de salud, sino que directamente se negocia con ella. Es algo que no sólo ha pasado en la medicina sino en prácticamente todas las actividades. Uno está pensando automáticamente en qué puede venderle al otro", resumió Cardozo sobre la percepción comercial que en muchos aspectos se da a la medicina.
Más allá de esta perspectiva -y que muchas veces suele obnubilar el espíritu sanitario-, el médico resaltó la vocación solidaria que sobresale en Mendoza. "Es una provincia que se caracteriza por tener una gran cantidad de médicos solidarios. La prueba es aquellos que han venido a trabajar a la fundación, y aquellos otros que se organizan en campañas similares -¡y que son muchos!- Es gente que prioriza la necesidad de ayudar a la gente, por encima de la plata. Se necesitan líderes que agrupen a estos médicos solidarios", reafirmó Cristóbal.
Perfil solidario
El doctor Cardozo está casado, vive con su mujer (que tiene 92 años) y tiene 6 hijos. Los 6 se turnan -o "caen todos juntos"- cuando hay que repasar o dar una nueva mano de pintura al edificio donde están los consultorios y la fundación. Uno de ellos es médico, y trabaja con él. También hay profesores y contadores dentro de la línea sucesoria y es una de sus hijas quien ha pintado el cuadro de la Madre Teresa de Calcuta que sobresale en la sala de espera de los consultorios que llevan precisamente el nombre de la religiosa.
Cristóbal se recibió de médico cuando ya tenía 50 años, y también es profesor de medicina, profesión con la que se ha jubilado. "Me recibí de grande. Pero es porque no siempre tuve claro si iba a querer seguir medicina. Tenía una familia muy grande, y también estaba ocupada en ella", aclaró el hombre sobre lo que han sido sus últimos 41 años de vida.
Siempre está dispuesto a escuchar, asesorar y brindar ideas o asistencia a quienes se lo solicitan, ya sea de temas referidos a la salud, a emprendimientos, a solidaridad. O también a nanopartículas. "Que la gente sepa que cuando no tenga dinero u obra social y necesite atención médica, siempre va a poder venir a verme a la fundación", concluyó y redundó en la columna vertebral de lo que ha sido su vida: la solidaridad.
Trayectoria reconocida
La vocación y el perfil solidario de Cristóbal Cardozo han sido reconocidos a lo largo de la historia. El profesional de la salud ha redactado distintos artículos referidos a salud y en 1998 fue reconocido por un premio "Raíces", otorgado por radio LV10.
Cristóbal fue distinguido hace 22 años en la categoría "Servicio Solidario" por su contribución y aporte a quienes menos tienen a través de su fundación. En aquel momento el premio fue entregado por doña Elvira Calle, y Cardozo destacó la labor de los casi 100 médicos que colaboraban con la entidad en aquel momento "apoyando esto que en sus comienzos parecía una utopía".