En paralelo a la causa penal que se inició a fines del año pasado en la Justicia mendocina y que investiga los abusos sexuales denunciados por un ex seminarista en el monasterio del Cristo Orante (Tupungato) -hechos por los que están detenidos los monjes Diego Roqué y Oscar Portillo como autores, y según la víctima algunos de los episodios ocurrieron cuando él era menor de edad-, transcurre también por estos días la causa en la Justicia canónica.
En este mismo escenario es donde Portillo reconoció "su propio pecado en el orden sexual" contra la víctima, aunque el sacerdote indicó que fue el joven quien lo acosaba. Así textualmente se desprende del informe que los investigadores enviados por la Santa Sede -Mario Panetta y Ricardo Poblete- elevaron luego de su accionar y previo a que se inicie el proceso, y que fue publicado por Los Andes el 10 de febrero.
El juicio está siendo llevado adelante por un tribunal eclesiástico de Buenos Aires, y desde aquella provincia llegaron el viernes último para entrevistarse con la víctima y algunos testigos. No obstante, la entrevista con el denunciante no llegó a concretarse.
"En el procedimiento canónico se están vulnerando todas las garantías procesales, por eso no aceptamos que se entreviste a la víctima. Además de que el Arzobispado ya tenía dos denuncias -una verbal en 2015 y otra por escrito en 2018- y nunca investigó pese a tener noticias fehacientes; ahora no se le ha informado oficialmente a la víctima cuántos procesos eclesiásticos hay ni contra quiénes. No le han dado acceso al expediente al denunciante y el viernes fueron a declarar dos testigos que confirman la denuncia del joven, y fueron porque ellos se pusieron a disposición ya que ni siquiera se les había comunicado que vendrían a Mendoza", detalló el abogado Carlos Lombardi, de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos en Argentina y quien está acompañando al denunciante.
"A otro joven que estuvo en el monasterio y declaró el viernes lo quieren obligar a guardar silencio 'hasta la resolución definitiva' del caso. Aquí hay una manipulación evidente de la Iglesia. Se sabe que los curas tienen prisión domiciliaria por la Justicia ordinaria, peno no se sabe cuál es su estado en la Justicia canónica. La investigación canónica está avanzando sin garantías plenas ni la garantía de defensa para la víctima. Ni siquiera cumplen con la sentencia de la Corte en el caso Iván González", agregó Lombardi en alusión al caso en que se condenó al Arzobispado de Mendoza a raíz de que un joven víctima de abuso por parte de un cura no fuera informada de la investigación eclesiástica referida a ese hecho. "La Iglesia se sigue moviendo en un círculo vicioso", agregó.
Personalidad manipuladora
Otra de las personas que declaró el viernes último dentro de la causa eclesiástica fue una mujer que durante 12 años colaboró con distintos trabajos y tareas en el monasterio tupungatino.
"Cuando me enteré que venían a Mendoza por la causa, mandé un mail al notario de Buenos Aires avisando que estaba a disposición ya que nunca me habían citado. Tengo dudas de que el obispo hubiese incluido mi declaración. Pero a raíz del mail, 3 horas después me contestaron con una foto de una citación que era evidente que habían improvisado en el momento", relató a Los Andes la mujer que durante 12 años -junto a otras mujeres- se turnó para ir a colaborar en el Cristo Orante; ya sea estando a cargo del kiosco de artesanías, limpiar baños o haciendo tareas de mantenimiento y jardinería.
“Cuando llegué a la entrevista del viernes le dije a la persona que viajó si me iban a hacer preguntas, y me dijeron que no. Que solamente con que yo dijera que ratificaba mi declaración era suficiente. Fue muy raro, me tuvieron menos de 5 minutos”, agregó.
A este destrato de la semana pasada se suma la forma en que la ex colaboradora del monasterio hizo llegar su declaración al Arzobispado en enero de este año. "Llegué con la intención de que alguien me tomara declaración. Pero no había nadie en el Arzobispado, por lo que dejé un escrito de 7 u 8 hojas donde relataba mis sensaciones y experiencias en el lugar", siguió.
"Mi testimonio tiene que ver con Diego (Roqué). En el escrito cuento sobre el tiempo en que estuve en el monasterio, cómo lo conocí, las tareas que hacía y las características de la personalidad manipuladora de él. Diego se ofreció a ser mi guía espiritual y fue una persona que siempre me dio miedo. Hace 4 años recuerdo que estaba en la parte alta del monasterio con él y le conté que estaba de novia, por lo que no iba a poder comulgar. Me estuvo hablando como una hora diciéndome que esa persona no era el amor de mi vida, me hablaba imperativamente y me daba órdenes. Yo ni siquiera pude contestarle algo. Al ofrecerse como guía espiritual ya empieza a querer manipularte, sumado a que todo el tiempo te marcan que el monasterio es tu comunidad y tu casa, y te hacen sentir privilegiada", resumió.
La mujer aclaró que a raíz de esta situación hace terapia desde hace más de un año e indicó que luego del 27 de diciembre -cuando un amigo le mandó la foto de la noticia de las denuncias de abusos en el lugar- decidió no volver. "Automáticamente me di cuenta de cuál era el caso. Conozco al denunciante y sé que no puede mentir", sentenció.