Es probable que en medio de la fiebre mundialista, Cristina Kirchner se haya tomado unos minutos para devolverle el llamado a Mauricio Macri, que discó su número el viernes por la mañana y le dejó un mensaje. Haya sido así, o no, lo cierto es que el romance de la Presidenta y el jefe de Gobierno continúa: sus gobiernos avanzan en un viejo y ambicioso proyecto, el de la autopista ribereña, que podría modificar el pulso del tránsito de la Ciudad y facilitar el ingreso y egreso de automóviles que circulan por las autopistas Illia, Buenos Aires-La Plata y 25 de Mayo.
Cristina y Macri, que charlaron sobre el tema en al menos tres oportunidades, piensan en un plan que incluye una nueva transformación de Puerto Madero y en una inversión que, según el proyecto que se elija (desde uno que comprende la construcción de una autopista en forma de túnel, subfluvial, hasta uno que va por arriba, con puentes tipo trincheras, a cielo abierto y con bajadas en distintos puntos), va de los 400 a los 1.000 millones de dólares.
El avance en las conversaciones de Cristina y Macri, en la serie de llamados que ambos se encargaron de hacer públicos, derivó en un hecho concreto: tras el guiño de sus jefes de Gabinete, Jorge Capitanich y Horacio Rodríguez Larreta, la Corporación Puerto Madero -una sociedad del Estado que comparten en partes iguales Nación y Ciudad, que se creó en tiempos de Carlos Menem- trabaja desde el viernes en la primera parte de la iniciativa. Tienen la tarea de presentar de aquí a seis meses varias opciones técnicas, financieras, urbanísticas y ambientales y, en virtud de eso, sugerir un curso de acción. El arquitecto que estará a cargo, por decisión del kirchnerismo, será Alfredo Máximo Garay, uno de los creadores de Puerto Madero.
“Mauricio está entusiasmado porque la ve a Cristina entusiasmada. Esta vez se va a dar y será una obra que marcará un antes y un después en la Ciudad”, cuenta un funcionario clave del macrismo. La autopista, que permitiría sacar de circulación a los camiones que suelen complicar el tránsito porteño, había sido en 2009 una promesa de Néstor Kirchner al propio Macri.
“La diferencia es que Cristina estaría pensando en el bronce”, sorprende otro de los macristas que trabaja en el proyecto, como si disfrutara de los rumores que sostienen que la Presidenta eligió a Macri como rival para 2015, cuando recién comenzaría a construirse. A la hora de la inauguración ninguno de ellos estará en los puestos que ocupan hoy. La obra, además de apuntar al tránsito, esconde la explotación inmobiliaria y comercial de, acaso, los terrenos más costosos de la Capital Federal.