Cristina vicepresidente - Por Luis Sarmiento García

¿Por qué ahora vice y no presidente?. ¿Si tiene los votos y el poder, por qué declinar la presidencia?

Cristina vicepresidente - Por Luis Sarmiento García
Cristina vicepresidente - Por Luis Sarmiento García

A tres días de comenzar su juicio oral por corrupción, Cristina lanzó su candidatura a Vicepresidente de la Nación.

Su jugada es maquiavélicamente genial: ¿con qué independencia y coraje los jueces iniciarán y seguirán las instancias del proceso, cuando antes del sábado los miembros de la Corte vergonzosamente habían pedido los 60 cuerpos para evitar el comienzo?

Ya antes del lanzamiento, Alberto Fernández, candidato a Presidente “puesto” por ella, amenazó a los jueces de Comodoro Py advirtiéndoles que deberán dar explicaciones por las barrabasadas que dijeron al procesar a Cristina indebidamente.

Y en el supuesto que la fórmula triunfe y los procesos sigan,  ¿podrán condenar a una Vice si así procede en derecho?

Ya ha cubierto a Florencia con su exilio de salud en Cuba, y Máximo se protege con sus fueros como diputado nacional.

El resultado es obvio: la impunidad total de la familia.

El anuncio del sábado 18 de mayo deja claramente establecido que el poder es de ella y que Alberto acepta incondicionalmente sus órdenes.

¿Por qué? Durante años se despachó contra Cristina como Presidente, según el archivo inexorable de los audios y videos divulgados, y ahora, mágicamente, la señora es de alta generosidad y patriotismo. Un verso al que el kirchnerismo nos tiene acostumbrados.

¿Por qué ahora Vice y no Presidente? ¿Si tiene los votos y el poder, por qué declinar la presidencia? Además de buscar desesperadamente su impunidad la decisión tiene también importantes ventajas estratégicas y tácticas.

Si la fórmula triunfa el mérito es de ella, no de Alberto. Si pierde, la derrota es de Alberto y no de ella. Sabe que el próximo período presidencial será durísimo, porque dejó en 2015 un país devastado y porque Macri no pudo ni supo enfrentar el desastre y cometió errores que agravaron más la situación, de por sí insostenible. Hasta 2023 se deberá gobernar contra molinos de viento y con el aislamiento internacional y el populismo que otra vez ¿y van?, nos destruye sin pausas desde 1946, agravado desde el 2003 al 2015. Si la fórmula fracasa será culpa de Alberto y si tiene éxito, será todo de ella.

La Cristina dulce, tierna y patriótica de la presentación de “SinceraMiento” y del anuncio de la fórmula del sábado ¿reemplazará a la Cristina populista y de izquierda chavista y fidelista de siempre?

Con seguridad que no, de modo que tendremos una nueva emisión de la película que ya vimos desde el 2007 al 2015.Con el agravante que se viene una nueva constitución, pacto social según ella, de izquierda y populista, aboliendo al Judicial como poder, sustituyéndolo por un “servicio de Justicia”, conforme declaraciones del escritor kirchnerista de izquierda Mempo Giardinelli.

Es posible que se termine con los procesos por corrupción mediante la expulsión de los jueces que los tramitan y quizá el indulto de todos los corruptos, presos y procesados “políticos” según el cristinismo.

Leo y veo hoy a fanáticos militantes elogiar la generosidad de Cristina y su renunciamento patriótico a la presidencia, tal como lo hiciera Evita en 1952.

Ni generosidad ni renunciamiento por lo que sospecho en este trabajo, coincidente con muchas opiniones de analistas que se han expedido en estos días. Cristina volverá a ser lo que era y nunca dejó de serlo porque la personalidad no cambia.

La grieta continuará vigente. Nuestra historia registra cuatro:

1ª) Unitarios y federales desde 1810 hasta  1860/66.

2ª) La generación del 80, entre Bartolomé Mitre, Presidente de la nación  1862/68; Domingo Faustino Sarmiento 1868/74; Nicolás Avellaneda 1874/80; Julio Argentino Roca 1880/86, 1898/1904. Mantenían discrepancias  importantes entre ellos.

3ª) Peronistas/antiperonistas, desde 1946.

4ª) kirchneristas/antikirchneristas, desde 2003 en adelante.

Las tres primeras fueron una grieta y un país cada una. La última, una grieta y dos países antagónicos.

Unitarios y federales se enfrentaron pero siempre quisieron un solo país, que se saldó con la Constitución nacional de 1853 y su reforma de 1860.

La segunda se cerró con intercambios de colaboraciones en las respectivas presidencias, constituyéndose cuatro mandatos que integraron la llamada “generación del 80”, originando la verdadera grandeza de la nación, que gestó y creció desde 1860 hasta 1930, con la revolución del general José Félix Uriburu, inaugurando los golpes militares (1930, 1943, 1955, 1962, 1966, y 1976) y los gobiernos populistas que devastaron al país.

La tercera grieta se saldó con el abrazo Perón/Balbín y el cambio total del General: del “para un peronista nada mejor que otro peronista” al “para un argentino nada mejor que otro argentino”

Eran épocas de enfrentamientos, serios a veces, por un país mejor.

En la cuarta grieta se trata de dos países totalmente distintos y antagónicos creados por el kirchnerismo (“nosotros y los otros”). ¿Qué se puede negociar o saldar entre ellos? Son países tan distintos que no hay modo de compatibilizarlos.

¿Qué nos queda entonces? María Eugenia Vidal y Alfredo Cornejo son para mí las mejores opciones.

María Eugenia ha dado pruebas de que tiene capacidad y condiciones como  excelente estadista y gobernante. Ha hecho maravillas en Provincia de Buenos Aires. Macri, sin su empecinamiento absurdo porque puede ser derrotado y por el bien del país, debe cederle la posta.

Cornejo ha sido un excelente gobernador mendocino con gran firmeza de carácter, rescatando a la provincia de los desastres que dejaron Jaque y Pérez. El mejor desde Francisco Gabrielli (1963/66) hasta hoy. Podría también integrar la fórmula con María Eugenia. Pero esto debe resolverse en forma urgente porque el peligro es inminente.

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