Sorpresivamente, la presidenta Cristina Kirchner se reunió ayer con parte de la cúpula del Episcopado, encabezada por su titular, monseñor José María Arancedo, para analizar el duro documento que los obispos difundieron hace hoy justo una semana y que fue criticado por la propia mandataria y la organización kirchnerista La Cámpora. En la declaración, los prelados advertían -entre otras cosas- que el país "está enfermo de violencia" y señalaban que "la corrupción pública y privada es un verdadero cáncer social".
Desde el Gobierno y la Iglesia apenas dejaron trascender que "se analizó cordialmente" el documento durante más de una hora. "Fue el tema excluyente", remarcaron las fuentes sobre el documento y describieron que el encuentro fue "en un clima distendido".
No obstante, parece claro que a la Casa Rosada lo que más le interesaba no era debatir el texto con los obispos, sino que se realizara la reunión para exhibirla como una demostración de que sus relaciones con la Iglesia -presuntamente- están muy bien. Particularmente, tras los nuevos aires que la surcan a raíz de la elección el año pasado de Jorge Bergoglio como Papa, que se mostró muy conciliador con la Presidenta.
Fuentes de ambas partes dijeron que la reunión fue acordada entre la Secretaría de Culto y la Secretaría General de la Presidencia. Pero se pudo saber que la Casa Rosada buscó con especial esmero durante toda la semana que se concretara el encuentro. Incluso, que participaran varios obispos. El problema era que muchos habían regresado a sus provincias tras la asamblea donde redactaron el documento, entre ellos los dos vices del Episcopado, los obispos Virginio Bressanelli (Neuquén) y Mario Cargnello (Salta).
De hecho, sorprendió la presencia en la reunión del vicario general del arzobispado de Buenos Aires -segundo del cardenal Mario Poli-, monseñor Joaquín Sucunza, que no integra la cúpula del Episcopado (es presidente de un organismo interno, el Consejo de Asuntos Económicos). La delegación eclesiástica se completó con el secretario general del Episcopado, monseñor Enrique Eguía Seguí, que sí integra la "mesa chica" episcopal y asiste habitualmente a las audiencias con el presidente de la Nación. Junto a Cristina estuvo el secretario de Culto, Guillermo Oliveri.
No fue la única señal del interés del Gobierno. Además, a los pocos minutos de terminada la reunión difundió las imágenes televisivas y las fotos del encuentro. Pero evitó el asedio periodístico al no revelar hasta el final la realización de la cita y tampoco precisar el lugar. Más aún, se dejó trascender que sería en la Casa Rosada, pero finalmente fue en la residencia de Olivos. Al final de las audiencias anteriores de la Presidenta con la Iglesia, al menos los obispos hacían declaraciones, pero esta vez nadie habló.
Hacia el final de su primer plenario del año, los obispos difundieron la semana pasada el documento "Felices los que Trabajan por la Paz" en el que advirtieron sobre la "creciente ola de delitos" -en cantidad y agresividad-, las diversas formas de violencia y aquellas actitudes que las fomentan. La Cámpora dijo que realmente la violencia fue grave en el '55 o el '76. Luego, la Presidenta rechazó que el país esté "enfermo de violencia" y señaló que quienes menean ese concepto buscan "el enfrentamiento".