Cristina Fernández de Kirchner inauguró ayer el 132° período de sesiones ordinarias del Congreso nacional. Ante la Asamblea Legislativa pronunció un discurso de 2 horas y 47 minutos que tuvo como broche final un llamado a la unidad de todos los argentinos.
"Quiero rescatar la idea de la concertación, la idea que él tuvo (por Néstor Kirchner) de que los partidos populares, democráticos y nacionales pudieran unirse en las grandes empresas. Una defección debe ser la excepción y no la regla; al contrario, debemos estar más unidos que nunca los argentinos para poder seguir adelante", sostuvo en referencia a aquella alianza con parte de la UCR y al quiebre con el ex vicepresidente Julio Cobos.
La rendición de cuentas sobre "el estado de la Nación" que realizó ayer la Presidenta ante el Parlamento arrancó con un ensalzamiento del modelo económico, que dejó en el tintero algunos de los principales problemas que atraviesa la economía: la inflación, la caída de reservas del Banco Central y el freno del crecimiento del PBI.
La jefa del Estado la emprendió contra los empresarios por el aumento de precios, proceso que se aceleró luego de la devaluación ocurrida en enero -a la que aludió sólo indirectamente-, y eligió a los docentes, cuyas paritarias no vienen bien encaminadas ("no puede ser que sea un parto todos los años el inicio de las clases", dijo), como objeto de sus críticas. No fustigó, en cambio, a otros gremios.
"Les pedimos a los empresarios que valoren el esfuerzo que hemos hecho en estos diez años. De los 12 bloques de bienes que se miden, todos menos el automotriz tienen la misma capacidad instalada que en diciembre de 2012, por lo que no hay justificación posible para los aumentos deliberados que saquean los bolsillos de todos los argentinos", dijo la Presidenta sobre la inflación, y pidió mejorar la legislación vigente para proteger los derechos de los usuarios y consumidores, tema que será central en el arranque del año legislativo.
Respecto a las paritarias, Cristina tomó como blanco a los docentes. "Hemos incluido el tema del presentismo, sé que a los compañeros docentes les genera urticaria pero si hemos transferido a la Educación el 6% del PBI, creado 9 universidades nacionales nuevas, distribuido netbooks y aplicado aumentos del 1.163% en los salarios docentes, entonces es justo pedir que los chicos tengan un mismo maestro todo el año para que no se interrumpa el proceso de aprendizaje, y porque además es injusto que el educador que va todo el año cobre lo mismo que el que va cada muerte de obispo", sostuvo. El discurso presidencial no tuvo anuncios de peso, sólo el anhelo de que para 2016 todas las escuelas tengan sala de cuatro años de manera obligatoria.
Una novedad que dividió las opiniones de los parlamentarios fue la promesa de Cristina Kirchner de enviar al Congreso un proyecto para reglamentar la protesta social (piquetes y toma de espacios públicos). La Presidenta formuló esto cuando contó que habló con el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, para intentar destrabar la ocupación de terrenos en el sur de Capital Federal ("Sí, hablo con Macri y con todos los que me llamen, no tengo problemas").
Contó que ambos coincidieron en el mal desempeño del fiscal que entiende en el caso y reclamó una "Justicia más ágil". Luego pidió formular "una normativa de respeto de la convivencia ciudadana; no puede ser que diez personas te corten una calle, por más razones atendibles que tengan, y que no pase nada", se quejó Fernández de Kirchner y recordó que el mismo secretario de Seguridad, Sergio Berni, "está procesado por haber desalojado una vieja toma que había en la Panamericana, mientras que a los manifestantes no les pasó nada".
Estas palabras sólo fueron aplaudidas por los oficialistas y los macristas, que sorpresivamente se vieron festejando la misma medida. Empero, Cristina Kirchner se ocupó de dejar en claro que se debe respetar siempre el derecho de expresarse libremente. Algunos legisladores oficialistas se sorprendieron por la idea de reglar con una ley las protestas, dada la tradición del kirchnerismo de no criminalizar las protestas sociales.
Respecto a la Justicia, que fue el blanco de todas sus críticas en la Asamblea de 2013, la Presidenta mostró un cambio de tono aunque no de opinión.
Defendió la ley de reforma del Consejo de la Magistratura que la Corte Suprema le bochó en junio ("sigo pensando que era un buen proyecto de control popular del único poder que no tiene contralor") y pidió a los jueces y fiscales que trabajen con mayor dedicación.
"Hay que ponerle un poco más de onda para que ande la cosa mejor porque, además, (los jueces) tienen muy buen presupuesto, ganan los mejores sueldos y siguen sin pagar el impuesto a las Ganancias", dijo ante la mirada del presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, y la vicepresidenta del Tribunal, Elena Higthon de Nolasco.
Recién después de cumplir más de dos horas de discurso la Presidenta abordó temas de política exterior, para denunciar un intento de "golpe suave" en Venezuela: "Sería fatal para la región permitir que vientos ajenos derrumben un país hermano".
Sobre la AMIA, ante la falta de avance del entendimiento con Teherán, pidió a la oposición un "proyecto viable, lógico, jurídico" -que fue leído como una aceptación de que la ley votada hace un año fracasó-, y en cuanto a Malvinas consideró que "se están abriendo los ojos de todo el mundo, y más temprano que tarde vamos a poder discutir la cuestión de soberanía".