Por Carlos Sacchetto - corresponsalía Buenos Aires
Guste o no, y ya sea por las posibilidades de un retorno a la centralidad del poder o por un tránsito hacia el final de lo que habrá sido un fuerte liderazgo, Cristina Fernández de Kirchner sigue siendo uno de los ejes sobre los que se articula la política nacional. No hubo un día de la semana que pasara sin que su nombre estuviera entre las principales referencias informativas.
Comenzó con su carta abierta convocando a la unidad del peronismo y de toda la oposición, proponiendo que la votaran en la provincia de Buenos Aires como única manera de “parar el ajuste macrista”. Las respuestas, al menos de los dirigentes de los distintos sectores, no fueron nada favorables. Sergio Massa y sus aliados rechazaron de plano el convite y Florencio Randazzo hizo lo propio con el agregado de responderle que, si no están unidos, es por exclusiva culpa de ella.
La estrategia unificadora a ese nivel no funcionó, aunque Cristina luego buscó convencer de que se había dirigido a los votantes y no a los dirigentes. La campaña para las elecciones del 22 de octubre comienza de manera oficial hoy, y ganando, o saliendo segunda, ella será senadora nacional por el territorio bonaerense.
A las pocas horas de la frustrada convocatoria, se hizo escuchar Miguel Pichetto, jefe del bloque PJ-FpV del Senado, advirtiendo que como Cristina se fue del peronismo y armó otro partido llamado Unidad Ciudadana, cuando llegue al cuerpo deberá integrar otro bloque. Eso confirma lo que ya todos saben: habrá un bloque peronista, que será más numeroso y dialoguista con el oficialismo, y otro kirchnerista, más pequeño y netamente opositor.
Un ex senador que compartió banca con ella en la Cámara alta cree que las cosas no ocurrirán de esa forma: “Conociendo a Cristina, lo que va a hacer es incorporarse al bloque de Pichetto y buscar que la echen. Recién ahí habrá división”.
Las demandas
Cuando ese tema sonaba en el Congreso, desde la Justicia volvieron a llegar para ella malas noticias. Primero, la Cámara Federal confirmó su procesamiento en la causa por supuesta corrupción con la obra pública, lo que la pone junto a Julio De Vido a las puertas del juicio oral. El expediente la considera cabeza de una asociación ilícita.
Luego, se supo que el juez Claudio Bonadío decidió unificar las causas por traición a la patria y encubrimiento agravado de cinco iraníes, sospechados de ser los autores intelectuales del atentado a la AMIA. Esta última está basada en la denuncia del ex fiscal Alberto Nisman, quien fue hallado muerto con un balazo en la cabeza poco antes de exponer en el Congreso. Bonadío podría llamar a la ex presidenta a indagatoria hacia finales de este mes, o sea, antes de las elecciones.
Como a esta altura ya todo tiene algún punto de conexión, periodistas de investigación obtuvieron detalles de una nueva pericia realizada por 28 expertos de Gendarmería sobre la muerte de Nisman. El informe, que la fuerza se encargó de señalar que aún no estaba finalizado, dice que el fiscal fue “drogado y asesinado por dos personas”. Las conclusiones serán entregadas al fiscal Eduardo Taiano y al juez Julián Ercolini, responsables de la causa.
Uno de los abogados de las hijas de Nisman advirtió que el uso político que sectores kirchneristas están haciendo de la desaparición de Santiago Maldonado, está dirigido a desprestigiar las pericias de Gendarmería en el caso de la muerte del ex fiscal.
El jueves, en la primera entrevista que Cristina dio a un medio independiente después de 10 años, criticó a Nisman, defendió el pacto con Irán que se hizo durante su gobierno y dijo que “es un disparate” sospechar de ella.
Sin pudor
El reportaje que el colega Luis Novaresio realizó a la ex presidenta para Infobae fue la culminación de una semana que la tuvo en el centro de la escena. Lo que todavía no está claro es si ella con esta exposición obtendrá beneficios electorales o no se moverá la intención de voto que muestran las encuestas, perdiendo por al menos 6 puntos en la provincia de Buenos Aires.
Si con esa entrevista pretendía conquistar votos independientes, no parece haber sido la mejor estrategia. Salvo que se trate de alguien con desmemoria aguda, sus afirmaciones contrapuestas con la realidad y su negación de lo evidente parecen haber ido a consolidar su propio activo, replicando el relato, y por momentos el tono, que la llevaron en 2015 a que su fuerza perdiera las elecciones.
Para no entrar a cada uno de los puntos en los que se alejó de la verdad para desmentir lo que está registrado en los archivos periodísticos de los últimos doce años, puede servir aquí un solo ejemplo. Dijo que en el país no hay Estado de Derecho y que la Justicia está manipulada por el gobierno de Mauricio Macri para perseguirla. Contrapuso esa afirmación a que durante su gestión “nunca se presionó a jueces ni se persiguió a nadie, como ahora lo hace el oficialismo con la Procuradora General Gils Carbó”.
Sólo basta recordar la manera en que después de nueve años, en abril de 2012, se tuvo que ir de ese mismo cargo Esteban Righi por no haber impedido que allanaran un departamento del ex vicepresidente Amado Boudou, ya sospechado por el caso Ciccone. Aquella decisión de Cristina profundizó su distancia del peronismo, ése al que ahora quiere reconquistar.