El conductor televisivo, Marcelo Tinelli, pateó el hormiguero cuando dijo que “Cristina y Macri son dos caras de la misma moneda que ya tienen picado el boleto”. No es razonable meter en la misma bolsa a la que puso la bomba social y económica con el que no tuvo éxito en desactivarla.
Es un infantilismo frívolo empatar a Cristina que fue la jefa de la asociación ilícita para producir el robo del siglo, con Macri que abrió todos los canales informativos que reclamaron los jueces para meter presos por mega corrupción a varios de los funcionarios más cercanos a Cristina y a varios empresarios, algo que no había ocurrido nunca en la historia. Una edificó la mafia de los sobre precios y las coimas y el otro generó las condiciones para que la justicia la demoliera.
Bajar a Macri al nivel de Cristina es favorecer a la ex presidenta de manera brutal. Y no explica con honestidad intelectual lo que ocurrió en los últimos años. Yo creo que no es lo mismo un piromaníaco que un bombero ineficiente. Ojo que esto no significa decir que Macri fue un gran presidente. Todo lo contrario.
Por eso muchos votantes de Mauricio Macri están enojados y desilusionados. Y tienen razón. Sobre todo las clases medias que vieron como los tarifazos, la asfixia impositiva y la estanflación fueron deteriorando su nivel de vida y, en muchos casos, los obligaron a cerrar comercios y empresas por falta de rentabilidad. La industria hace 9 meses que viene cayendo en picada.
La maquinaria agrícola vendió un 90% menos. Pero de ninguna manera se puede decir con seriedad que Cristina y Macri son iguales. O que representan lo mismo. Cristina condecoró a Nicolás Maduro y mantuvo relaciones carnales políticas con Hugo Chávez. Su tropa hace actos de apoyo al narco dictador y no repudia ni la violación a los derechos humanos ni los crímenes ni el asesinato de la libertad y la justicia social.
Macri es uno de los pilares del Grupo Lima y lidera a los países que apoyan que haya elecciones libres en Venezuela y abraza al presidente a cargo, Juan Guaidó al que recibió para darle un respaldo absoluto. Cristina ordena a sus militantes más salvajes como Hebe o Luis D’Elía que insulten a Macri y sus funcionarios y en este último caso que proponga fusilarlo en la plaza pública.
Cristina intenta sojuzgar a los medios de comunicación independientes y profesionales que ella llama mentirosamente hegemónicos y en la intimidad de sus documentos reconocen que fueron muy débiles con la Ley de Medios y que si vuelven al poder, tienen que avanzar en la expropiación de Clarín, La Nación y otros medios audiovisuales.
Macri jamás amonestó públicamente a ningún periodista y su gobierno pauta publicidad oficial aún en los diarios y radios más críticos, todo lo contrario de los que hacía Cristina. Macri ofrece conferencias de prensa donde cualquiera puede preguntar lo que quiera y él y sus ministros responden cuestionamientos en entrevistas no amañadas. Cumple con la ley.
No tiene un programa en la televisión pública como fue 678 del pauta traficante Diego Gvirtz, para humillar y estigmatizar a los cronistas que no se dejan domesticar o a los políticos disidentes. El canal del Estado es de todos, como corresponde. Será mejor o peor la programación, pero no se hace propaganda desde ahí. Todo lo contrario.
Se lo critica a Macri porque hasta Hebe de Bonafini tiene un programa que pagamos todos los argentinos pese a que es la persona que insulta más groseramente la investidura del jefe de Estado. Cristina no es lo mismo que Macri. Están a años luz. Ella no cree en la democracia y propone dinamitar la división de poderes con una reforma constitucional que ponga a los jueces al servicio del poder ejecutivo.
Muchos sueñan con crear el ministerio de la venganza. El intendente camporista Francisco Durañona acaba de cometer un sincericidio al decir que quiere una Corte Suprema de Militantes K.
La hipocresía y el relato de Cristina llegó hasta los temas de género y el aborto. Le prohibió a ministros y a la militancia mencionar aunque sea el tema aborto porque ella estaba en contra. Macri en cambio, habilitó el debate del tema y dejó a sus funcionarios con libertad de acción y de conciencia para que tomaran la posición que creyeran más conveniente.
Cristina habla de Machirulo pero la ley de paridad de género, con un hombre y una mujer intercalados en las listas de candidatos fue aprobada por iniciativa de Macri. Y ahora se viene la ley de a igual trabajo, igual salario. Me parece muy bien que Tinelli y todos los ciudadanos que lo deseen critiquen la terrible situación económica actual. Estamos en democracia.
Hasta Susana Giménez y Mirtha Legrand lo hacen y eso que son dos votantes fieles de Macri. Pero no se ajusta ni a la verdad ni a la realidad decir que Cristina es igual a Macri. Cristina ordena a sus piqueteros y dirigentes sindicales que corten calles y rutas y que hagan paros en forma constante para hacerle la vida imposible al actual gobierno.
Roberto Baradel, Hugo Moyano, Juan Grabois, Hugo Yasky son solamente algunos botones de muestra. Están dispuestos a poner palos en la rueda para debilitar al máximo posible a Macri y si lo pueden voltear, mucho mejor. El macrismo o Cambiemos con los radicales y la Coalición Cívica jamás cortaron una calle, nunca convocaron a un paro, y sus multitudinarias manifestaciones reclamando justicia siempre fueron en forma pacífica y sin generar un solo disturbio.
La frase que estoy cuestionando de Tinelli la dijo en el primero de los varios reportajes que dio. Se vé que alguien le hizo notar que esa comparación era injusta y la corrigió con otra frase:“Yo hablo con todo el mundo, menos con Cristina. Ella me trató varias veces de idiota”.
Julio Bárbaro que también apoya a Lavagna, fue el que tuvo las mejores definiciones sin caer en el error de poner en un plano de igualdad a Cristina y Macri. Al revés, fue muy duro con los cristinistas y los caracterizó de “una mezcla de revolucionarios oxidados con burócratas extraviados en un triste final del intento de cooptar al peronismo.”
Julio Bárbaro es el que tiene el discurso más preciso dentro del lavagnismo. A los K les dijo que “no son nada, ni peronistas ni revolucionarios, vinieron a dividir a la sociedad y a hacerle el juego a la peor derecha, a la versión más saqueadora del capitalismo. Ustedes son una organización delictiva y nos quieren inocular el veneno de la peor imagen al resto de los mortales”.
Don Julio propone, primero tomar distancia clara y condenar a los K y a la corrupción y luego armar un proyecto que tenga como eje “la búsqueda de la justicia social.” Julio Bárbaro no tiene dudas. Aseguró que “Cristina es peor que Macri porque los K no son democráticos y convirtieron al peronismo en un simple partido de la izquierda agresiva.
Se los dijo Perón: les regalé una estancia y pusieron un kiosco”. Sincero confesó que “un nuevo gobierno de Macri sería malo, pero un gobierno de Cristina sería mucho peor.” El peligro más grande del planteo de que todos son iguales y que Macri es lo mismo que Cristina es que los sectores medios pierdan esperanza y entusiasmo en la lucha contra la corrupción y se potencie las ganas de votar en blanco.
Si muchos votantes de Macri apuestan al voto en blanco, crecen las posibilidades de Cristina porque su voto es más duro y militante. El voto de Cambiemos es más reflexivo y fugaz. Repito para cerrar: Julio Bárbaro dice que Cristina no es democrática y Macri sí y que un nuevo gobierno de Macri sería malo pero uno de Cristina, sería una verdadera tragedia.
En síntesis, que Cristina y Macri no son iguales. Bárbaro apoya a Lavagna igual que Tinelli. Uno demostró que es un buen analista político. El otro, que es un conductor de televisión exitoso. Hay que llamar a las cosas por su nombre.