Por Alfredo Leuco - Periodista. Gentileza R. Mitre
Fue ella la que eligió a Daniel Scioli porque no tuvo más remedio y lo rodeó de mochilas de piedras como Carlos Zannini, Aníbal Fernández y los camporitas. Y encima lo intoxicó de órdenes y cadenas nacionales.
Fue ella la responsable de su fracaso más rotundo que es el de no haber podido parir una herencia o una sucesión política a su imagen y semejanza. Concentró tanto el poder y condujo con tanta mano de hierro que pisoteó todos los brotes y no permitió que surgiera ningún recambio dentro del Frente para la Victoria.
Fue ella la que hizo gala de un autoritarismo lindante con la monarquía. La que armó todas las listas de candidatos según quien era más leal y obsecuente y no de acuerdo a sus méritos o nivel de representatividad.
Fue ella la que hizo uso y abuso de la paciencia de los argentinos mintiendo una y otra vez, atacando con ferocidad a todos los sectores de la sociedad buscando dividir para reinar.
Fue ella la que utilizó todos los mecanismos del estado como si fueran de su propiedad. La que se sintió dueña y no inquilina del sillón de Rivadavia. La que malversó las estadísticas públicas y se burló de todos y todas permitiendo que sus lenguaraces dijeran que la inseguridad era una sensación, que había más pobres en Alemania que en nuestro país y que no había cepo en la Argentina.
Fue ella la que taladró el prestigio del fiscal Alberto Nisman y fogoneó que los periodistas chupamedias lo quemaran en la hoguera pública hasta que apareció con un tiro en la cabeza y todo quedó en la impunidad más cruel porque la justicia no sabe no contesta.
Fue ella la que ordenó cortarle la cabeza al juez Claudio Bonadío porque avanzaba peligrosamente hacia la verdad de la causa Hotesur y la ruta del dinero K que involucra en un caso de mega corrupción de estado a cielo abierto tanto a Lázaro Báez como a toda la familia presidencial empezando por ella y su hijo Máximo.
Fue ella la que eligió como vice a un malandra de estado, a un ineficiente ladrón como Amado Boudou que es inexplicable como todavía sigue en libertad.
Fue ella la que designó y elevó a la categoría de semidiós del progresismo tilingo a Axel Kicillof que dinamitó todos los indicadores económicos que había dejado Néstor Kirchner y que encima puso al frente de la boleta de la Capital Federal donde protagonizó un verdadero papelón electoral. Su cierre de campaña, como si fuera un revolucionario del mayo francés, abrazado al taxista Omar Viviani fue directamente patético.
Fue ella la que intentó domesticar a la justicia y al periodismo con la idea de quebrar todos los controles de su gobierno para instalar una guerra de servicios de inteligencia muy inquietante que viola una y otra vez la ley espiando a las personas que piensan distinto que el kirchnerismo.
Fue ella la que llevó al hastío a una gran parte de la población con sus peroratas y autobombos por cadena nacional que consiguieron el efecto contrario al que buscaban. Violaron la ley electoral y la veda con una permanente actitud patotera que dice a mí no me importa nada, y facilitaron los chistes agresivos de twitter que decían que si a Cristina le gustan tanto las cadenas, porque no le daban cadena perpetua.
Fue ella la que vio en Milagro Sala, Luis D’Elía y el Cuervo Larroque a revolucionarios y vanguardias iluminadas de sus pueblos pese a que las urnas demostraron que los violentos organizados como escuadrones para militares chavistas fueron repudiados por la mayoría de los compatriotas.
Fue ella la que no comprendió el mensaje del Papa Francisco que con gran generosidad la recibió una y otra vez y de varias maneras le hizo saber que era una locura pretender que Aníbal Fernández se convirtiera en gobernador de la provincia de Buenos Aires. Al Santo Padre no le preocupaba solamente la altísima imagen negativa del patrón del mal de Quilmes ni su manejo turbio de las fuerzas de seguridad: está convencido de que nadie hizo más en esta docena de años que Aníbal para permitir que los carteles del narcotráfico se instalaran en la Argentina.
Fue ella la que humilló a todos los que intentaron hacer una crítica o mostrar un camino distinto.
Fue ella la que hizo del maltrato y del látigo un instrumento de mando. La que por exceso de soberbia y altanería no supo no quiso o no pudo escuchar las advertencias de nadie.
Fue ella la que generó esta crisis política donde unos le tiran la culpa a los otros por semejante catástrofe electoral y donde nadie se hace cargo como si fuera una tormenta caída del cielo. Pero no fue magia, como le dije el viernes.
Fue ella la que miró para otro lado y fomento los disparates infantiles e ignorantes de un ministro de economía que hace agua por todos lados y que como única respuesta agita el fantasma de la conspiración permanente.
Fue ella la que instaló esa idea de que el gobierno ineficiente y sus propios errores no forzados en realidad son responsabilidad de los fondos Buitres, las corporaciones de todo tipo y el periodismo independiente a la cabeza.
Fue ella la que nos quiso hacer creer que ella es perfecta, que no comete errores y que el mundo ha vivido equivocado. Fue ella la reina de la arbitrariedad y la venganza que inoculó el virus del odio en las venas abiertas de la sociedad y producto esta fractura expuesta que tanto tiempo nos va a llevar cerrar.
Fue ella, en definitiva, la que entró a la historia por ser la primera mujer electa y reelecta presidenta pero que corre serios riesgos de salir de escena en el medio de caprichos de estado y falta de racionalidad que la llevó al deseo totalitario de “ir por todo y ser eterna”.
Fue ella, Cristina lo hizo. Una larga serie de metidas de pata que en la vida del peronismo se definen como mariscal de la derrota.
Fue ella. Fue Cristina. Ella lo hizo. Ella fue la mariscal de la derrota. Fue ella. Ella Fue. Cristina fue.