Treinta días de "estricto reposo". Con esa indicación de los médicos de la Fundación Favaloro que la atienden, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner fue dada de alta ayer al mediodía luego de la cirugía que le practicaron el martes pasado para drenarle el hematoma craneal consecuencia de un golpe en la cabeza.
La recomendación del descanso en la Quinta de Olivos, acompañada del adjetivo "estricto" es inédita en los partes médicos de la docena de internaciones hospitalarias y problemas de salud que padecieron Cristina y Néstor en los últimos años y parece apuntar al acostumbrado apuro de los Kirchner por retomar la actividad pública para dar muestras de fortaleza.
Esta vez no será posible. A pesar del "excelente ánimo" del que goza, de acuerdo a la descripción del vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro, Cristina Fernández no podrá dejar la residencia presidencial durante el próximo mes, donde recibirá estrictos controles médicos.
Así quedó descartada la idea con la que fantaseaban algunos kirchneristas de su reaparición pública para un acto de cierre de campaña el próximo 24. Aunque ayer se empezó a analizar la posibilidad en el seno del Gobierno de que al menos la Presidenta pueda grabar un video que se pase en el último acto de Martín Insaurralde antes de las elecciones legislativas.
Lo cierto es que la Presidenta ya no podrá apuntalar a su candidato desde el escenario (estaba previsto que lo hiciera en al menos dos oportunidades hasta que sobrevino su problema de salud) y tampoco estará, como es habitual, el 27 de octubre esperando el resultado junto a sus colaboradores en un hotel céntrico, en la noche en la que todo indica que el oficialismo sufrirá una nueva derrota en los principales distritos del país.
Con todo, diferentes encuestas realizadas tras la internación de la Presidenta muestran que se detuvo la estampida de Sergio Massa, que había superado los diez puntos de ventaja sobre su rival, y algunas incluso observan una reducción de esa distancia.
"Estamos gratamente reconfortados por los números de las últimas encuestas y queremos mantenernos lo más prolijos posibles hasta el final de la campaña, sin hacer olas, para ver podemos seguir reduciendo esa ventaja", analizaron ayer desde la comitiva que acompañaba al intendente de Lomas de Zamora en su paso por Bragado junto a Julián Domínguez.
El presidente de la Cámara de Diputados reemplazará a la Presidenta en la Cumbre Iberoamericana del próximo fin de semana en Panamá, como parte de la distribución de tareas que van asignando Carlos Zannini y Oscar Parrilli con el doble objetivo de mostrar un gobierno activo y diluir el protagonismo del vicepresidente a cargo del Ejecutivo, Amado Boudou.
Uno de los actos que iba a protagonizar la Presidenta esta semana era el del 17 de octubre. El escenario, a tono con la épica peronista y la continuidad kirchnerista en la llamada "década ganada", iba a ser el del regreso al funcionamiento de la fábrica de electrodomésticos Siam, a la vera del Riachuelo.
Pero hasta ayer había dudas sobre la realización de ese acto. Sobre todo porque muchos peronistas se negaban a compartir la celebración del Día de la Lealtad con Boudou, que debería asistir en representación del Poder Ejecutivo. Por eso, se barajaba la alternativa de que no haya un evento central y que cada cacique peronista encabece su propio acto, como una forma de mostrar sus carta en la promocionada revitalización del PJ camino a la sucesión presidencial de 2015.
Todo es provisorio y cambia a medida que Máximo Kirchner, Zannini o Parrilli van transmitiendo las instrucciones en cuentagotas. Para la mayoría de los funcionarios es una novedad estar navegando tantos días sin contacto con la Presidenta. Y esperan escuchar su voz, aunque sea por teléfono, en las próximas horas.
