Por Alfredo Leuco - Periodista. Gentileza R. Mitre
A esta altura es ridículo que se trate de adoctrinar a los pibes de cuatro años. Que se los subestime tanto y que crean que le están llenando la cabeza con su ideologitis. Porque eso es una de las enfermedades que tienen. La ideologitis es una inflamación de la ideología.
Tienen una bulimia tan feroz por el poder y el dinero que son insaciables. Siempre quieren más y van por todo. Dan la batalla política hasta en el consorcio del edificio en donde viven. En los clubes, en todos lados.
A ellos les resulta natural. No lo ven como un pecado político o una falta de ética. Les sale del alma poner a Evita en la tapa de un folleto para los chicos. Y colocar una caricatura de Cristina como la representante del Estado nacional. Y eso que la publicación era para celebrar los diez años de la “Ley de protección integral a los derechos de los niños, las niñas y los adolescentes”.
Menos mal que Cristina no escribió un libro porque a lo mejor se les hubiese ocurrido hacerlo de lectura obligatoria en los colegios como “La Razón de mi vida” de Evita. De todos modos ya tiene su muñeca de trapo que se vende en el Museo del Bicentenario. Es una especie de Barbie nac and pop. Tiene a su Ken que es Néstor y todos contentos. Todo el tiempo están bajando línea. Cualquier cosa es motivo de pelea por el poder. En cualquier momento Néstor Iván funda la agrupación “Chupetes camporistas para la liberación” y trata de ganar el poder en el jardín de infantes.
No pueden con su genio. Se apropian del Estado, de sus símbolos ecuménicos y tienen una concepción educativa lejos de la independencia y la curiosidad que se debe sembrar para que el joven saque sus propias conclusiones de todo. Se aprovechan de la inocencia de los chicos. Son oportunistas. Ventajeros. Paka Paka es otro canal militante. Sarmiento es malo. Rosas es bueno. Parafraseo a Pablo Sirvén y digo que eso es narcisismo de Estado.
El dogmatismo los fanatiza. Uno podría chicanear a la Tía Alicia que fue la responsable de la publicación y decir que la Cristina que ella puso en ese cuadernillo está dibujada. Solo faltó que al más puro estilo peronista apareciera Cristina como Evita diciendo que ella ama a los nenes y los nenes la aman a Cristina.
Justo este gobierno, que hizo un culto a la personalidad de Néstor Kirchner que casi no tiene antecedentes en la historia. Hay que ir muy atrás para encontrar calles, avenidas, plazas, escuelas, hospitales, represas, aeropuertos, centros culturales y estadios que lleven el mismo nombre de una persona que falleció hace tan pocos años como el caso de Néstor.
Todo se llama Néstor Kirchner. ¿Será cierto que hay más obras bautizadas como Néstor Kirchner que las que llevan el nombre de José de San Martín? Ellos fueron los que instalaron la cultura de reemplazar el afecto sincero por la adoración de Estado. Yo no veo en los hogares más pobres las fotos de Néstor y Cristina como estaban y hoy todavía están los retratos de Perón y Evita. Un ex radical escribió un tuit que decía: “Alfonsín está en una bóveda de Recoleta y Néstor Kirchner en un mausoleo en el Sur. La diferencia entre querer ser un presidente constitucional o un faraón”.
Hay pocas personas en el mundo de los próceres que tengan un mausoleo de las dimensiones faraónicas del que alberga los restos de Néstor. Y encima fueron pagados con los fondos del mayor beneficiario de la obra pública y sospechado de ser por lo menos testaferro, socio o empleado del matrimonio presidencial. Hablo de Lázaro Báez, el que más ganó con la década ganada. Ese mausoleo es todo un símbolo. Un monumento al personalismo de Estado que carece de todo baño de humildad y que está salpicado de corrupción.
Lo mismo pasa cuando Cristina explica los motivos de la muerte de Néstor Kirchner. Lo coloca casi en la categoría de Che Guevara. Como si hubiera sido acribillado con el fusil en la mano en pleno asalto al Cuartel Moncada mientras cantaba La Internacional.
Y la verdad es que Kirchner murió porque no se cuidaba, por sus antecedentes familiares, por su omnipotencia, por su obsesión por el dinero y bulimia de poder y porque vivía envenenado por el odio. Sin embargo para Cristina y su relato, su marido murió por la patria, por todos nosotros, murió de pie como los árboles. Eso lo dijo en un discurso, cuando instaló su retrato junto al de Hugo Chávez en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos.
¿No será demasiado? ¿No será necesario ese baño de humildad que tanto reclama a los demás? Y hablando de sangre y de valores hereditarios, casi monárquicos, ¿cómo pinta Néstor Iván? Le gusta Máximo presidente, Cristina gobernadora, Alicia intendente, Florencia diputada y Néstor Iván concejal. ¿No será mucho nepotismo? ¿No la acusarán de excesivo personalismo?
Hay muchas miradas críticas respecto de su gobierno y sus decisiones. Pero es normal en toda sociedad democrática y es bienvenido para consolidar las instituciones republicanas. Que su tropa le diga que usted es genial y bella y que nunca se equivoca, deteriora la democracia.
El verticalismo chupamedia y el miedo a expresar pensamiento propio producen una democracia autoritaria.
Una presidenta más humilde y menos soberbia parirá, seguramente, una militancia a su imagen y semejanza. Hace bien Cristina en reclamar más humildad y menos personalismos. Pero primero debería mirarse al espejo. Ir por el camino de la autocrítica y predicar con el ejemplo.