Carlos Sacchetto - csacchetto@losandes.com.ar - Corresponsalía Buenos Aires
Hubo, hasta el jueves, una larga cadena de acontecimientos trascendentes que hicieron escalar la confrontación política a límites cada vez menos tolerables para la convivencia democrática.
La resonante denuncia del ex fiscal Alberto Nisman, su misteriosa muerte de un balazo en la cabeza, las sospechas que de inmediato se derramaron sobre los denunciados, las actitudes equívocas de Cristina Fernández, sus ataques furiosos contra el Poder Judicial y el señalamiento de intenciones golpistas a cualquier expresión crítica con el Gobierno, crearon un clima institucional por demás denso e inconveniente para todos.
Los jueces que lidian con causas que involucran al poder suelen recoger la experiencia de generaciones enteras de magistrados para decir que el sentido de la oportunidad es fundamental a la hora de pronunciarse. Podrán discutirse ahora los argumentos del fallo de Rafecas y sus vínculos con el kirchnerismo. Pero que fue oportuno, lo fue.
A carpetazos
Si el alivio de saber que la denuncia por encubrimiento a terroristas iraníes fue rechazada en primera instancia tiene la virtud de serenar el ánimo de la Presidenta, no lo sabremos hasta mañana al mediodía cuando pronuncie su último discurso de apertura de las sesiones ordinarias ante la Asamblea Legislativa.
Ya más tranquilos, funcionarios de la Casa Rosada confesaban el viernes que hasta antes de la resolución de Rafecas, Cristina se aprestaba a descargar otra vez su ira contra los jueces pero con más virulencia.
La referencia al "partido judicial", idea que lanzó luego de la multitudinaria marcha convocada por los fiscales para homenajear a Nisman el 18F, iba a ser fundamentada con datos y antecedentes de magistrados provistos por los "leales" de la Secretaría de Inteligencia.
Las mismas fuentes oficiales no se animaban a afirmar que en este clima más distendido la Presidenta será igual de agresiva en su alocución.
Las dudas están basadas en que el enojo presidencial tiene como foco principal la causa denominada Hotesur, que vincula a su familia con Lázaro Báez en el lavado de dinero. Ese expediente, en manos del juez Claudio Bonadio, iba a ser activado en estos días y Máximo Kirchner sería llamado a indagatoria.
¿Contribuirá Bonadio a la distensión, demorando sus decisiones para más adelante? ¿Hay otras señales de una voluntad de la Justicia y el Gobierno para enfriar la pelea? Quienes dicen advertirlas apuntan que un emisario de la Casa Rosada le habría dado garantías al presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, de que no sufriría ataques personales por parte de Cristina en su discurso. Lorenzetti anunció que estará presente en el Congreso, pero ella es imprevisible.
La atmósfera creada a nivel institucional con el enfrentamiento entre Gobierno y Justicia impacta de lleno en la política, que se apresta a vivir un año decisivo. Es tan fuerte ese impacto que las encuestas sobre la imagen de los candidatos presidenciales cambian de manera vertiginosa cada semana.
Se reacomodan
Según sondeos propios y ajenos que se evalúan en el oficialismo y en la oposición, el caso Nisman sacudió el tablero y ofreció un escenario inesperado.
En trazos gruesos, cayó mucho la imagen de Cristina y arrastró -aunque en menor medida- a Daniel Scioli. En la foto que representan las encuestas de la semana pasada, creció la figura de Mauricio Macri, ayudado también por su acercamiento con Carlos Reutemann.
A instancias de ese crecimiento de Macri, perdió fuerza el avance que venía teniendo Sergio Massa, con serias dificultades para armar estructura o hacer alianzas en el interior del país.
Las dificultades de fin de ciclo que enfrenta Cristina, y su determinación de dar batalla hasta el último día, pone al kirchnerismo en una encrucijada. Scioli se ilusiona con una unidad del peronismo que incluya a todos (desde La Cámpora hasta De la Sota) y cree que eso lo llevará a la presidencia.
Pero hace sólo algunas horas, las cosas cambiaron. Aníbal Fernández, respaldado por Cristina, se anotó como presidenciable y está dispuesto a disputarle la interna a Scioli. Así, Florencio Randazzo bajaría su candidatura a la provincia de Buenos Aires. Ingeniería electoral, para que el kirchnerismo sueñe con la continuidad.