Desmarcando, desbordando, matrices, patrones y otros padres” es el nombre, el disparador y la matriz que Cristina Bañeros eligió para retomar la materialización de su producción artística, que mantuvo cinco años en suspenso.
A pesar de que las ideas, las formas y los soportes daban vuelta por su mente, el proceso madurativo siguió su curso y cuando sintió que era momento, construyó la muestra que hasta el 7 de febrero puede visitarse en Arteh, el espacio de Hipercerámico que comparte con los veinte artistas reunidos en “Mi obra emblemática”.
A las obras de este año se suman otras anteriores que dejan entrever ese “blanco, no tan blanco” del que habla y que teje sentido con conceptos como crisis, espiral, marco o influencias metabolizadas.
“Muchos de mis trabajos son reflexiones sobre el proceso creativo y como docente también abordo eso para desmitificar ideas muy instaladas y que considero no son tan así, como encarar la obra sin idea previa. Pienso que cuando uno empieza a trabajar nunca la hoja está en blanco sino llena de imágenes; se disparan tus referentes, tus obras. El blanco está lleno de marcas, de personas”.
La problemática de la pintura, el cansancio con la imagen, el lugar en el campo del arte, la noción de centro y periferia, fueron algunos de los estados por los que transitó antes de volver al collage y elegir un formato irregular basado en la mecánica del dibujo, el recorte y el armado en niveles por fuera del encuadre, porque ese límite le molestaba.
El desborde le produjo libertad y placer, y el espíritu reflexivo la acompañó conscientemente en el tratamiento de las piezas, algunas de ellas tridimensionales, que trabajó por capas, con fotos suyas de la naturaleza y en las que el color importa menos que la construcción de la obra.
“En el proceso sí suceden cuestiones que son producto del azar. Estoy atenta a eso y cuando surge, lo tomo. Me interesa mucho lo que ve el espectador y hasta más de lo que yo pueda llegar a decir sobre mi obra.
De la intención a la realización hay mucha distancia y el que mira está despojado de toda la intencionalidad del artista y atravesado por lo propio. Cuando estás haciendo un trabajo estás tomando decisiones permanentemente y la que elegiste es sólo una de las posibles”, comparte.
Superposición y yuxtaposición aparecen con rasgos en apariencia racionales y organizados que devuelven detalles expresivos y pequeñas cuotas de color.
El misterio, lo escondido, la sugerencia y lo secreto alcanzan las obras de Cristina Bañeros, que lanzan sus impresiones a la mirada del espectador con un claro mensaje que ella ratifica: de la crisis sale fortificada y recupera el deseo de crear.
Asimismo, en el montaje las obras interactúan y se activan relaciones entre lo estable y el movimiento, entre la convención y el juego libre, entre lo visible y lo sugerido.
También en relación a la exposición, Daniel Rueda -director y coordinador de Arteh-, expresa: “La convoqué porque buscaba una muestra actual e innovadora y a una artista que mantuviera una importante valoración conceptual, permitiendo la exploración para reflexionar sobre la pintura misma. En Cristina Bañeros encontré todo ello, sumado a una valiosa crítica y un reconocimiento académico como pocos. Simplemente tengo que agradecerle que aceptara”.
Artista y docente, su extensa actividad se traduce en numerosas muestras en el país y el exterior, premios y distinciones, destacadas becas de perfeccionamiento y otras tantas huellas que trazan su camino.
En la Sala 1 continúa la exposición “Mi obra emblemática” -con trabajos de 1996 a 2016- y la exhibición de obras de: Claudia Camplone, Mauro Cano, Juan Castillo, Bruno Cazzola, Susana Dragotta, Facundo Díaz, Rodrigo Etem, Mariano Fiore, Marcela Furlani, Miguel Gandolfo, Berny Garay Pringles, Omar Jury, Sabrina Kadiajh, Vivian Levinson, Mariana Mattar, Egar Murillo, Mica Priori, Ramiro Quesada Pons, Laura Valdivieso y Angie Villé.