Personalidad
Personalidad es la estructura humana que sintetiza elementos genéticos y circundantes de la persona. Lo que José Ortega y Gasset llamaba “el yo (ego) y sus circunstancias”.
Estudios de psicólogos de la Universidad de Manchester (Inglaterra) concluyeron en que la personalidad no se cambia pero sí se adapta a las circunstancias de la vida, modernamente con el aporte de la “inteligencia emocional”.
Cristina tiene una personalidad que no cambia. Es inteligente, soberbia, narcisista, autoritaria, dominante, histriónica y ávida de poder. No quiere cambiar porque está satisfecha como es y los pequeños cambios en la personalidad se dan cuando uno quiere mejorar, no cuando se siente en plenitud con lo que es.
¿Qué pasó entonces con el “aparente” cambio reciente?
Sus fanáticos alaban su “renunciamiento” (para vincularla con Evita) a la Presidencia, su “humildad” y su “desinterés” por la gloria de tal cargo, ya que cuenta con los votos para lograrla. Creo que nada de esto es cierto. La verdad: al percibir que su candidatura espanta a gran parte de la población, decide postularse a la Vicepresidencia y elegir (insólito) a su candidato a la Presidencia supercrítico de su gobierno durante diez años.
Ya he dicho en otros trabajos que no existió renunciamiento, ni humildad, ni desinterés y hoy trataré de explicarlo con más detalles.
Ella lo ha calculado todo. Los juicios (13), procesamientos y prisiones preventivas (7) decretadas contra ella y sus hijos ahora sí le preocupan intensamente. Necesita fueros y se ampara en la equivocada “doctrina Pichetto”, que para desaforarla se necesita sentencia condenatoria firme. Si existiera en ella renunciamiento, humildad y desinterés hubiera desistido sin más de toda candidatura. Lejos de ello cambia su postulación y estratégicamente elije la Vicepresidencia para agazaparse allí. No hay Cristina dulce, tierna y buena. Su personalidad es la misma, autoritaria, demandante y soberbia, estructurando un plan estratégico electoral. Alberto Fernández, quien después de hacer críticas severas acepta desdecirse de todo lo que dijo solo por la posibilidad no soñada de ser Presidente, acepta someterse al dominio de CFK. De producirse un triunfo electoral Cristina tomará los controles del poder y entonces se verá lo que hace Alberto.
Aceptar ser el títere de Cristina creado por Lanata en su sketch o se negará, renunciando a la Presidencia.
Cristina debe especular con esta alternativa. Y así pasará ella a ser Presidente, lo que quienes no son votantes ni fans de ella, lo pensamos desde que designó a Fernández y se agazapó en la candidatura a Vice.
Sus objetivos
Con su candidatura y eventual triunfo electoral aspira a que los jueces de Comodoro Py posterguen toda decisión de dictar sentencia contra ella y sus hijos y obtenga la impunidad de ambos, y por supuesto, la propia. Se asegura ocho años de libertad y por supuesto buscará por sus legisladores adictos incondicionales, echar jueces, indulto, perdón o cualquier otra sanción legislativa afín con sus intereses personales. En síntesis, su impunidad total definitiva.
Ya en el gobierno seguirá con el populismo, aislamiento del Estado y cierre del comercio internacional, aumentar el consumo vía emisión monetaria e inflación, liquidación de reservas, más impuestos para financiar la fiesta kirchnerista 2 y seguir engañando solapadamente al pueblo, como lo hizo con su marido durante doce años. Terminar de vaciar el país y reacondicionar sus “inversiones” y testaferros para borrar todos los cientos de pruebas que la incriminan junto a sus cómplices, esta vez en forma más prolija.
Ella no sabe hacer populismo sin dinero y tampoco puede emitir dólares. Le resta tan solo utilizar las reservas y emitir moneda, que es lo que hizo y lo único que sabe hacer. Así hace “feliz” al pueblo en base a la descapitalización del país y deja la inflación, los pobres y las ruinas al próximo presidente, como lo hizo con Macri. Y el pueblo volverá a creer que solo con Cristina puede ser feliz. ¡Maravillas del relato mentiroso!
Vergüenza local e internacional
El solo hecho que se presente como candidata la presunta corrupta más ignominiosa de la historia argentina junto con otros encarcelados con condena (De Vido, Boudou) es de por sí una vergüenza nacional e internacional. A ella le importa muy poco. Se la ve en actos partidarios bailando al ritmo de la música que rodea sus shows con numerosos fanáticos. ¡Y esto sí me llama la atención!
Porque los argentinos hemos perdido los valores que fundamentaron nuestra historia y exhibían orgullosamente los padres de nuestra patria. Con gran dolor debo admitir que Cambalache está sustituyendo poco a poco el Himno Nacional, en un proceso que comenzó a principios del siglo pasado y que desde el retorno de la democracia y la irrupción de los Kirchner se ha hecho notorio.
La economía, la pobreza, los sufrimientos de los argentinos se solucionan con gobiernos serios no populistas ni demagogos. Pero la pérdida de valores cuesta muchos sacrificios recuperarlos. Cuando la cultura de la honestidad, honorabilidad, respeto y trabajo se pierden, deben pasar por lo menos dos generaciones y la voluntad inquebrantable del pueblo para restablecerlas.
Sinceramente no estoy viendo eso hoy. La decadencia es moral y ética en todo: instituciones, gobernantes, dirigentes, políticos, educación, familias, sindicatos, jueces, legisladores, etc. Por supuesto hay quienes no se incluyen y honran sus funciones. Pero tenemos la impresión que el mal lo encontramos por doquier. Y si se me pidiera una prueba contestaría: “Porque ya no sentimos orgullo de ser argentinos”
¡Entonces votemos por la Patria!
