Cristina abrió el Salón del Libro evocando el exilio y a Marechal

La mandataria transmitió la recomendación literaria del Papa, se acercó a los autores y se retiró en un curioso carrito de golf.

Cristina abrió el Salón del Libro evocando el exilio y a Marechal

"Como el Papa" gritaba el funcionario francés en el Salón del Libro y abría las cortinas al paso. La presidenta Cristina Kirchner avanzaba hacia él en un carrito de golf y detrás del "Cristimóvil", como un monaguillo, el canciller Héctor Timerman lo empujaba con entusiasmo.

"Gracias", "estudiá mucho", "un beso", decía la Presidenta a los que se acercaban, antes de perderse en su Citroën negro camino al aeropuerto. En un último gesto, Timerman le hizo la venia militar y cruzó los dedos en los labios, con la promesa de que no hablaría con los periodistas que lo rodeaban.

Así terminó la visita de cuatro días de la jefa de Estado a Francia, donde almorzó con el presidente François Hollande, consiguió el apoyo de Francia en las negociaciones con el Club de París, tuvo un breve encuentro con el primer ministro Jean Marc Ayrault y compartió con él la inauguración del Salón, en el que la Argentina es invitada de honor.

Si en las 96 horas que duró su estadía oficial, la tensión entre la seguridad francesa y la argentina llegó al extremo por las cancelaciones, cambios de planes y autorizaciones de inesperadas mini-manifestaciones argentinas en el hotel -en una ciudad que tiene el Plan antiterrorista Vigipirate en máxima alerta- en la ceremonia en el Salón del Libro las desinteligencias entre ellos y el caos llegaron al paroxismo.

Con un suéter con brillos dorados, pantalones negros y perlas, la presidente eligió un "look" convencional para un acto oficial francés. Ella y el primer ministro Ayrault llegaron separados desde el Hotel de Matignon, la residencia del gobierno, donde mantuvieron una reunión protocolar . "Un muy buen encuentro" describió el vocero Scoccimaro.

Kirchner y Ayrault cortaron la cinta de inauguración del Salón y ella se subió al carrito de golf, a causa de su lesión. Allí llegó el primer desborde estilo argentino: un "scrum" de fotógrafos y cameramen sin antecedentes en Francia, gente aplastada por la seguridad presidencial, gritos, en un estrecho pasillo de argentinos que vivaban el paso de Cristina. Ayrault y la ministra de Cultura Aurelie Filippetti pasaron por el caos como pudieron, con sus guardias desesperados tratando de abrir paso.

El premier había hecho sus deberes para preparar el discurso. Se remontó a Charles de Gaulle, que pasó tres semanas en Argentina 50 años atrás, para destacar esta alianza política, cultural y tecnológica entre ambos países. "Nos une una historia común, de valores compartidos, de una herencia que iluminó la emancipación en América Latina" dijo Ayrault.

"Sus valores nos permiten promover juntos la universalidad de los Derechos del Hombre, el combate a las desapariciones forzadas y la pena de muerte", dijo. "Durante los años negros de la dictadura militar, Francia fue una tierra de refugio de los exiliados argentinos".

La presidenta Kirchner agradeció a Francia haber acogido a los argentinos que huían de la dictadura y dijo estar representando a los 40 millones de argentinos en el Salón del Libro. "Mirando a Estela Carlotto, a Tati Almeyda, a Miguel Ángel Estrella, a Susana Rinaldi, cómo no pensar en esa Francia de François Mitterrand, que tanto luchó por los derechos humanos" dijo, con esos protagonistas en primera fila.

En esta Francia laica, la presidenta decidió mencionar al Santo Padre y recordar su recomendación para honrar a Leopoldo Marechal, descendiente de franceses, un escritor "identificado con el peronismo". "Fue el Papa Francisco quien me recomendó que "sería bueno que se acordaran de Marechal, para que fuera mas conocido por todos los argentinos'", dijo.

Mas que los presentes en el stand del país, se notaban las ausencias de los argentinos VIP de París. No estaban ni los artistas Antonio Seguí y Julio Le Parc ni la astrofísica Norma Sánchez ni el psicoanalista Juan Nasio ni el actor Alfredo Arias. Tampoco Quino, el autor de Mafalda. En una mesa del stand y probablemente ignorado por muchos de los lectores se habían desplegado dos obras en francés: los libros de Santiago Amigorena, el ex marido argentino de Julie Gayot, la razón por la que el presidente François Hollande abandonó a Valerie Trierweiler, la primera dama francesa.

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