En las iglesias cristianas de Adén, la gran ciudad del sur yemení, raramente se escucha dar misa y las campanas permanecen mudas, símbolo del constante retroceso que registran en Yemen las religiones diferentes del Islam. El destino de los pocos miles de cristianos que aún viven en Yemen es incierto debido al conflicto cada vez más violento entre musulmanes sunitas y chiítas, que representan el 99% de la población.
Los cristianos son en su mayoría extranjeros, refugiados o residentes temporales, que adoptan un bajo perfil por temor a los grupos yihadistas.
“Sólo hay dos iglesias donde se celebran misas, las de San José en Crater y de San Antonio en Tawahi”, dos barrios de Adén, indica Bilal Ghulam Hussein, autor de una monumental “Historia del Estado de Adén 1839 - 1967”. “Desde 1990, muchos extranjeros se han ido de Adén y la práctica de otras religiones se ha reducido”, añade, a la sombra de la iglesia anglicana de Santa María.
El edificio religioso, restaurado hace algunos años con una ayuda internacional, es un destacado monumento de Adén, que albergó el parlamento bajo los británicos.
Construido en el siglo XIX, el lugar fue transformado en sede del Parlamento de Adén, bajo orden del gobernador británico, tras una solicitud de los dignatarios musulmanes que no aceptaban que superara en altura los alminares de todas las mezquitas de la ciudad.