Ejerció doce años de cura. Hoy se siente más libre sin la sotana aunque sus palabras muestran que el sacerdote no se ha esfumado del todo.
Es el ministro “paquista” de un gabinete en evolución que el gobernador Francisco Pérez viene armando entre equilibrios internos de un peronismo que no termina de definir las actuales porciones de poder.
Su misión central es la de conectar la Casa de Gobierno “con el territorio” para lo cual se dedica “a pisar los barrios'” y a “vivir la pobreza”. Sus propios subsecretarios responden a líneas opuestas en la última interna del PJ: uno es de La Cámpora (Juan Manuel González) y el otro de La Corriente (Osvaldo Pedrosa).
Bassín se define como “ciudadano argentino, nacional y popular” e integra un equipo de trabajo con Celina Sánchez, mujer de Pérez.
A la hora de elegir el escenario de una entrevista, Bassín desechó la Casa de Gobierno y no dudó en preferir a El Borbollón, el lugar donde se forjó militando a lo Macuca Llorens entre más de un centenar de familias que trabajan “claseando” basura frente a sus casas.
Por lo tanto el diálogo se desarrolló durante una caminata de dos horas por un barrio de 120 casas humildes y un asentamiento de 50 construcciones inestables con un Cedrys (Centro Deportivo, Recreativo y Social) municipal en el medio de ambos.
Inevitablemente las preguntas y respuestas se intercalaron y superpusieron con otras conversaciones entre el ministro, vecinos y pobladores.
- ¿Me acompañan a ver al Mosca? es la invitación del ministro que -con una bolsa blanca de nylon en la mano- inicia la recorrida
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El Mosca es un joven de rigurosa camiseta malla de Huracán Las Heras que encontramos entre otros cinco adolescentes, junto a un Fiat 600 azul con varios quiñes.
- “Les traje algo para que vayan practicando”, dice sacando un fútbol del nylon . “Ya les voy a avisar cuándo es el partido en el Estadio y cuándo los pasamos a buscar”.
- Capitanich dijo que hay una reducción drástica de la pobreza. Desde El Borbollón ¿usted piensa lo mismo?
- Yo creo que todavía nos encontramos con pobreza. El tema es que se está trabajando y cada uno debemos hacer algo. El cambio se va a generar desde cada uno de nosotros.
- Usted habla de vivir la pobreza, pero ¿no sería mejor matarla?
- Es bueno encontrarse con la pobreza, escucharla, estar con quienes la sufren, pisar el territorio y bregar para que todos puedan gozar de sus derechos, no sólo algunos. Hablo de derecho a la educación, al trabajo, a la familia, a la recreación. Siempre va a faltar mucho para hacer, pero hay que seguir trabajando. Esto apunta a la identidad con los mismos derechos para todos.
- ¿Cómo planea disminuirla?
- Trabajar en equipo articulando y generando políticas inclusivas, dando oportunidades e insertando en programas de alfabetización o laborales, en los que la gente se organice y pueda formar cooperativas.
En la recorrida llegamos al domicilio de la Pancha y el Pancho. Este último no está. Nos atiende la primera con un mate. Dice estar “muy bien” y que se mejoró de sus problemas en las piernas por las horas acumuladas clasificando -“claseando”- basura por 120 pesos cada tres días.
- “Cristian… Decile a la Celi que ya tengo la gente para el taller de costura… son seis mujeres…. y nos hacen falta las máquinas…. También tengo que ir a buscar mi documento a Costanera y Brasil… ¿No me llevarías hasta allá cuando podás?”, es parte de la catarata de pedidos con que la Pancha recibe al ministro.
- Usted que está en los dos lados. ¿Con qué estadísticas de pobreza se maneja? ¿Las de la Iglesia o las del gobierno?
- No. Yo me manejo con la realidad que vivo y, a medida que nos vamos encontrando con situaciones de pobreza, intentamos articular para dar una solución.
Con ladridos de fondo llegamos a lo de Diego Armando. Lona y nylon sobre adobe y palos intentan semejarse a una vivienda. Al lado cuatro caballos descansan de la carretela. Debajo de la cobertura ajada por el sol y por la lluvia deambulan por el piso de tierra perros y gatos, infinidad de patos y gallinas con sus respectivos patitos y pollitos, dos bebés, dos nenas y cuatro mayores. Un mesón sostiene dos bolsas con papas y cebollas.
Al lado de un mate los cubiertos, una bolsa de pan y una lata de leche Nido sólo se pueden ver parcialmente tapados por las moscas. En lo que se supone es el dormitorio dos elásticos descansan sobre ladrillos para sostener una espuma de goma y un colchón.
- “Mire… por acá pasó el agua”, describen los habitantes mostrando el interior de la “casa”.
Celular en mano el ministro habla con uno de sus colaboradores para cumplir el nuevo pedido.
- ¿Qué importancia da a los gestos simbólicos cuando asume en El Borbollón y marcha con las Madres?
- Esto habla de un sentir y de un deseo fuertes porque lo que se dice en palabras hay que llevarlo a hechos. Acompañar a las Madres o a una cooperativa de trans, son gestos que indican que la práctica debe acompañar al discurso.
Dejamos el asentamiento. Volvemos al barrio. Visitamos al tocayo Cristian, viudo y con una hija de un año y siete meses a cargo, que dejó de trabajar en el basural porque hoy es celador en una escuela de Las Heras.
- “Hermano. No te imaginás lo contento que estoy con el nuevo trabajo. El ‘dire’ me dice que soy el ahijado del cura Cristian y de la Celi. Dejé el basural y hoy tengo un trabajo limpio, con sueldo y obra social. ¿Y a vos cómo te va con tu nuevo trabajo?”.
- Ehhhh, piensa un segundo el ministro. “También estoy contento. Lo que antes hacíamos en el basural de acá ahora se agrandó un poco a toda la provincia. Pero el tema es el mismo: que no falte educación ni leche”.
- Ministro, ¿cómo es su relación con el Gobernador?
- Excelente, el Gobernador es una persona que se preocupa muchísimo con los más pobres, por los basurales, por los sectores más vulnerables. En eso me parece que hay que sacarse el sombrero.
- ¿Cómo se siente más cómodo: como ministro de la Iglesia o como ministro del gobierno?
- Como Cristian Bassín, ciudadano argentino, nacional y popular.