El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, abogó ayer porque su país pueda llevar a cabo operaciones militares en el exterior para rescatar a ciudadanos nipones, un día después de que el Estado Islámico (EI) anunciara la ejecución del periodista japonés Kenji Goto.
Las declaraciones de Abe se inscriben en el marco de la reinterpretación de la Constitución pacifista nipona que ha impulsado su Gobierno y que persigue un rol más activo para las Fuerzas de Auto Defensa (ejército).
Abe señaló, en una intervención en el Parlamento nipón, que “no se deberían aplicar consideraciones geográficas” a la hora de ejercer la llamada Auto Defensa Colectiva, que consiste en apoyar a tropas aliadas en caso de que sean atacadas y que es el principal cambio que persigue la actual Administración.
El jefe del Ejecutivo se refirió así a una de las medidas más controvertidas adoptadas por el Gobierno en 2014, la reinterpretación de la Constitución Pacifista de Japón, y que deberá ser aprobada por el Hemiciclo en 2015.
La Auto Defensa Colectiva estaba limitada hasta ahora por el artículo 9, que impide al país el uso de la fuerza para resolver conflictos internacionales.
Esta modificación ha sido criticada por quienes consideran que abre la puerta a una nueva militarización del país, mientras que sus defensores argumentan que servirá para jugar un papel más preponderante en la escena internacional y contrarrestar la pujanza china.
La crisis de los rehenes ha reabierto el debate sobre la necesidad de que Japón se implique en operaciones militares internacionales y sobre el derecho de que las Fuerzas Armadas niponas puedan intervenir en otros países para rescatar a ciudadanos japoneses.
El primer ministro hizo estas declaraciones el día después de la difusión de un video del EI que muestra la decapitación de Goto, que permanecía secuestrado por el grupo yihadista desde octubre de 2014 junto a otro japonés, Haruna Yukawa, ejecutado el pasado 24 de enero.
Abe afirmó que Japón “nunca perdonará” lo que definió como actos “crueles e inhumanos” del grupo radical y afirmó que Tokio “cooperará con la comunidad internacional para asegurarnos de que pagarán por su responsabilidad”.
Abe defendió su actuación
Shinzo Abe, defendió ayer su política contra el terrorismo y esquivó numerosas interrogantes a su manejo de la crisis de rehenes.
Durante todo el día de ayer, mientras transcurría el largo debate parlamentario sobre la crisis de los rehenes, la bandera en la residencia oficial de Abe ondeaba a media asta como señal de duelo.
Abe dijo que el anuncio de entregar 200 millones en ayuda no militar para combatir al EI -hecho durante su visita al Medio Oriente pocos días antes de que esa organización extremista pidiera un rescate de 200 millones de dólares por los dos rehenes- tenía por objetivo mostrar el compromiso de Japón para combatir al terrorismo e impulsar la paz y estabilidad en la región.
Algunos sectores han puesto en entredicho esa decisión bajo el argumento de que Abe debió ser más cuidadoso y no mencionar al grupo EI por su nombre.
“Mientras la sociedad internacional trata de restaurar la paz y estabilidad en el Medio Oriente -argumentó Abe-, yo creí que sería apropiado visitar esa región y que debía transmitir mi mensaje al mundo desde ahí”.
“Creí -agregó-que anunciar la contribución de Japón para cumplir con nuestra responsabilidad ayudaría al esfuerzo de la comunidad internacional para combatir el terrorismo y evitar su crecimiento”'.
El premier opinó que no cree que se haya incrementado el riesgo de ataques terroristas luego de las amenazas que se vertieron en un video, que muestra a presuntos integrantes del EI prometiendo que atacarán a los japoneses y que harán del cuchillo que blande el asesino de Goto la “pesadilla” de ese país.
La bandera que ondea en la residencia de Goto fue colocada a media asta en duelo por Goto y el otro rehén, Haruna Yukawa, un aventurero aficionado a las armas que presuntamente fue asesinado previamente.
Japón incrementó las medidas de seguridad en aeropuertos y otros medios de transporte público, así como en instalaciones del país en otros lugares como embajadas y escuelas.
El último rehén asesinado, Kenji Goto, partió a Siria en octubre, sólo unas semanas después del nacimiento de su hija pequeña. Poco después, fue capturado por la milicia extremista.
"Estoy muy orgullosa de mi marido"
La esposa de Kenji Goto dijo ayer que estaba devastada pero orgullosa de su marido. En un comunicado publicado a través de la fundación Rory Peck, con sede en Gran Bretaña, Rinko Jogo pidió privacidad para su familia mientras enfrenta la pérdida y agradeció a quienes los habían apoyado.
“Sigo estando muy orgullosa de mi marido, quien informó de la difícil situación de gente en zonas de conflicto como Irak, Somalia y Siria”, dijo.
“Su pasión fue resaltar los efectos sobre la gente normal, especialmente a través de los ojos de los niños, e informarnos al resto de las tragedias de la guerra”, añadió.
Jogo contó dijo que había recibido varios correos electrónicos de personas desconocidas que decían ser los captores de su marido. Pero la crisis de rehenes se volvió un asunto nacional cuando los insurgentes pidieron públicamente el pago de un rescate de 200 millones de dólares en 72 horas, el 20 de enero.
“Por su parte, la madre de Goto, Junko Ishido, de 78 años, expresó: “Estoy tan descompuesta que no tengo palabras. Espero que la gente entienda que Kenji era un hombre cariñoso y valiente”, aseguró a la prensa la madre del periodista, Junko Ishido, de 78 años.
El gobierno pidió a todos los periodistas que estén cerca de zonas de conflicto que se retiren por el riesgo a secuestros.