Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
Uno de los ejes más importantes de la crisis argentina ha sido la acción del Indec de mentir en forma sistemática acerca de los indicadores principales de la economía argentina con la ingenua idea de esconder los problemas y hacer creer a propios y extraños que todo marchaba sobre ruedas.
Mentiras famosas generaron no pocas famosas crisis en el mundo. En 1994 México reconoció que había falseado datos y generó una corrida de capitales que desembocó en el “efecto tequila”. En 1997, ocurrió lo mismo con Tailandia y generó lo que se denominó “efecto arroz”. Hace muy poco tiempo, Grecia reconocía mentiras de varios años y terminó sumiendo al país heleno en una crisis de tal dimensión que puso en riesgo a toda la Zona Euro.
El martes se conocieron datos que muestran que el Indec estuvo mintiendo los datos de la balanza comercial y sobre calcular las exportaciones ocultó un déficit comercial acumulado de más de 1.700 millones de dólares, el primer déficit desde 2001. Una nueva mentira que se suma a los cálculos de inflación, PBI y pobreza, entre otras.
Ahora ya no hay mentiras que puedan ocultar la crisis. La escasez de dólares llevó a al Banco Central a limitar las autorizaciones de importaciones y los pagos de servicios de gastos de turismo en el exterior.
Con reservas nominales de 22.000 millones de dólares, pero que descontados fondos de terceros dejan hoy no más de 8.000 millones, el panorama es más preocupante de lo que se creía.
Esta decisión afecta a todas las industrias que dependen de insumos importados como automotriz, electrónica y electrodomésticos, además de agencias de viajes y turismo, así como a los mismos turistas que tienen comprados paquetes en el exterior.
Para hacerse de divisas, el gobierno acaba de obligar a las compañías de seguros a desprenderse de las tenencias de bonos en dólares, como una manera de presionar a una supuesta baja del valor del dólar paralelo.
El problema es complejo y el gobierno intenta llegar de cualquier manera. Venden dólares a futuro que no tienen ni tendrán, según denunció el ex presidente del Banco Central, Alfonso Pratt Gay, pero con la deuda que hoy acumulan con importadores por compras autorizadas (cerca de 10.000 millones de dólares) la entidad monetaria estaría prácticamente en default.
Esto explica la suba del dólar paralelo porque los operadores temen nuevas medidas que paralicen mucho más la economía y por el panorama que le puede quedar al próximo presidente, se llame como se llame.
La suba de la tasa de interés pretende que el desorbitante sobrante de billetes emitidos no vaya a consumo y tampoco al dólar paralelo. La sensación de susto la está generando el mismo gobierno.