Con varios atuendos colgados en su placard, pero con la intención de utilizar algo distinto para asistir como invitada a un casamiento, Romina (31) decidió alquilar un vestido en un negocio del barrio Bombal.
Se trata de una tendencia por la que optan cada vez más mendocinas pensando, por un lado, en ahorrar dinero y por el otro, en reducir el consumo de una prenda que probablemente jamás volverán a usar. Sobre todo en una época donde desbordan las fiestas de egresados, enlaces, cocktails, entre otros.
En el Gran Mendoza por lo menos tres grupos de emprendedoras decidieron abrir locales dedicados a esta modalidad. En los mismos se puede alquilar vestidos desde $500 hasta $3.000.
La modalidad es similar en los tres: las clientas eligen la prenda, se la llevan poco antes del evento y la devuelven a los días. Previamente deben dejar una garantía que se les devuelve si el vestido se entrega en condiciones. Además son las dueñas del local las que se encargan de la tintorería.
Emprendedoras locales
Las amigas Alejandrina Itoiz, Laura Ferrer y Natalia Montiel abrieron en agosto las puertas de su local de alquiler de vestidos llamado Locker, ubicado en el Barrio Bombal.
"Empezamos con dos compañeras del colegio. Nosotras mismas tenemos muchos casamientos y entonces se nos ocurrió la idea de alquilar vestidos, una tendencia que en Buenos Aires y en otros países se usa desde hace mucho", comenzó a relatar Alejandrina. Así de a poco empezaron a comprar distintos vestidos hasta que lograron un buen stock.
"Tenemos variedad de marcas y modelos. Además de muchísimo talles, desde XS hasta doble XL", detalló la joven. Allí los precios van desde $500 a $3.000 según el vestido y la marca. "Está bueno porque las chicas pagan una fracción de lo que valdría el vestido nuevo y pueden ir muy bien vestidas", dijo la emprendedora.
Para ella la tendencia tiene que ver justamente con la dificultad para desembolsar los altos costos a la hora de comprar este tipo de prendas, pero también con una toma de conciencia por parte de la sociedad.
"Se busca no consumir de más. Porque generalmente los vestidos son prendas que tienen un solo uso, por ahí después se lo terminás prestando a una amiga o lo tenés guardado por muchos año en el placard, pero obviamente que la crisis ayuda mucho a la demanda", reconoció.
En la quinta sección de Capital, Valentina Pagliara y Sofia De Pellegrin abrieron el showroom Rhent. Ellas se preguntaron por qué los hombres podían alquilar trajes para fiestas y las mujeres no. "Estuvimos charlando porque sabíamos que en otros países estaba funcionando y decidimos empezar a probar acá", contó Valentina. Antes de abrir el local comenzaron alquilando desde sus casas.
"Tuvimos mejor aceptación de la que esperábamos. Sabíamos que la gente joven lo iba a aceptar más rápido, pero también han venido las madres con las hijas y les ha encantado", aseguró. Remarcó además que ellas solo tienen un modelo de cada vestido para que las invitadas no se encuentren con ropa repetida en una misma fiesta. Allí tienen dos tipos de clientas, las más previsoras que se prueban con tiempo y dejan el vestido reservado, así como aquellas que van de urgencia porque tienen una celebración al otro día.
Sobre las razones por las que cada vez más mujeres buscan esta modalidad, Valentina comentó que la mayoría de las clientas les han aseguraron que los precios de los vestidos son demasiado altos. "Y es un vestido que usás una o dos veces, por ahí con lo que te cuesta podés alquilar de una o cuatro veces, lo que te da la posibilidad de ir cambiando en cada fiesta", subrayó a la vez que informó el alquiler de los vestidos ronda entre los $800 y $2.000.
Una tercera opción para alquilar prendas femeninas para fiestas es en "Antes muerta que sencilla", el local que Eugenia Bernard, Mariana Immerso y Maru Marangoni tienen en Luján de Cuyo. Ellas han estimado que una mujer puede usar entre 3 y 6 vestidos diferentes por el precio de uno solo si decide alquilarlo. "Dependiendo de lo que alquiles y de lo que quieras comprar, nosotras alquilamos desde $600 a $2.500", señaló Eugenia.
"La premisa fue brindarle una solución a las mujeres. Darles la posibilidad de que no tengan que usar siempre el mismo vestido, ni gastar dinero en la tintorería", manifestó.
Un aspecto que la sorprendió es que llegaron hasta el local varias estudiantes próximas a recibirse para buscar su atuendo para la fiesta de egresados. "Me parece que han tomado mucha conciencia por la crisis. Y de paso también les alquilamos a las mamás y a las hermanas", señaló.
Para ella situación económica ha ayudado al alquiler de vestidos de fiesta, pero además suma que en el mundo hay una tendencia que viene creciendo e invita a reducir el consumo. "Yo creo que se resume en un concepto: gastá menos y disfrutá más", dijo a la vez que remarcó el "costado verde" de la iniciativa.
Locales
Locker
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Rhent
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Antes muerta que sencilla
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