Parafraseamos la muy conocida expresión de uso habitual en el comercio de pasajes aéreos, que significa de “bajo costo”, que se viene utilizando en Europa desde hace mucho tiempo y que acaba de aterrizar en nuestros aeródromos desde hace algún tiempo, para denominar a aquellas empresas aéreas, que cobran más baratos sus pasajes, en base a una inteligente organización empresarial (a tal punto que compiten con el servicio de ómnibus).
Mis lectores saben que he empleado muchas veces esta expresión para referirme, por analogía, a la nueva táctica utilizada por los yihadistas del desmembrado estado o califato islámico, creado por ellos mismos en base a territorios robados o usurpados a países del Oriente Medio en graves situaciones de anarquía, por guerra civil en el caso de Siria o por la intervención de los Estados Unidos, en el caso de Irak (ver mi libro “Oriente Medio, un caldero hirviente” y varios artículos publicados en Los Andes).
Podríamos agregar que, además de los EEUU, tienen sus manos metidas en el lodazal de aquella región asiática, varios miembros de la OTAN, Arabia Saudita, Irán, los perennes y antidemocráticos emiratos del golfo Pérsico, Rusia, Turquía y otros movimientos del terrorismo islámico como Hezbollah, Al Qaeda, JAN y otros del prolífico “criadero” del Oriente próximo.
Aunque no sólo de árabes y musulmanes, se trata también de países occidentales que tienen una activa injerencia en los asuntos internos de dicha región, como EEUU, Inglaterra y Francia a través de sus respectivos servicios de inteligencia.
Volvamos al tema central que nos ocupa, vale decir, los yihadistas de ISIS, al advertir que por una razón u otra tenían frente a sí a un abigarrado y heterogéneo conjunto de enemigos. En los últimos tiempos vienen sufriendo derrota tras derrota. Además han perdido una fuente muy importante de ingresos provenientes de la venta del petróleo robado, por la destrucción de pozos y medios de transporte destruidos por los ataques de la aviación aliada.
Por ello, sin abandonar el campo de batalla, optaron por la táctica que me he permitido denominar “crímenes de bajo costo”, que consiste en atacar con algún vehículo robado a una muchedumbre o hacer estallar un hombre bomba, suicida, en medio de mucha gente.
Este sistema tiene para los terroristas la ventaja de utilizar muy poca “mano de obra” y en general muy poco costo, porque ni siquiera tienen necesidad de trasladar yihadistas de un lugar a otro, porque en todas las ciudades importantes tienen lo que se denomina “células dormidas”, que desarrollan una vida normal hasta que reciben la orden de actuar y cumplir un plan determinado.
Esto de atropellar con un vehículo a un grupo humano lo iniciaron en Francia, donde no se les dio mayor difusión mediática. Si esta falta de difusión fue una actitud premeditada del gobierno y de los medios de prensa me parece excelente, pues otra de las ventajas que obtienen con este tipo de accionar es la amplia difusión que los medios dan a esta clase de actos terroristas. Está bien que por sus características es imposible ocultarlo, pero por lo menos darle la menor importancia posible. Porque una ventaja adicional que obtienen estos hijos del demonio, es que su siniestro accionar se difunda lo más posible ya que saben que el pánico generalizado juega a su favor.
Que la gente no se sienta segura en ninguna parte, crispa los nervios de todos como el que cualquiera puede ser víctima de estos actos demenciales porque los ataques no van dirigidos a nadie en particular.
Para ser víctima de estos actos de terrorismo no se requiere ser funcionario o persona importante. Todos somos presuntas víctimas y esto es lo que causa mayor pánico en la población.
La intención inmediata de los actos de terrorismo es aterrorizar, coaccionar, forzar, desmoralizar o provocar, intimidar, antagonizar, desorientar, desestabilizar El temor, por otra parte, no es el mejor consejero para tomar decisiones.
Lo que sí corresponde es que los culpables de haber creado, armado, instruido y preparado a este monstruo, lo detengan antes de que sea demasiado tarde.
Si en verdad se quiere terminar con el monstruo es indispensable lograr el fin de la guerra en Siria, tanto por parte de las fuerzas gubernamentales que apoyan al presidente Bashar al-Assad, como por quienes lo atacan, ya que todos están al límite de sus fuerzas y ninguno de los dos se halla en condiciones por sí solo de derrotar a ISIS.
Lamentablemente, una tregua amplia y duradera entre los dos bandos, es poco factible de lograr debido a que el odio mutuo es demasiado grande.
Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de Los Andes.