Hasta ahora la muerte del auxiliar de la Policía Ariel Tobares, de 40 años, ocurrida en la madrugada del lunes, mantiene muchas incógnitas, con más dudas que certezas. Y si bien hay dos personas señaladas como sospechosas, hasta el momento, no habría demasiados indicios ni pruebas firmes para imputarles el delito. El tercero de los aprehendidos ayer recuperó su libertad, aunque quedó citado por la fiscalía.
Paralelamente, también en la víspera se multiplicaron los procedimientos y algunos allanamientos, cuyos resultados, hasta ahora, no trascendieron.
Al comunicado oficial del Ministerio, abonado también por el fiscal de delitos especiales Juan Manuel Bancalari, sobre una recompensa de 50 mil pesos para quien pueda aportar datos certeros que lleven a la detención de los autores, hecha en horas del mediodía del mismo lunes, por el momento no encontró el eco esperado.
Sospechosos
Entre estos últimos figuran dos jóvenes: Luciano Díaz, de 20 años, y Emir Harba, de 22, uno integrante de una familia relacionada con el comercio de la droga y el otro con un pasado en la Escuela de Policía, que después de ser "señalados" por medio de las redes sociales como los autores y, pese a los dichos del Ministerio, fueron aprehendidos en la calle cuando caminaban rumbo a una de las fiscalías para ponerse a disposición de la Justicia.
Entre los argumentos que tienen las autoridades se cuenta que ambos "llevaban puestas las mismas vestimentas que utilizaron cuando mataron al policía", algunas de las cuales habrían sido tiradas cerca de la casa donde detuvieron al otro sospechoso.
Sin embargo, se espera la rueda de personas para saber si ambos (o uno de los dos) es reconocido por los ocasionales testigos, tarea que se podría concretar hoy, cuando se reanude la actividad judicial.
Distinta es la situación de Matías Riquelme, de 24 años, cuya detención se logró tras el allanamiento de una vivienda en las cercanías de donde ocurrió el crimen y a la que los investigadores habían llegando siguiendo el rastro marcado por un perro de la fuerza, pero ayer al declarar ante el fiscal éste resolvió su situación y le otorgó la libertad.
El hecho
El policía Ariel Tobares, con prestación de servicio en la Unidad de Asistencia Turística, murió después de recibir un disparo en la cabeza, efectuado con su arma reglamentaria, de la que los agresores habían logrado apoderarse tras un forcejeo.
El crimen (el tercero de un uniformado en este año) ocurrió en la primera hora del lunes, cuando el policía, vestido de civil, cumplía con un servicio extraordinario en un trole que hacia el recorrido Godoy Cruz - Las Heras.
El ataque se produjo cuando dos hombres, aparentemente en estado de ebriedad, subieron a la unidad y sin pagar el pasaje se sentaron. El policía, ante el reclamo del chofer, obligó a los jóvenes a bajar del transporte, cuando en medio de un forcejeo, uno de los sujetos le tomo el arma (una pistola Bersa 9 mm), y sin más le disparo. La bala impactó en la cabeza del efectivo y lo mató casi en el acto.
Los dos individuos aprovecharon que el trole estaba detenido, sobre la avenida San Martín, entre 3 de Febrero e Independencia de Las Heras, sumado a la confusión entre los pocos ocupantes de la unidad, y aprovecharon para escapar a la carrera.
Un fiscal especial sin ayudantes
El fiscal especial "temporario" Juan Manuel Bancalari trabaja sin ayudante de fiscal, es decir sin un colaborador que funcione como "mano derecha".
A 20 días de asumir en su nuevo cargo -luego que el procurador Rodolfo González desplazara a Daniel Carniello de la fiscalía especial 16- Bancalari trabaja solo.
Es que en el apuro de este cambio de jugadores -Carniello (el músico) pasó a Guaymallén en lugar de Bancalari (entrenador de rugby)- alguien se olvidó de que el lugar de ayudante de fiscal especial está vacante. Es que la "mano derecha" de Carniello, Gustavo Stroppiana, asumió recientemente como fiscal de Maipú-Luján.
Con este panorama tan poco organizado, Bancalari toma "prestado" a los ayudantes de fiscal de las fiscalías donde se produce el delito -por caso, los de Las Heras en la muerte del policía Tobares- para que lo auxilien.
El precario sistema puede resultar una lotería: un ayudante de fiscal nuevo, sin experiencia, puede terminar investigando un caso resonante o complejo.
Por otra parte, todas las causas que investigaba Carniello están bajo la orbita de Bancalari, que debe seguir trabajando esos temas, sin que nadie lo oriente. Si una causa se mueve -por ejemplo, si un defensor presenta algún escrito- Bancalari deberá leer todo el expediente para luego tomar una medida.
En medio del juego, Bancalari parece no haber recibido el aviso de que, entre sus funciones -ordenadas por el procurador- está la de informar a la población sobre el avance de las causas, sin dejar, claro, de preservar la investigación. No se trata de "atender a la prensa", sino de comunicar democráticamente.