En tres días se cumplirá un mes del brutal femicidio que estremeció a Mendoza. El 28 de octubre una vecina de San Martín, la empresaria funebrera Ivana Milio (46), era hallada sin vida en su casa ubicada en el barrio Solares del Centro. Su rostro estaba muy dañado a golpes. Su sangre manchaba los pisos y paredes de distintas habitaciones. Un día después se entregaría su novio, Julio Mendoza, quien entonces quedó imputado como único sospechoso.
A casi un mes del hecho, el empleado metalúrgico de 32 años continúa preso en el pabellón 5 del penal de Boulogne Sur Mer, donde van a parar los internos procesados y condenados por violencia de género. Aún no se le dictó la prisión preventiva, pero esta semana habrá audiencia donde se decidirá si continúa tras las rejas hasta que sea sometido a juicio el año próximo, probablemente uno de los primeros en los que un jurado popular definirá su culpabilidad o inocencia.
Acorralado
En este tiempo, una serie de pruebas y análisis se han ido acopiando en su contra.
Exámenes médicos a los que fue sometido revelaron la semana pasada que Mendoza tiene marcas en sus nudillos y la mano izquierda fracturada, lo que confirmaría la hipótesis de que mató a su pareja al someterla a una tremenda paliza.
Esos mismos estudios revelaron que el imputado por homicidio doblemente agravado por la situación de convivencia y por mediar violencia de género (femicidio) tenía rasguños en su cuerpo, que darían muestras de que Milio trató de defenderse. "Mendoza tiene rasguños que van a ser materia de análisis de las pruebas. Yo los vinculo con el hecho. Hay algunas señales en el cuerpo que me indican que no se ha rasguñado con una planta, por ejemplo. Además tiene la mano quebrada y se fue en el auto de la víctima", reveló a Los Andes Oscar Sívori, el fiscal del caso.
Ese domingo por la noche, Mendoza condujo el auto de la empresaria y madre de tres hijos y lo dejó abandonado, con manchas de sangre. Permaneció prófugo casi 24 horas y al día siguiente se entregó.
Sívori agregó: "Hemos tenido avances en la investigación que son claros y direccionados. Resultados de tipo científico que vienen a confirmar cada vez más las sospechas que tenemos desde el inicio de la investigación. Resultados de la necropsia, la incorporación de análisis bioquímicos y otros que se han ido incorporando".
Aún resta conocer el resultado de los exámenes psicológicos y psiquiátricos a los que fue sometido el acusado. "El Código Procesal Penal establece que hay que hacerlos para ver si el imputado comprendía la criminalidad del hecho. En este caso, dada la dimensión de la violencia, los solicitamos para, desde un punto de vista de psiquiatría forense, entender la psiquis del imputado y los patrones de conducta en cuanto al manejo de la frustración, la gestión de emociones y otros aspectos", explicó Sívori.
Además el relato de familiares y vecinos de la víctima complican a Mendoza: lo describen como alguien violento.
A estas alturas el "móvil" del crimen no es objeto de análisis. Nada puede explicar semejante agresión. "Lo que hay son especulaciones relacionadas con temas de cosificación de la mujer. Además, él no ha declarado y especular con un móvil sería darle ventaja al imputado", disparó el fiscal.
Desde el principio Sívori se mostró convencido de que está ante el asesino de Ivana.
Pero sigue recolectando pruebas que permitan sostener su acusación en la causa que, según estima, estará en condiciones de ser elevada a juicio en febrero o marzo próximos.
La niña que encontró a su madre muerta: “Tengo que seguir”
Renata Cabrera es la niña de 13 años que encontró a su mamá, Ivana Milio, muerta en la casa de calle Guido Spano que ambas compartían. Sumida en el dolor pero con una fortaleza que parece no condecir con su edad, habló a casi un mes de que le arrebataran a su madre.
"Obviamente falta su presencia pero no me puedo encerrar en un pozo. Tengo que seguir, no me puedo quedar parada", dijo Renata a FM Libertad, una radio del Este.
“Volví el domingo (de la semana pasada) a la casa porque no me quería ir de ahí.
Después de todo esto, ese lugar sigue siendo mi casa; mi mamá la construyó", agregó la pequeña.
Con voz calma, la niña contó que hacía 6 años vivía con su madre en la vivienda en la que la empresaria fue asesinada y que trata de informarse sola de los avances de la causa porque su entorno no quiere darle muchos detalles. Renata volvió a la escuela una semana después del crimen de su madre.
"¿Tenías alguna sospecha de Julio Mendoza?", le preguntaron a la chica. "La verdad es que no -respondió- porque mi mamá siempre estaba feliz y yo con él me llevaba muy bien".
"También estábamos con su hija. Éramos como una familia. Por eso me pareció shockeante. Nunca hubiese imaginado una cosa así de él", agregó la pequeña. Aseguró que una vez escuchó a su madre pelear con el novio, "pero Julio se fue". "Pero eso, nada más. Golpes, nunca", afirmó.
"¿Te gustaría hablar con Julio?". "Sí, le pediría explicaciones y lo haría sentir mal. Yo no lloraría en ese momento porque no quiero darle ese privilegio", respondió con la firmeza que a veces dan la impotencia y el dolor.
Pero Renata sabe que tiene toda una vida por delante y que, aunque sea muy difícil lograrlo, debe reponerse. "Yo sigo mi vida normal porque tiene que ser así. Obviamente tengo momentos de tristeza pero tengo amigas que me ayudan a llevar esto. Me permito llorar, pero me lavo y digo 'ya está'", sentenció con una madurez que sorprende.